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Amigos de la Bici en la salida de la MGM 2009

Algunos relatos de la Madrid-Gijón-Madrid

2005  ,    2009



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Relatos Madrid-Gijón-Madrid 2005

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uno de Riaza
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otro de José Antonio Gómiz Martínez
otro de José Ramón Castro Iglesias (SCTA)
otro de Raúl Vázquez González (SCTA)
otro de Luis Alberto García Landa
artículo de marchasmiticas.com





Madrid-Gijon-Madrid 2005. (Fuente)

MGM 1285 km ¿LOCURA O HAZAÑA? ¿AMBAS? IMPRESONES DE UN SUPERVIVIENTE EN 70 HORAS.
Somos enanos que necesitamos alzarnos sobre hombros de gigantes para ver más allá, para saber más…, y éste era el caso, esta era la ocasión de crecernos y dejar de ser enanos para ver por nosotros mismos que hay y que sucede más allá de todo límite conocido en lo que el esfuerzo humano sobre una bicicleta era capaz de retarnos, en mi caso se puede decir que había pasado de todo en no pocas ocasiones, sufrimiento extremo en puertos decakilométricos bajo un sol abrasador, llanuras “infinitas” con vientos en proa a toda vela, etapas eternas dónde no se veía el fin a un día de calvario: por alguna fiebre, caída… o ambas… todas esas insignificancias eran los retos a batir; descubrir si uno es capaz de sobrepasar el umbral de la agonía y tener voluntad para continuar y no tirar la toalla o hacer una llamada telefónica de rescate por ahí en cualquier páramo…
La ocasión comenzó a gestarse cuando un día alguien comentó de esta prueba, se empezó a ver como una ocasión excepcional y quizá única, por ser la 1ª (¿habrá más?), porque es como las olimpiadas, cada 4 años, porque pasa por tu pueblo y prácticamente todo el recorrido era conocido, y que carajo… porque hoy estamos aquí… y mañana… ¿quién sabe? Todo esto edulcorado con un poco de sabia y creencia en uno mismo, un pequeño cachete para quien te ve como bicho raro o prescindible… hicieron que se afrontaran las Brevets… una de 200 con 7 horas de pertinaz lluvia, frío, viento, otra de 300 con un 80% del tiempo el viento en contra, una de 400 de locura rompiendo piernas y de sol a sol y otra de 600 concluida a 30,2 Km./h… dan una idea de lo que nos podía esperar en ésta ya la prueba reina… pero al parecer… no fue suficiente todo fue poco… ¿y cómo después de haber pasado las Brevets íbamos a rajarnos? Ni hablar; en cuanto tuve ocasión formalicé mi inscripción con esos 90 € en aquél tiempo…a fondo perdido.

Llegó el día de la salida, Lunes 18; revisión de bicicletas y equipamiento, quedamos los tres que habíamos rodado más o menos juntos en todas las Brevets y más o menos nos conocíamos bien, tras pasar la revisión entre 18 y 20 horas de la tarde, una frugal cena de bocata tortilla jamón y queso y cerveza,… mucha cerveza … el del bar se impacientaba viendo como los grupos de ciclistas iban saliendo y nosotros impasibles de animada cháchara en su terraza… todavía había tiempo , decíamos.
Salimos a las 22:40, ya optamos por acudir a vestirnos y preparar bicicletas y vituallas… el tiempo se alarga y nuestro grupo, el último sale… acelerar… pero ya se sabe… vísteme despacio que tengo prisa… lo inaudito… no encontrábamos, la llave del coche… más de 15 minutos revisando mochilas, bolsas, maleteros, bolsillos… ¡Qué suplicio…! Mi mente comenzaba a gestar una historia épica… Como muchas veces siempre nos ha ocurrido en estas ocasiones… ¿recordáis aquella vez que se me olvidó la rueda delantera en la brevet de 600…? Todo eran coñas… “vete haciendo caballito…”, “te dejo la mía y sellas por mí…”; aquél día, gracias a un magnífico hermano nos acercó una rueda a las 5:30 h de la mañana y salimos tarde pero salimos, y como en aquella ocasión, esta no fue diferente… nerviositos… tras salir 20 minutos tras del último… a matacaballo los tres a la caza desenfrenada de cualquier lucecita roja que veíamos en el infinito… incluida las de alguna antena de repetición en algún cerro que nos confundía y desorientaba… porque para el que no se lo sepa, las lamparitas que portábamos de iluminación delantera sirven para que los que vengan de frente te vean… pero el firme que vas pisando es siempre pura incertidumbre… como así tuvimos la desgracia de comprobar en la carretera del Casar de Talamanca, yendo como íbamos compenetrados a 35 - 40 Km./h, dando relevos… nos sorprendió un bache - socavón de 15 cm. de profundo y un metro de diámetro… los tres por encima, el peor parado el portador de la Orbea Orca, creíamos que se partía…, sólo fueron las 2 ruedas reventadas, reparación en la noche, con los nervios, la agitación y triple dosis de mala leche… cuándo ya nos pasan los últimos cuatro ciclistas que tanto nos había costado alcanzar… una vez más los últimos la historia que gestaba mi mente, la parte épica de pretender hacerla en 55-58 horas, comenzaba a desmoronarse… conocíamos las carreteras, y sabíamos que eran desastrosas, y la noche nos había dado la primera sorpresa… y tan solo quedaban por delante 1250 Km., no era nada, ánimo, reparación, urgencia, adrenalina a tope, cuatro juramentos que rompieron el silencio de esa noche tan fría en esos páramos todavía madrileños y aún por medio Guadalajara, Segovia, Burgos, Palencia, León y Asturias, y vuelta… casi nada… todo arreglado, nos proponemos calma, todo era un desastre esa aciaga noche, y si algo nos enseña la vida es que cuando todo va mal… siempre hay algo que puede hacerla ir peor… por ello pedimos calma pero esa petición y esa voluntad de hacerlo con más calma duró lo que dura un Euro de gasolina en el depósito de un avión a reacción.
Un relevo a 30 Km./h. el segundo a 33 Km./h. y subiendo no veíamos luces de ciclistas, no podía ser la noche se cerraba y continuábamos los últimos… bajamos y subimos los tremendos repechos del río Sorbe, Puebla de Beleña dónde animosos y gentiles chavales a tan intempestivas horas de madrugada nos mandaban salvas de ánimos…admirable… pues no somos ni Armstrong ni Belokis , ni parecidos y allí en todos esos pueblos grupos de gentes de fiesta y gracias a nosotros la noche cambiaba de color… por ello y por las primeras luces que veíamos en la profundidad del oscuro asfalto y la noche… más ánimos, el tenso rodar de estas tres máquinas comenzaba a liberarse… pero solo esa forma de tensión emocional que casi se podía cortar… la tensión muscular de pedalear… iba en aumento el acicate de saber que alcanzábamos y superábamos a gente nos henchía de ánimos… nos acercábamos a Atienza y se corría el rumor de haber chocolate caliente… a correr… más aún… la fría noche era inapreciable en nuestros cuerpos hasta llegar a ese primer puesto de control, donde al parar y pagar 3 € por un vasito de leche con colacao y un sobadito minúsculo nos despejó del amodorramiento y la excitación de la caza… la temperatura era de 5 ºC pero realmente nos quedamos helados… ¡Qué negocio somos los esforzados deportistas!
Salimos de allí como se suele decir… Echando ostias … huyendo de la quema, zona áspera de carretera, cuesta arriba, pinares, nos acercamos a Somolinos y su breve pero intensa subidita, la habíamos subido muchas veces, pero sinceramente nunca tan veloz, el velocímetro en muchas ocasiones a 25 km/h.., agónicos, alcanzamos el frío, pero frío frío llano de la sierra Pela, Campisábalos… y cientos de lucecitas rojas en el firmamento, unas de cercanas presas ciclistas y la mayoría del campo de aerogeneradores que íbamos dejando a nuestra derecha, la noche comenzaba a tener bonitos colores, el fino asfalto y las prolongadas rectas invitaban a correr… y como somos educados, aceptamos tal invitación, a la altura del desvío hacia Galve de Sorbe superamos otro grupo en el que iba el tercer segoviano de la prueba, se unió a nuestra loca carrera, llegamos al límite provincial, atrás quedan tierras manchegas y comienza una bajada prolongada pero complicada, asfalto imposible, líneas de carretera invisibles y sorprendentes curvas, cambios de rasante que tan sólo nuestro arrojo y confianza ciega en un recorrido que habremos hecho 100 veces nos permitía no aflojar la marcha en ningún momento por bajo de los 40 km/h, pasábamos gente que bajaban con mucho tiento o precaución, el frío podía llegar a ser intolerable pero el ánimo cada vez más caliente nos hizo pasar por Santibáñez como desbocadas luciérnagas y en Estebanvela, abrigados hasta el cuello los penúltimos paisanos en vitorearnos al paso por su calle central, la carretera, toda destartalada por zanjas abiertas y mal selladas, registros de alcantarillado y parches varios, una vez más olé por estar ahí tan animosos en la fresca madrugada…al paso por Francos y a endiablada velocidad, incitados por la lejanía de un copioso número de lucecitas rojas en las curvas más adelantadas y próximas a Ayllón, y nosotros, más numerosos, gente que se animaba a seguir nuestro loco avance… llegábamos a nuestra tierra y eso se notaba, algo nos decía que debíamos llegar más adelantados de lo que íbamos, esquivamos al numeroso pelotón a la entrada de Ayllón y también la entrada prevista por el centro del pueblo para así no ver la preciosa plaza de la localidad, bordeamos los adarves y todos nos siguieron, decían..`` si van por ahí tan rápido sigámosles…´´, alcanzamos la piscina y su punto de control número tres, unas cocas, un café y un tremendo y delicioso plato de leche frita con que nos obsequiaba la Consta, prácticamente única gentileza de alguien que ofrece sin pedir un € a cambio, parada más larga de lo deseado, pero allí todo el mundo quería hablar y preguntar… el camino ha de continuar… la noche avanzaba y nosotros con ella, cuatro formábamos ahora el equipo, en el camino hacia Aranda de Duero la velocidad se tranquilizó pero nunca inferior a los 33 km/h, los repechos como balas y en la prolongada subida del pantano en Maderuelo superamos a un nutrido grupo, todos ellos uniformados con un maillot especialmente diseñado para la MGM, queda Segovia definitivamente atrás y afrontamos las rectas que nos llevan a la Ribera del Duero burgalesa, al amanecer en Aranda…, eso era lo previsto, pero nunca con tanto esfuerzo, algo que supieron valorar unos arandinos que nos acompañaron parejos con su coche un largo trecho hasta Tórtoles, ahí en Aranda engullimos a Domi quien se nos unió con su magnífica bicicleta Opera..y en verdad que sabía cantar a la perfección y continuamente debíamos pedirla un poco de calma y silencio, marcheta importante hasta Tórtoles de Esgueva, puesto de control número cuatro, allí por primera vez a 250 km de la salida vimos a los que iban en cabeza, el francés de rasgos orientales, el danés, a la postre último compañero de fatigas, y a los vascos, pero prolongamos demasiado la estancia en ese curioso avituallamiento-convento, frío en el claustro, y una vez más salimos con esa sensación de tiempo perdido…¡nos entreteníamos con las moscas..!, allí fue donde Emilio el leonés nos dijo adios, ``íbamos muy rápido para él..´´ nos dijo, quedamos cuatro, afrontamos la subida a los páramos y la infinita recta de Cevico Navero, el día comenzaba, con él…el viento, pero cuatro coordinados, relevos de km bien disciplinados nos empujan en pocos minutos a llegar a Baltanás y a superar a Rafa de Beasain en la subida del alto de Hornillos…`` ya no hay puntos de montaña´´ nos dice, allí, en el puerto, quizá el personaje más curioso de la marcha, se encontraba repartiendo medias naranjas peladas de una forma totalmente desinteresada, de Bilbao nos contó en la salida q era, nos enseñó fotos de sus numerosas excursiones por el mundo en bici… quizá contribuyó en parte a nuestro retraso en la salida, y al llegar a Frómista, allí estaba, había comprado unos kg de fruta de su bolsillo para q tuviéramos algo en aquel desabastecido puesto.. curioso cuando menos...; la bajada hacia Torquemada fue rápida pese al pestoso asfalto, allí cogimos a los dos maños, Luis de Sabiñánigo y Javi de Zaragoza, hicimos grupo de seis y luego de siete con Pellegrin el fantástico italiano de 71 años, a relevos superamos las interminables rectas que nos conducían a Santoyo, Astudillo y de allí a Frómista, queríamos comer pero eran las 11 h. y no había nada y los vascos ahí estaban a cinco o diez minutos, decíamos venga con calma a comer a Sahagún y con calma fuímos excepto alguno que daba relevos a 45 Km./h. en la recta de 12 Km. posterior a Carrión de los Condes, todo funcionaba, en Sahagún nos esperaba un plato de pasta pero era tan picante que nos dejó fastidiado el estómago para los restos, unos filetes de chuleta de lomo de cerdo intragables y… menos mal que había cerveza ¿eh maño? …¡que bárbaro! Con eso que tiene vitaminas…
Confusión al salir de Sahagún, carreteras cortadas, un sol implacable ¿sería la cerveza?, pereza al afrontar aquellas desesperantes rectas de marchito asfalto pero emprendimos marcha y alcanzamos a los dos maños que salieron unos minutos antes, llegar a Cistierna, siguiente punto de control se hacía inmenso, confusión de la gente unos que veinte Km. otro 11 Km. un paisano cuando paramos en una fuente de agua bendita nos dijo que 10 Km. y todo hacía abajo creo que el sol o tanta música tecno en sus años de adolescencia causaron en él graves estragos cerebrales pues eran el doble de esos 10 y… hacía abajo… en fin… no hace falta estudiar derivadas e integrales para distinguir entre subir y bajar… se perdió unos cuantos episodios de Barrio Sésamo… y decía agua bendita porque a 35º C. aquel frescor nos puso pilas nuevas pero no alcalinas, pues un último repecho antes de llegar a Cistierna donde tuvimos la fortuna de que pinchara Luis se nos hizo así como mortal, todo fue superarlo, voluntad olvidarte del dolor y el sol y comenzar una veloz bajada hacía el pueblo leonés que me invitaba a pensar en ¿cómo sería a la vuelta…?
Allí en Cistierna sorpresas, Santi y compañero con hielo en rodillas y tobillos, el danés Jan,( así decidí llamarle) hecho todo un dandi duchadito allí en el polideportivo, Emilio el leonés durmiendo, una pareja de Vitoria compartiendo un choricillo sentados en el suelo y así todos… pero más sorpresa el bocadillo de jamón y queso que pedí, ¡joder¡ eso si que era un chiste y un chiste caro, 4€ por dos tranchetes y una lonchita de jamón y me decían que iba bien cargado todo era susceptible de ser vendido y de obtener beneficio a 1, 2, 3 € ¡también existen monedas fraccionarias carajo!.
De Cistierna tras un largo parón salimos los cuatro, comenzábamos a afrontar la subida a Ríaño, el problemático embalse y la dificultad montañosa de el Pontón con sus 1280 m. s.n.m., mal empezamos, muchísimo calor… y el viento, un incansable viento catabático, abrasador y constante, nos acompañó en esos 30 Km. de subida hasta el muro de hormigón del embalse y los otros posteriores 25 ó 30 Km. hasta culminar el ascenso al Pontón, era primordial bajarlo de día por el mal estado del asfalto, a esa tarea nos pusimos, el grupo, poco a poco se deshizo, Chofo por delante, Pepe y Piti en medio y Domi atrás, el viento nos mermaba fuerzas y voluntad una agonía que no se ocultaba en ninguno de los múltiples recovecos de la tortuosa carretera, ahí estaba, haciéndonos ir a 16 – 18 Km./h. con un esfuerzo de 40, un auténtico infierno, recordémil veces la más afanada y descriptiva pesadilla jamás contada en el cine “arrastrarse por el filo de una cuchilla de afeitar, y terminar vivo”, palabras de Marlon Brando en Apocalipsis Now, todos hemos sentido el dolor y el sufrimiento de nuestras peores pesadillas, nuestros peores infiernos, cada cual lo cuenta como puede o quiere, esa del Coronel Kurtz, es la viva descripción de lo que Km. a Km. bajo un tremendo sol a la caída de la tarde íbamos sintiendo, arrastrarse laboriosamente y no avanzar, tan solo quien se viera en esa situación, ese momento comprenderá lo que digo porque hoy aquí, en una cafetería del Burgo de Osma mientras otros compiten en su cicloturista y yo cómodamente escribo estas líneas todo parece lejano y simplemente un mal sueño, pero ese martes 19 de julio, allí resultaba increíble que no nos diera ni un segundo de respiro, pero no nos derrumbamos y alcanzamos el puerto, ya todo era bajar 46 km. hasta Cangas, todo fácil, pero sorpresa, por esa vertiente el viento ascendía y excepto los primeros 10 Km. de fuerte pendiente un suplicio y un esfuerzo para dar pedales y avanzar bajando, no había fuerzas en las piernas, ni Pepe ni Piti, no podíamos, optamos por comer unas tabletas energéticas de esas tan necesarias pero tan aborrecibles, misteriosamente a los diez minutos hacen su efecto y continuamos lucha contra viento a alcanzar Cangas y su polideportivo, pero no era allí, había que jugar al escondite y buscar el punto de control tras varias vueltas inciertas e infructuosas alguien nos indicó, y sorpresa… allí sabían que existen monedas fraccionarias de €, 50 cts una cerveza o un refresco, 1,50€ un bocadillo, aliviados comemos, los primeros continuaron hacía Gijón nosotros deberíamos, todo el que llega se queda a dormir en Cangas, pero nuestra apuesta había sido llegar esa noche a dormir a Gijón y así lo hicimos, Domi, Chofo, Pepe y Piti… ¡tremendo¡ no conocíamos como era ir a Gijón, los primeros 20 Km. de subida el resto hasta 90 de toboganes, no encontrábamos señales que nos indicaran el camino, a quien preguntábamos a las dos o tres de la mañana no sabían dónde tenían su derecha y no digamos la izquierda, por error nos introdujimos en autovía, vuelta atrás buscábamos el Berrón y el desvío para la sorpresita, el Puerto de la Madera… 6 Km. de subida, para luego descender 10 hasta Gijón, un descenso cauto y atolondrado por el sueño y las baterías de nuestras linternas agotadas, carretera curvilínea, estrecha y sin líneas… un error de señalización de MGM nos introdujo en una calle tipo pozo de hormigón y tierra, desesperados, cansados, enojados, maltrechos y hambrientos decidimos llamar al responsable del control en Gijón, debíamos ir a la Plaza Mayor, pero ¿por dónde?, preguntas sin respuestas, gente de la noche carente de la mínima expresión de palabra para indicarnos como ir ¡un circo¡ tras mucho deambular por aceras y sentidos contrarios alcanzamos la plaza al lado del mar, frío, allí aterido estaba Javi el Maño, nos sellan y nos conducen hacía el albergue, que curiosamente estaba a 3 Km. hacía arriba dirección donde habíamos bajado, llegar, un poco caótico pero allí se hizo luz, agradecer enormemente el trato fantástico y amable de las gentes del albergue y hemos de lamentar que llegáramos hechos unos energúmenos pero, la situación caótica vivida lo justificaba, nos duchamos, cenamos lo que pudimos y nos echamos unas 4 horas en la cama tan extraña pero tan deseada.
La mañana, el despertar, insensibilidad en piernas y manos, como si apéndices independientes quisieran prolongar el sueño, el aturdimiento se va desperezando y volver a enguantarte el culotte es todo un poema así como descender las escaleras de caracol que nos conducen al comedor donde nos obsequian con un copioso desayuno y buenas palabras de ánimo y cordialidad; y para desayuno 10 Km. de puerto, todos ya han salido, quedamos Pepe, Chofo y Piti; Pepe jodido de rodillas y posaderas se lo toma con más calma, comienzo a entrar en calor de manera exagerada y he de parar a quitar ropa, recuperar esos metros es fundamental comienza un ritmo intenso de 20 – 22 Km./h alcanzo a Pepe, no así a Chofo y todo el camino de vuelta a Cangas lo hacemos en dura pugna contra un viento racheado e intenso y nuestros propios temores de que el grupo definitivamente se deshaga; en ese trayecto nos encontramos con el grueso de la expedición, la inmensa mayoría que a esas horas mañaneras van camino de Gijón unos habiendo dormido en Cangas y otros en Cistierna, llegando a Cangas alcanzamos a Domi, destrozado por los dolores de rodillas y posaderas, una risa verle pedalear en innumerables posiciones sobre la bicicleta, todos pensábamos que de ahí de Cangas no pasaría, no fue así, volvemos al control número 9 Cangas, el primero de sentido de vuelta, café, magdalenas y Pontón para arriba, Pepe, Chofo y Piti en los primeros Kms. alcanzamos a dos valencianos y al incombustible Rafa de Beasain, van a su ritmo, Pepe se queda con ellos, Chofo y Piti, a ritmo 25 Km/h. hacía arriba, durante 22 – 24 Km., hasta que se pone más serio y el calor aprieta, paramos en la maravillosa fuente de Oseja de Sajambre, comemos algo ligero y continúa el ascenso, bajan camiones cargados de paja para el ganado provenientes de Castilla, este año el sector agropecuario jodido para todos, las praderas del puerto otrora siempre abundantes de forraje, este año miserables hileras de pasto, avanzamos sin pausa, siempre buscando las posibles sombras de la frondosa vegetación, aunque esta se encuentre en el carril contrario, pero pese al fragoso entorno, el calor tanto el del sol como el propio generado por nosotros mismos, se hace insoportable; culminamos el puerto en dos horas y 25 minutos, asfixiado pero hay que continuar, un descenso veloz, el viento que ayer nos frenaba nos impulsa raudos, mucho calor y agua que nos falta, paramos en un pueblo donde el agua está cortada y una señora nos saca una botella de su casa pese a las reticencias de su intranquilo marido ¡si sólo somos sedientos ciclistas¡ era camionero nos contó y alguna vez pasó por Algete… ¡qué tío¡ Se hacía tarde y había que comer, un menú, algo que llenara, paramos en un pueblo a 17 Kms. de Cistierna, el calor asfixiante, dos minutos en guardar las bicis en el garage del bar y 30 sg en ver pasar a Javi el Maño que más arriba tomaba una cerveza (o dos) y nos vio pasar quiso alcanzarnos… ¡qué sorpresa se llevaría al machacarse en pos de nuestro alcance y no encontrarnos¡ ese esquinazo fue puramente fortuito, allí conocimos a Andrea que con sus 4 años nos decía que nos pusiéramos las zapatillas , espárragos y pollo frito, cerveza y arroz con leche y otra vez a la ruta, este día creo que ganó la etapa el gallego Pereiro.
Salimos cuando llegaba al restaurante Rafa de Beasain, ¡un cuadro¡ el camarero se reía sólo con verle, era gracioso… nos vamos, un ritmo tranquilo Chofo y Piti, mano a mano 33 – 35 Km/h constante, volvemos a superar a los valencianos y a Pepe en Cistierna, éste ya echó mano de un remedio drástico y chistoso para evitar el dolor de sus posaderas… en este punto de control me hicieron caso, pues al ir les dije que lo que más apetece es fruta y en efecto, tenían peras, fresquillas… antes de hincar el diente pedí precio y cómo no, a 1 € la pieza… en fin… salimos de allí espoleados por la cercanía de los precedentes y el abuso de los “cooperantes”… el repecho repechón que ya conocíamos y eso, Ampliar imagen bajo el mismo sol infernal, pero ya solo 130 Km hasta el siguiente control, Frómista, rectas inmensas Camino de Cega, desvío, rutas alternativas que sembraban la confusión y la duda entre los tres integrantes del grupo, maizales, refrescantes aspersores, llegar a Sahagún es ya todo un reto para dos de los tres, allí paramos Chofo y Piti, buscábamos una tienda donde comer algo fruta y beber… a las 20 h. 30 minutos sólo el súper de las hermanas con sus precios “asequibles” al peregrino y… ¡pobre peregrino¡, sorpresa llega el incansable Rafa de Beasain con sus rodillas, siguió mis consejos y fue a por una pomadita a la farmacia de guardia, Chofo y Piti, salimos, casualmente minutos antes se levantó un viento feroz que por supuesto nos acompañó siempre de cara, desde Sahagún a Carrión y de allí a Frómista, mi tendón de Aquiles izquierdo sonaba como una carraca, la preocupación era grande, Chofo rivalizaba con ese implacable viento y yo a su refugio pude llegar a Frómista a las 00 h 15 minutos del jueves donde dije… ¡aquí me quedo¡ él, deseoso de continuar esa desigual pelea contra los elementos siguió hacía delante, ya sólo supe de él noticias en los siguientes puntos de control.
Cinco horas en Frómista, donde no pude dormir, la intranquilidad del tendón, el continúo goteo de osados ciclistas lo impidieron, pero me sirvió para conocer a un anónimo palentino que tuvo la generosidad de donar tres días de su vida sellando y comprando alimentos sin incrementar su coste y siempre con palabras amables para todo aquél que llegaba o se iba, cuatro horas hablaría con él y desconozco su nombre, un saludo y gracias por todo. Algunos aparecían en la cerrada, ventosa y desapacible noche con sus luces espectrales rompiendo la monotonía de este refugio en la planicie castellana, unos quedaban a dormir otros continuaban caminos, entre ellos Domi con quien emprendí viaje a eso de las 5,30 h de la mañana, el frescor de la noche incitaba a pedalear con ganas y calentar músculos, no se hizo esperar las inmensas rectas de llegada a Torquemada nos las comíamos por el centro de la calzada a 50 Km./h, Domi, un rodador nato que al superar el Pisuerga, la Autovía y cambiar la calzada por una áspera, estrecha y rugosa carretera y comenzar a empinarse, él se queda, afronto el Alto de Hornillos en total soledad, sólo acompañado por los numerosos gazapos que corretean por la carretera en este tercer amanecer, rápido descenso a Baltanás donde el desagradable olor de sus desagües me dan una bofetada de bienvenida, eso, y un intenso frío que ayuda más si cave a afrontar el ascenso al páramo dirección Cevico Navero, el sueño se ceba en mí, bofetadas y un deseo imperioso de que el bar este abierto y poder tomar unos cafés, pero no se si suerte o no, no está abierto… sin miramientos el segundo ascenso al páramo, ésta vez para encarar la inmensa planicie que nos conduce derechos como velas a Tórtoles, allí si… allí sabemos que las abundantes vituallas y gentileza de sus gentes nos esperan con los brazos abiertos, bofetadas, chorros de agua al cuello, tirones del pelo, todo vale para no dormirse y llegar; ya en Tórtoles, una cafetera y un tazón gigante son todo uno, unas magdalenas, unos sobaos y al fin… sandía… allí estaba Rafa y llega Domi; pero he de seguir, tengo noticias de que Chofo llegó a las 3:00 h. con las piernas bloqueadas y un cansancio exagerado, se levantó 15 minutos antes que Jan el Danés y a eso de las 6 partió… los llevo a 2 h 30 minutos… no hay tiempo que perder en esas primeras horas, sólo, en plena ribera del Duero se navega con rapidez, agua en la fuente de 2 caños de 2 manantiales distintos de Olmedillo de Roa, hasta que en la Horra me adelanta una retroexcavadora en un repecho, cojo rueda y atravieso toda la ventosilla hasta Villalva a su rueda, no esta nada mal a 40 -42 Km./h sin duda… la mejor rueda… Atravieso Aranda por la circunvalación, no como otros por todo el centro, el que no sabe es como el que no ve, en Fuentespina me espera Rufo, mi hermano que me acompañará en el pestoso camino de vuelta a Ayllón, dónde ingiero un generoso café, una loncha de melón y un plátano que llevaba encima, realmente no me apetecía nada más, noticias de los participantes, no hay tiempo que perder y afrontamos Rufo y yo la subida al límite de provincia, el calor insoportable, la pendiente de ascenso cien veces hecha se convierte en algo nuevo… se asemeja al Tourmalet en mis peores recuerdos, el calor y el agotamiento pese a la parada en la fuente de Santibáñez se hacen inaguantables y un poco más y allá… en Campisábalos en mitad del altiplano donde a la ida la temperatura era gélida ahora con los pies metidos en el pilón , el sol achicharra todo lo que no está a resguardo; allí me deja Rufo y afronto el resto hasta Atienza, un camino difícil y largo más aún con este agotamiento y ese tremendo calor… Hasta que en Albendiego, en un refugio de pastor he de parar, comer lo poco que llevaba y beber las últimas gotas de mis dos botijas, breve siesta, con la intranquilidad de quien realmente no quiere dormir, un esfuerzo, más mental que físico y decido afrontar esos últimos 17 Km hasta Atienza encima de la sofocante carretera donde ni las chicharras cantan…, Cañamares, sus repechitos y el castillo de Atienza como hito claro de donde concluye esa etapa de suplicio… Cuántas veces me pregunto dónde está el apoyo del equipo de moteros BMW… necesito desesperadamente agua, fruta, algo que pase sin arañar y refrescante…, nada… llego al control de Atienza, en esos momentos Jan el danés se dispone a salir, echo un botellín de agua, un € … para variar… decido comer en Atienza un menú del día, con una jarra de té de litro en teoría helado… pero eso de la hostelería no se los da nada bien, un menú para olvidar y la fruta no saben lo que es… de mala leche decido continuar, nadie ha llegado todavía a ese control en todo ese espacio de tiempo y afronto el terrible y, “desconocido” recorrido de vuelta a Algete 100 Km… carretera en obras camiones que a su paso he de apartarme, polvo, viento y sobre todo sol, mucho sol; un recorrido que pese ha haberlo hecho en otras ocasiones, al deshacerlo en sentido inverso se me antoja nuevo y horrible, el viento el sol el cansancio mental de un hombre sólo con deseos de llegar pronto, las dos botijas repletas de hielo y líquido se convierten en caldo en breves momentos y poco después en vago recuerdo de lo que contuvieron, al parecer el cansancio, el sol, el esfuerzo y seguramente el exquisito menú ingerido dieron rápidamente cuenta de lo poco que ellas contenían, nada refrescantes pero si calmante, es esa sensación de querer vencer al conocimiento y por supuesto, una vez más desafiar a la experiencia, cien veces maldecía por no haber llevado el MP3 que me haría más llevadera la soledad, cien veces maldecía donde estaba esa sandía esa fruta fresca, mi mundo por una cocacola, una botella de agua gélida y la realidad, soledad, viento, sol, calor, dolor…Cogolludo tantos Kms. y apuro el paso bordeo el embalse de Alcorlo, paso por encima del dique y el implacable viento pese a los recodos y circunvoluciones no amaina, no hay sombra y la desesperación se hace extrema, en Puebla de Beleña, tras superar la salida del río Sorbe, que se me antojó alpina, un bar pero cerrado, las fuentes no funcionan, los paisanos me indican una manguera de la cual sale caldo “déjala correr” decían, tras varios minutos el caldo sigue siendo caldo, opto por “refrescarme”, rellenar botijas y continuar, llamo a otro hermano, Manguel para que venga en bici a mi encuentro, y el continuo avanzar hacia Torre Beleña, Uceda… sin ver un alma ni por delante ni por detrás, se hace infinito, el agua se acabó, viro 90º hacia Viñuelas sé que allí existe un bar con máquina de refrescos esa es mi meta y mi única ilusión en estos momentos, pese al giro, el viento continúa entrando fronto-lateral y allí… en “la gasolinera del desierto” como la hacía llamar un peculiar gasolinera sentado a dos patas en una silla con su palillo en la boca y evocando nostálgicos recuerdos de la dureza que su vida le había proporcionado y menospreciando lo que nosotros hacíamos, me encontré con Jan el danés bebiéndose una coca y ofreciéndome galletas de chocolate, que sintiéndolo mucho no lo pude ingerir, recargo energías con otra cocacola y ahora ya más animado al llevar compañero afrontamos los últimos Kms., relevos cortos y compenetrados, “puta mierda” supo decir Jan respecto al viento y “very hot” respecto al sol, el pobre iba jodido de tibiales derechos y pedaleaba considerablemente más fuerte con la izquierda pero aún así avanzábamos “no hay nivel” me decía ¡qué tío¡, ahora estará por Londres con el francés oriental en los 1400… ¿Qué impresión se habrán llevado de la MGM ellos y el italiano? De sus gentes de sus controles, de las maravillosas carreteras, que hemos tenido la desgracia de patear ¡qué vergüenza¡ seguramente alguien se sentirá henchido de orgullo por que la MGM ha sido un éxito, pero francamente, he de decir, y en mi boca y la de muchos que hemos participado, que muchas cosas han de cambiar para que esa desorganizada organización tenga éxito en futuras ediciones, hoy me preguntas si la volvería a hacer y digo con rotundidad ¡NO¡ no se puede uno quedar impasible al ver como van coches de apoyo para que el pedalear sea más leve cuándo otros lo hemos de llevar todo encima, no se puede uno quedar inalterable al ver como sospechosamente hay caravanas que aparecen y desaparecen, impasible ante el abandono en los puntos de control donde ¿qué menos que el líquido que necesitamos lo cubra nuestra inscripción? ¿Qué menos que cuándo se llega al Algete unos aplausos y una foto bajo una miserable pancarta y un reloj que cuente y de fe de todo el tiempo que has desempeñado en hacer grande tanto tu persona como una carrera, que sin nosotros… no existiría? Faltan 20 Kms. y Manguel acude a nuestro encuentro, Jan me da las gracias y también a Manguel “Big brother” dice, con rapidez y sin pausa devoramos con ansia esos últimos Kms. que más lentamente de lo que deseo van pasando, un tramo final que de todo punto me resulta nuevo y por ende sospechoso, ya se sabe, más vale malo conocido que bueno por conocer, atravesamos Algete y concluimos nuestra odisea a las 21 h. del jueves veintiuno; felicitaciones con los que habían llegado, intercambio de opiniones, unas cervezas, una ducha, comentarios y más comentarios, fugaz cena envuelta en la plata del aluminio, más cervezas, un hasta luego, ya nos veremos y la intranquilidad de las noches venideras sudoroso despertándote a mitad de la noche soñando que aún pedaleas por Cogolludo. Desde aquí mi más sincero agradecimiento a todas las personas que nos lo han hecho más fácil y mi más sincera enhorabuena a todos los que optaron en tomar la salida. ¿Qué nos mueve a jugar en el entorno de la agonía sin sopesar el abandono? Esto permanecerá entre todo . Han vivido y apostado; lo mismo sacarán del juego aunque se pierda el oro de los dados. Jack London Desde esta página quiero dar personalmente la enhorabuena a Piti y Chofo por conseguir finalizar esta dura prueba que solo está al alcance de unos pocos.



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Madrid-Gijon-Madrid 2005. Domingo Santos. (Fuente)

Diario de la Madrid-Gijon-Madrid de 2005
pcmasamagrell
Domingo Santos

PREPARACION: Para mi, la mgm, aparte de organizar todos los breverts, empezó el día anterior, ya que con el trabajo y otras preocupaciones, no había tenido tiempo de prepararme para la prueba. Así que el domingo por la tarde, empecé a prepararme todo para al prueba, (pomádas, antiinflamatorios, crema para el sol, etc.) con el trajin de los preparativos dormí muy mal. El lunes había quedado con Rafa y Jorge, para almorzar y salir hacia algete, por el camino una buena comida, para cargar hidratos, y sobre las 16;30 de la tarde llegamos a Algete. Por el camino iba pensando que hasta la hora de la salida me tumbaría a descansar y dormir un rato, pero entre la revisión de las bicicletas y los saludos de rigor a todos los conocidos se pasó la tarde sin poder descansar. Después de una cena ligerita, pues aún nos duraba la copiosa comida, nos preparamos para la salida.

Tenemos prevista la hora de salida a las 22;40 horas, es la última salida, somos en total sobre 130 participantes, darán salidas de 50 en 50, por lo que en la última seremos 30 ciclistas.
Ya hemos configurado el grupo que iremos juntos, los 4 de Pedreguer, Jorge, Rafa, Lázaro de Barcelona y el Tito Jose María.

A media tarde me llama el Tito y me comenta que no va a salir, ya que no se ha recuperado de la caida en la Madrid-Burdeos del mes anterior. Para mí supone una mala noticia, ya que tenemos mucha amistad y me hacía ilusión compartir la 1ª mgm con Jose María. Aunque lázaro viene con nosotros y lleva a su hermano Pepe y Merche en el coche de apoyo, Rafa y yo decidimos dejar la bolsa en Cistierna, para poder cambiarnos de ropa a la ida y a la vuelta, ante posibles cambios de planes durante el camino.

SALIDA (Primer dia): Las primeras 2 salidas me recuerdan la PBP del 2003, ya es de noche y todos van con luces y reflectantes, entre gritos y aplausos los veo alejarse. Antes de salir el 2º paquete, veo que solo quedamos 15 o 20 ciclistas y es que alguno se había infiltrado en una salida que no le correspondía. Hablamos con los responsables para que nos incluyeran en el 2º paquete, ya que 15 o 20 ciclistas en un paquete de 50 no se va a notar, pero la negativa fue inmediata.
Resignados esperamos a que nos dieran la salida, el grupo nuestro ya citado, alguno más que no conozco, Luis de Sabiñánigo (ganador de la prueba), Agustín y Alejandro de Carcaixent, Alberto de Gijón y Javier Garcia de Zaragoza. Viendo la composición del grupo ya sabía que a los pocos kms. nos ibamos a quedar solos, como así fué.

A la hora puntual nos dan la salida, al pasar el pueblo los más fuertes tiran del grupo, por mis sensaciones veo que vamos muy fuerte, pero aguantamos el ritmo hasta un repecho largo, donde no pudimos seguirles. Esto ya no se parece a la PBP, más se parece a una brevet normal, ya que somos los de siempre, aun así hay buen ambiente y ya ponemos el ritmo que a nosotros nos conviene.
Al llegar al cruce del Casar, yo iba detrás y se equivocan, no giran hacia la derecha y continúan dirección Torrelaguna, empezamos a bajar a plato, que gusto después de tanto repecho, pero al rato pienso que esto no me cuadra, ya que hice la brevet de 300 en Algete y me comentaron que la salida era igual en la mgm, y entonces no había tanta bajada. Me decido a parar y mirar el recorrido, mis sospechas eran reales, había que dar la vuelta y coger el desvio hacia mesones. Lo que antes fue una gozada ahora era un repecho duro de 4 o 5 kms y además extra.
Al coger el desvio de Mesones, la carretera se vuelve un poco llana, pero siempre picando hacia arriba, vamos a buen ritmo pero no conseguimos coger a nadie, para colmo Waylett pincha por primera vez, paramos y le reparo el pinchazo.
Después hasta Atienza es un continuo subir y bajar, repechos de 4 o 5 kms., yo como siempre me quedo en las subidas y recupero en las bajadas. Hasta cogolludo voy bien, un poco pesado por la comida y la cena del día anterior. A partir de aquí y antes de llegar al primer punto de control, me entra sueño (consecuencia de no haber dormido bien la noche anterior), no había forma de quitármelo de encima, me puse la radio, cambiaba de posición, etc. fue un suplicio. Para mí fue el peor tramo de la mgm y sólo llevabamos 100 kms., cuando entras en crisis te pasa por la cabeza todo tipo de pensamientos, "aqui no vuelvo", "quien me habrá metido a mí en esto", pero es precisamente la adversidad lo que te hace continuar.
Al llegar a Atienza(puntor de control) café con leche y magdalenas a discrección, repostaje de agua, a ritmo de "bachata", en el control coincidimos con los más rezagados de la 2ª salida. Salimos dirección Ayllón, 2º punto de control, al salir de Atienza están los de pedreguer cambiandose de ropa, los demás parán a esperar, yo decido seguir solo a ver si me puedo quitar el sueño de encima afrontando la 1ª dificultad según el plano, el alto de la pela. Voy despacio y mirando hacia atrás para ver si me alcanzan los demás, solo voy encarando las primeras rampas, salteadas con algunos falsos llanos, voy cogiendo a gente por detrás, grupos de 2-3 o 4 ciclistas, en la última rampa tengo que ponerlotodo 30*26, vaya con el alto de la pela, al final se ha hecho duro. Menos mal una bajadita, ya era hora, yo como siempre cuando veo una bajada me envalo y con una buena iluminación es una gozada. Entre bajadas, falsos llanos, pinos, clareando el día llego a Ayllón, 2º punto de control. Mis compañeros no me han cogido, me duele el cuello de tanto mirar hacia atrás. Cruzamos el pueblo y no veo la flecha que indica el punto de control, por lo que salgo de el pueblo y le tengo que preguntar a un motorista por la situación del mismo. Me toca volver hacia atrás para sellar. Al llegar al punto de control ya habian llegados los demás, y sin haber estado en Ayllón ya me conocía todo el pueblo, y es que mis compañeros le preguntaban a todo el mundo si me habían visto pasar.
Después del repostaje debido y las pomadas pertinentes, salimos hacia Tortoles de Esgueva (3er. pto. de control), antes deberiamos pasar por Aranda del Duero, entre rectas y sube bajas vamos pasando los kms, hemos pillado a varios grupos, los de Madrid primero y los de Zarabici después, ponemos ritmo de relevos, "ale,ale,ale", voy animando a la gente, todos pasan, es una gozada, nadie se cansa y la velocidad es buena, pasan los kms. más rapidamente. Lástima que antes de llegar al control nuestro amigo Waylett vuelve a pinchar por 2ª vez, ahora le reparo el pinchazo y le cambio la cubierta que estaba en mal estado.
Llegamos a Tortoles (3º punto de control), la gente ya tiene ganas de comer en el plato, pero antes hay que salvar la rampa de 500 mts. que nos tenían reservada los de la organización para llegar al control, impresionante. De nuevo las pomaditas de rigor y una comida ya en condiciones, después de hacer todo el recorrido coincidimos en que este control era el mejor en cuanto a comida, solo tenía una pega, habia un servicio para todos y sin cerrojo, la buena de Merche me pilló "en bolas" cuando me estaba poniendo crema en el trasero.
A la salida nos volvemos a juntar con Emilio Alvarez, Joaquín y Federico de Madrid, hacemos unos cuantos relevos y nos dicen los de Pedreguer que van a ir más despacio, porque hay uno de ellos que va un poco mal. Después de pasar un par de rectas de 14 kms. continuamos por subes y bajas, más subes que bajas, y Emilio comenta "ancha es Castilla", aquí no hay puertos son cuestas, dichosa cuesta de 4 kms., que ganas de llegar al pontón y pillar algo de bajada. Llegamos a Fromista (4º punto km. 319), la calor ya empieza a apretar pero sin ahogar, decidimos comer en un bar, ya que en el control no había comida, se nos unen los de Pedreguer que venían retrasados, el Tito Jose María y un amigo que habían ido desde Madrid en coche para ver como iba la cosa. Después de comer vuelta a empezar, seguimos con los relevos, vamos viendo algunos peregrinos haciendo el camino de Santiago, hace una tarde calurosa y tenemos que parar un par de veces a beber, repostar y algún "maxibón", este tramo se me hizo bastante duro por la calor y la distancia entre los puntos, con un par de repechos muy duros antes de llegar a Cistierna, el pobre de Lázaro iba flaqueando un poco, así que los de Pedreguer que se habían animado y yo nos adelantamos un poco hasta el control. Al llegar a Cistierna (5º punto km. 433) me da tiempo de darme una duchita rápida y cambiarme de culotte por primera vez, antes de que llegaran los demás, yo como en cada control al llegar Pepe con el coche de apoyo le pido mis cremitas para cuidar las posaderas, eran las 20;15 de la tarde, muy pronto para dormir, por lo que decidimos comer un bocata de tortilla de patatas y continuar hacia "El pontón" y dormir en Cangas de Onis, los de Pedreguer deciden dormir en Cistierna y continuar al día siguiente, por lo que nos quedamos Rafa, Jorge, Lázaro y yo,dicho y hecho, mientras los demás se preparan yo les espero fuera chupando un "pirulo", que después del día de calor refresca un montón.
Salimos hacia Cangas, por un falso llano, antes habría que subir el Alto de la Remolina, llegar a Riaño y afrontar el Pontón,

Lázaro sigue pásandolo un poco mal, en la bajada hacia Riaño, (embalse grandísimo) Rafa se pone a mi rueda, enchufo el turbo, pongo la larga y nos dejamos caer, en pocos kms. los hemos perdido de vista, seguimos bordeando el inmenso pantano por terreno favorable, hasta que pasamos un pueblo y la carretera se empina, ya está bien entrada la noche, el alto del Pontón parece que no llega, después de una rampa fuerte ya vemos el cartel, "que alivio", ya erán las 24;00 horas.
Rafa y yo decidimos esperar a Lázaro y Jorge mientras comemos algunas galletas, antes de iniciar la bajada, la niebla empezaba ha hacer acto de presencia y había que bajar rápido. Nos dejamos caer hacia Cangas, pronto nos quedamos solos, yo delante con el turbo, la larga puesta y Rafa a rueda. En una curva he pillado un socabón y he pinchado la rueda delantera. Terminando de reparar nos pasan Lázaro y Jorge, seguimos la bajada y en un par de kms. ya hemos cogido a Jorge y Lázaro, continuamos la bajada hacia Cangas, entre curvas, campanas del ganado y el sonido del Sella, en el falso llano Rafa y yo hacemos algunos relevos, por fin llegamos a Cangas, para variar el control está a las afueras del pueblo después de un repecho largo. Al llegar el controlador nos comenta que hay unos 10 ciclistas durmiendo, y que los primeros ya han llegado a Gijón, después de esperar 1 hora a Lázaro y Jorge, una duchita, las cremas, una buena cena y a dormir 5 horitas, después de 26 horas sin parar.
Yo soy el último en pasar al "dormitorio", había poca gente, no habían mantas, me acosté sobre una colchoneta de 1cm de espesor, no podía conciliar el sueño, hacía frio, me puse en cuclillas, con la cabeza entre las piernas y así pude dormir un poco, sobre las 6 de la mañana se levantan los primeros y ya veo algunas colchonetas libres, lo que aprovecho para cambiarme de sitio y taparme con un par de colchonetas, esto si que es comodidad.

Segundo dia: Sobre las 8 de la mañana y después de desayunar, con ración doble de café con leche y magdalenas, salimos hacia Gijón, circulamos por continuos sube y baja, con mucho tráfico, este tramo se me hace eterno hasta Pola de Siero, donde giramos a la derecha y afrontamos el Alto de la Madera, desde donde se divisa Gijón. En la bajada nos cruzamos con gente que ya va de vuelta, cruzamos todo Gijón hasta la playa, donde nos hicimos la foto de rigor.
Tras sellar en el Ayuntamiento (control secreto), volvemos a cruzar Gijón hasta el albergue donde estaba situado el punto de control, donde nos estaban esperando Francesc Porta, Alfonso Triviño, Junquera y Eva, tras hacer los comentarios de rigor, damos cuenta de la comida que nos habían preparado los de Gijón.
Tras la comida emprendemos regreso hacia algete, solo faltaban 625 kms., pero personalmente me pasó igual que en la PBP, al ir de vuelta vas como mas alegre, vas descontando kms., es un punto más de moral que tienes. Subimos el alto de la Madera y la vuelta hacia Cangas, aunque tenemos aire de cara, vamos haciendo relevos y se me hace más corta que la ida, aún así paramos un par de veces para repostar, ya que hacía calor.
Llegamos a Cangas km. 691, sobre las 18;30 de la tarde, llegados a este punto el culo ya empieza a quejarse, por lo demás voy bien, merendamos un poco y salimos para subir el Pontón (42kms), vamos juntos durante el falso llano, pero cuando empieza a empinarse, cada uno marca su ritmo, Jorge va solo, Merche y Lázaro juntos, y Rafa y yo por detrás. Aprovechamos el impresionante desfiladero del Sella para hacernos algunas fotos, le comento a Rafa que esto es lo más bonito de la prueba, menos mal que de noche no se ven los acantilados y los barrancos, a mitad de puerto a Rafa se le mete un mosquito en el ojo, por lo que tenemos que parar 5 minutos, hasta que pude sacárselo. Continuamos la ascensión, se hace larga, pero miro el pulsómetro y menos en la salida que no lo controlé, no pasé de 145 pulsaciones. Llegamos al alto sobre las 21;00, Lázaro y Jorge se habían dejado caer antes, pero en un par de kms. en bajada, Rafa y yo los habiamos cogido, continuamos juntos hasta Riaño, me comenta Jorge que no aprete en las bajadas, y es que en las subidas yo me quedo.
Al pasar Riaño y después de un repecho hay una bajada larga, yo meto el turbo y la larga, Rafa a rueda, al final de la bajada los habiamos perdido de vista, continuamos hasta Cistierna(punto de control), charlando y mirando hacia atrás, sellamos y los esparamos para cenar.
Después de la ducha y las pomadas de rigor, vuelvo a cambiarme de culotte y maillot, yo creo que las pomadas ya no me hacen nada, el culo se queja de todas formas. Terminando de cenar llegan los de Pedreguer y quedamos para salir al día siguiente todos juntos, dicho y hecho.

Tercer dia: Después de comer alguna galleta, continuamos camino, hasta algún bar para desayunar.
Al llegar a un pueblo, bien entrado el día, vemos un bar abierto, todos de cabeza, ración doble de café con leche (condensada) y donuts a "go gó", acabamos con todas las existencias.
Continuamos hacia Sahagún, por carreteras favorables y aire de costado, al llegar al pueblo giramos hacia la izquierda, ahora con aire en contra, que nos hace meter casi todo en los repechos, hay 40 kms. a Carrión de los Condes y se hacen muy duros.
A estas alturas ya tenía los labios cortados y la boca llena de llagas, la calor empezaba a apretar, se preveía un día caluroso.

Al llegar a Fromista km. 903, sobre las 12;00, me voy directamente a la farmacia, compro una pomada que haga milagros en las posaderas, unos palitos para las llagas, trombocid para las piernas y pomada para los labios. Después de sellar, yo doy cuenta de un bocata de tomate con atún que me sentó de maravilla, otros prefirieron comer de menú.
Tras repostar seguimos hacia Tortoles, aire a favor y carretera favorable, en medio de una recta a Rafa le entra un apretón, los demás continuan, yo le espero en la carretera, cerca veo una acequia de riego, y como la calor aprieta me acerco y meto la cabeza, que fresquita. Una vez que Rafa ha descargado, y como la carretera es favorable cogemos a lo demás en poco tiempo. Antes de llegar a Tortoles hay que pasar un par de altos, cuestas o repechos, donde se va notando el calor del día, yo solo pienso en pasar por los pueblos para refrescarme en alguna fuente. Al pasar por Baltanás el grupo se refresca en un parque que estaban regando, yo continuo y me paro en una fuente a la salida del pueblo, es natural y sale muy fresca, me bebo tres botellines y me refresco, el grupo pasa, los cogemos en la siguiente recta, gasto el agua del botellín en refrescar a la gente, que lo agradece. A estas alturas los pies empiezan a calentarse y llevo las zapatillas desabrochadas.
Llegamos a Tórtoles km 979 y después de salvar el repecho de rigor, llegamos al control donde el sol "pica", nos está esperando Javier Arautz, comemos de plato y comentamos los rigores de la prueba, nos dice que el primero ya está en Madrid y que ha llegado alguno con problemas de deshidratación, empieza a rondarme la idea de no parar a dormir y hacer todo de tirada hasta Madrid. Mientras los demás se preparan, los espero en el pueblo dando cuenta de otro "maxibón".
Continuamos hacia Aranda de Duero entre continuos sube y baja con aire a favor, pasan los kms. rápidos, en Fuentespina paramos pues la calor aprieta y una coca cola fresca se agradece. He acabado con los palitos para las llagas, los he repartido entre Rafa y Jorge que también empiezan a notar las consecuencias de la prueba.
Llegamos a Ayllón km. 1.060, todabía se acordaban de un tal Domingo, que andaban buscando, aquí decidimos hacer de una tirada hasta Madrid sin dormir y así evitar la calor del último día. Los de Pedreguer deciden continuar hasta Atienza y allí dormir.Tras una ducha y las últimas cremas, nos pusimos a cenar con una jarra de cerveza doble, y pasta fria.
Después de ataviarnos de lo necesario para afrontar la noche, nos disponemos a salir, cuando al subir a la bicicleta noto un dolor fuerte en la rodilla derecha, casi no podía hacer fuerza, el culo es lo que menos me dolía, llevaba la punta de los pies con dolor, la rodilla derecha y para colmo al rato de salir tuve ardor de estómago.
Lázaro tuvo una avería en la luz delantera, por lo que aproveché para continuar a ritmo lento, dentro de mis posibilidades, me cogieron en el alto de la pela, y en la bajada ya se sabe, puse el turbo, la larga y Rafa a rueda, llegamos a Atienza km 1115 esperando que llegaran Jorge y Lázaro, yo no podía parar pues el dolor era intenso y en el estómago no me entraba nada.
Cuando llegaron se quedaron tomando algo, Rafa y Yo continuamos dirección Algete, paramos en Cogolludo a coger agua y comer alguna galleta. Continuamos hacia Madrid pasando todos los repechos, mirando hacia atrás, pero Jorge y Lázaro no se veían, yo le decía a Rafa que no nos cogian, y así fue, después nos comentaron que les entró sueño y tuvieron que parar.
El último tramo se nos hizo muy largo, Rafa me comentaba que veia visiones, que esto era interminable, el tramo de el casar yo veía las estrellas, cada bache que pillaba los pies me quemaban, el estómago no quería nada y la rodilla quería parar.

Cuarto dia: Viendo las primeras luces del día (6;40) llegamos a Algete, con la sensación de estar vacio de fuerzas. Le comento a Rafa que para entrar en el Poli hay que ir hasta la siguiente rotonda, pero va a ser que no, nos metimos en dirección prohibida 100 mts.y con la bicicleta hasta dentro del control, donde nos reciben Roberto Iglesias y Javier Arautz, nos comentan que solo han llegado 38 ciclistas, después de darnos la enhorabuena y comentar los rigores de la prueba, nos dimos una ducha que supo a gloria, y a la cama, mejor dicho a la colchoneta.
A las 8;00 llegaron Jorge y Lázaro y los de Pedreguer sobre las 12;00, tras un descanso comimos todos juntos, ya con mejor ánimo comentamos la experiencia, y con el punto de mira puesto en la PARIS-BREST-PARIS 2007, los pensamientos negativos del comienzo de la prueba se habían esfumado y ahora ya pienso en volver en el 2009, más estando en España.

Felicitaciones a la organización, en general ha estado todo bien, los puntos de control habían unos mejores que otros, pero eso depende del pueblo en cuestión, teniendo esta primera experiencia, seguro que en posteriores ediciones saldrá mejor.






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Madrid-Gijon-Madrid 2005. José Antonio Gómiz Martínez. (Fuente)

Me falta incluir el texto de jose antonio










Madrid-Gijon-Madrid 2005. José Ramón Castro Iglesias (SCTA). (Fuente)

texto de jose ramon










Madrid-Gijon-Madrid 2005. Raúl Vázquez González (SCTA). (Fuente)

Madrid – Gijón – Madrid
¿Cómo comenzar esta crónica? ¿Quizás en el mismo momento de la salida, o desde que a principios de año nos pusimos a pedalear con la vista puesta en la primera MGM 1200? ¿O quizás aún más atrás remontándonos al año pasado cuando hicimos la prueba Madrid – Gijón?
Todavía tengo los pelos de punta de la emoción que me produce el haber, no solo intentado, sino conseguido esta que para mí es una hazaña.
Como siempre, la participación asturiana fue de lujo. Catorce asturianos, de los que 11 pertenecen a la SCT Asturiana. Esto dentro de la participación de unos 130 en total de los cuales había mucho extranjeros, principalmente franceses y daneses.
La salida se hace por tandas cada 20 minutos. La primera sale a las 22:00 horas, después de guardar un minuto de silencio por las victimas del terrorismo. Sacamos unas cuantas fotos en la salida, y nos disponemos a partir en la siguiente tanda.
Los primeros kilómetros se hacen a toda leche. En la oscuridad casi total, apoyándonos en las luces, se rueda rápido camino del primer control de Atienza. Los asturianos nos mantenemos juntos y rodando en cabeza, con Mariano, como siempre, de capone del grupo. El terreno es un constante sube y baja, pero la carretera es buena. Las motos nos acompañan, indicándonos las zonas de obras. En las subidas, me siento muy fuerte, y paso casi sin querer a la cabeza del grupo. La rodilla no me molesta y voy con ganas. Nos acompaña un matrimonio, ella con una bici pequeñita con ruedas creo de 650 que es toda una veterana en estas lides, y lo demuestra.
Llegamos al primer control. Tomamos un café con un pastelito, y luego otro café.

La mayoría de la gente ya ha salido, mis compañeros me avisan que salen ya. Yo casi con el café en la boca me uno a ellos. Circulamos ahora todos los asturianos del grupo más la pareja y alguno más, pero los demás ya se han ido por delante. Ahora marcamos nosotros el ritmo, bastante rápido. Los cafés y las prisas, junto con las barritas, no me ha sentado muy bien y ando con el estómago revuelto. No soy el único. Mi compañero Juan Luis también se resiente. Llegamos a Ayllón, sellamos y salimos. Continuo con las barritas, y el estómago sigue revuelto.
En la subida al alto de Ayllón empieza a hacer frío pero no se nota. En la bajada, piso muy irregular y voy muerto de frío. El traqueteo hace que Pomar pierda las luces, no es el único, vi otros ciclistas que se les caía cosas.

Empieza a salir el sol, y vamos calentando. Por el camino Juan Luis va a cola y no se siente bien. Le doy una de las pastillas para el estómago y seguimos. Vamos pasando un poco cada uno a tirar delante. Nos dirigimos a Tórtoles de Esgüeva donde llegamos a las 08:25. El control está en el monasterio, al que tenemos que llegar entrando en el pueblo y subiendo unas rampas de hormigón que fastidia bastante pero que como veremos después, merece la pena. Pasamos a comer algo, tortilla y un tazón de colacao con cereales, y hacer de paso unas fotos en el interior del monasterio.
A la salida, Juan Luis, que aún no se ha repuesto de sus problemas de estómago decide esperar un poco para no entorpecer la marcha del resto y ver si se va recuperando.
La salida del pueblo empieza en una cuesta muy fuerte que ya conocía. Continuamos todos juntos. Los más fuertes van tirando mas seguido. Yo con problemas aún de estómago, no me sentía con muchas fuerzas. En las largas rectas con toboganes constantes, metidos en la inmensa planicie de Castilla, parece que la carretera nunca se va acabar.

Cerca ya de Frómista alcanzamos a ver por delante a Emilio, y entramos todos juntos al control a las 11:17. A pesar del retraso de 30 minutos en la salida, aún vamos con 1 hora de adelanto sobre el horario previsto.
Yo paso por el control a lavarme y poner un poco de crema para las rozaduras y para el sol. Cojo un poco de comida en barritas, pero paro con los demás en un bar, donde pedimos unos macarrones. Comemos también unos yogures. Llega también Castro, que se pone a comer, y cuando ya íbamos a salir, llega Juan Luis. Esperamos por el mientras come rápido un bocadillo, y sale con nosotros. Castro sigue allí, dando cuenta de una buena comida y de la botella de vino.
Juan Luis parece que se ha recuperado bien. Vamos ahora camino de Cistierna, en un buen grupo.
En un cambio de carretera, al cambiar de plato, se me sale la cadena, y apurado como estaba para no perder el grupo, no acierto a ponerla. Por fin, y después de llenarme todo de grasa, la pongo, y empiezo a subir un tramo de carretera en muy mal estado. Alcanzo a Mariano, y sigo para adelante. Mariano se ha descolgado y ante la velocidad del grupo, aviso que le esperen. Nos descolgamos Javier y yo. Javier se para hasta que llega Mariano y juntos tiran hasta alcanzarme, y luego yo tiro hasta alcanzar el grupo. La carretera está en obras, por lo que nos meten por un desvío. Vamos todos sin agua, por lo que pensamos en parar en Sahún, pero no encontramos ningún bar en la ruta, por lo que decidimos seguir hasta el próximo pueblo. Aquí, ya íbamos todos ecos, y nuestra única preocupación era encontrar agua. Los pueblos están muy lejos unos de otros, y en ninguno hay ni bar ni fuente. Encontramos y pueblo, preguntamos por el bar. No hay. ¿Fuente? Sí, en la plaza del pueblo. Vamos allí con esperanza. Nos indican la fuente……y también que no tiene agua. Jo….seguir camino y rezar para no acabar deshidratados.
Por fin en el desvío de Cea, encontramos un bar. Yo estoy ya casi más que muerto. Todos se tirar a beber algo. Yo, de frente al baño, a lavarme y refrescarme todo. Cargo los bidones, y un poco repuesto pido algo para beber, una cerveza 00. Salimos a la calle a tomarlo, y Gonzalo pregunta por una tienda. Viene cargado de fruta. Yo aún estoy mal del estómago, pero puedo comer con bastante gusto un par de albaricoques. Un poco repuestos ya, continuamos camino dirección a Cistierna. Cambiamos de dirección varias veces debido a las obras, y sabemos que estamos haciendo varios kilómetros de más, lo que no ayuda a la moral precisamente. Como tampoco la carretera con piso irregular que sube y sube. El grupo se va rompiendo poco a poco a tenor de las paradas, y yo estoy por descolgarme e ir a mi ritmo, pero aguanto. Al fin estamos cerca de Cistierna y la carretera mejora y nos lanzamos a un fuerte descenso hasta el control donde llegamos a las 18:15. En este momento vamos con el horario justo previsto por mí. Los kilómetros de más, el calor y el cansancio hacen que hayamos perdido esa hora que llevábamos de adelanto.
Yo tengo claro que necesito darme una ducha. Tanto Javier como yo, nos duchamos. Nos dan una toalla para secarnos. La cámara de fotos que llevaba, la dejo en las bolsas en el control, y a cambio, cojo unas perneras cortas y el cuello polar. Seguramente lo necesitaré en la bajada del Pontón.

Nos dirigimos al bar a comer algo. Cuando llegamos, ya nuestros compañeros salen, pero yo tengo claro que si no como algo, voy a ir mal, así que nos quedamos Javier y yo y pedimos un bocadillo. Lo comemos, y salimos otra vez, casi bien de horario.

Subiendo hacia Riaño, Javier no va bien. Se queja de sueño, y le cuesta subir. Voy tirando y esperando por el todo el rato, pero a la vez vigilando mi rodilla que empieza a dar signos de ir mal. Curiosamente, después del bocadillo de Cistierna, mi estómago va bien. Decido que a partir de ahí, se acabó comer porquerías en forma de barritas, y comer en condiciones. Cerca ya de mi temible kilómetro 500, y a falta de unos pocos para coronar el puerto, me empieza a doler la rodilla. Tengo que vigilar el pedaleo, y procurar no ponerme de pie bruscamente. El ascenso es tan lento, que vamos retrasando cada vez más el llegar al alto del puerto. Pensaba estar ahí a las 9 para bajar el puerto de día, pero cuando coronamos y después de poner ropa de abrigo y reflectantes y hacer unas llamadas, son las 10 y empieza a no verse bien. Vamos bajando el puerto, cada vez más despacio porque la noche se va haciendo aún más oscura y hay que extremar las precauciones.
A estas alturas, vemos que va a ser difícil llegar a Gijón por lo que decidimos dormir en Cangas. Javier va muerto de sueño, y yo muerto de hambre. Paramos a cenar en un bar el Puente Vidosa. Pedimos filete con patatas y 2 huevos fritos cada uno. La cena nos supo a gloria. Ahora si que tenía ya el estomago bien. Vamos sin embargo con mucho sueño, y llegamos a Cangas a las 0:50. Entre la parada para cenar y el lento descenso del Pontón, ya llevábamos casi dos horas de retraso, por lo que nos fuimos a dormir. Yo aún iba bien en cuanto al sueño, pero Javier no podía seguir sin dormir.
Sellamos y nos acostamos en las colchonetas del polideportivo. No había manta, por lo que, si bien al principio no tenía frío, más tarde, entre el frío y los ronquidos de nuestro amigo Emilio, nos despertamos a las 6.
Nos levantamos, lavarnos un poco, y desayunar un colacao con unos bizcochos. Salimos dirección a Cangas Javier, Juan Luis y yo. Juan Luis había llegado mucho antes que nosotros contó con la asistencia de su mujer en el control que le llevó de todo. ¡Que envidia¡
Al poco de salir, Javier decide no continuar por problemas en la rodilla. Dice que se va a casa en bicicleta. Le decimos, que si va mal, que coja el tren. Nos vamos solos Juan Luis y yo.
Llegamos a la Madera y subimos bastante bien. Otra cosa fue el desvío por Gijón que me cabreó bastante, pues se añaden otros al menos 10 km más. Callejeamos por todo Gijón entre los coche, paseo por el muro de la Playa de San Lorenzo, y pasar el control secreto situado en el Ayuntamiento.

Vuelta atrás y a buscar el Albergue donde está el control. Cuando llego allí, se me pasa todo el cabreo de repente. Nada más llegar, encuentro al presidente del club, que me coge la bici, me la pone dentro, me recarga los bidones, me indica que hacer para ducharme y comer……en fin, su amabilidad, y sobre todo en aquel momento me emociona.
Bebo algo y me subo a ducharme. ¡Que gustazo ¡Me cambio de ropa y me aplico un poco de cremita en “esos sitios”, y voy a comer. La comida, muy buena, muy rápido, a mesa puesta, y nunca mejor dicho, pues ya hasta tengo la comida servida en el plato Solo tengo que sentarme. Pasta, carne, y postre, además de café.
Termino de comer, y me encuentro a los que llegaron ayer para dormir que ya salen. Nos demoramos un poco, y salimos Juan Luis y yo junto con un grupo casi todos conocidos de la PBP (Benayas, Emilio, etc..)
Subimos la Madera a buen ritmo, y continuamos dirección a Cangas. En el camino veo a Emilio al lado de una moto de la organización, que me da un antiinflamatorio. Me lo tomo y enlazo con el grupo. Pensamos llegar a Cangas y seguir más adelante a comer.
Llegamos al control de Cangas de Onis a las 15:05. Sellamos y seguimos. Vemos a algunos de nuestros compañeros comiendo en un restaurante. Nosotros seguimos para comer más adelante en el bar de Puente Bidosa. Así repartimos un poco la subida al Pontón. Llegamos al bar y pedimos para comer, lomo con patatas y huevos fritos con una ensalada. Mientras comemos vemos pasar por la carretera algún participante, Emilio, Benayas, etc. y poco después a Castro. Salimos y cogemos a Castro al poco rato. Paramos a tomar una coca cola en Oseja de Sajambre. Allí encontramos a Gonzalo, que nos invita. Y también, sale rápido, y olvida la cartera. Menos mal que nosotros la vimos y la recogimos. Cuando llega su compañero, Alberto, se la damos.
Salimos otra vez en el momento en el que llegan Juan y compañía.
Casi en el alto del puerto, hay una fuente muy buena – la fuente del infierno -, y paramos allí a llenar botes y refrescarnos.
Bajada rápida hasta Riaño, y continuar hasta Cistierna. Aquí decidimos continuar un poco más allá de Cistierna. Puesto que es un poco demasiado llegar a Frómista, decidimos buscar un hotel en Sahún, más o menos a mitad de camino. Mi mujer me encuentra un hotel, pero dicen que tenemos que llegar antes de las 12 de la noche, lo cual vemos que será imposible. La mujer de Juan Luis nos encuentra un hotel que no cierra y hay habitaciones y nos reserva aunque es algo caro. Llegamos a Cistierna a las 21:30. Nuestros compañeros Juan y compañía, andan buscando también un hotel en Sahún. Les damos el teléfono del nuestro, llaman y reservan. Recojo la cámara de fotos y nos disponemos a salir. Juan, Bernardo, Gonzalo y Alberto ya han salido por delante. Juan Luis y yo, salimos por detrás a nuestro ritmo. Ya es noche cerrada y paramos en un pueblo a poner luces y chaleco. Charlamos con unos lugareños que nos dicen que las bicis no son de “carrera”??????En fin……… Más adelante nos encontramos con nuestros compañeros que fueron por distinta carretera. El último tramo, decidimos hacerlo por la carretera en obras, pues los lugareños dicen que está bien para pasar en bici. Joder¡¡¡¡ como estaba. Al final, tardamos más y con un cabreo de aupa.
Llegamos al hotel a la 1 de la mañana. No hay nada para comer y estoy desfallecido. El recepcionista, lo único que me puede dar es un colacao caliente con un bollo. Lo como con gusto y nos vamos a la habitación.
Allí nos duchamos y ponemos el despertador para las 6:45. A esa hora, nos levantamos, nos vestimos y bajamos a desayunar. Tomo un colacao con bollo y después pido unos huevos con beicon, que me sentaron de maravilla. Al lado hay un cliente que se interesa por lo que estamos haciendo, y apenas se lo cree.
Salimos por delante, y al poco nos pasan. Vamos siguiendo el camino de Santiago, y vemos muchos peregrinos. Este tramo nos da el viento de cara y no se avanza rápido.
Llegamos a Frómista, donde sellamos a y nos vamos al bar a comer un par de bocadillos de jamón con tomate.
Salimos otra vez, yo voy por delante, y aprovecho un tractor cargado para hacer unos kilómetros tras él mas descansado. Los kilómetros van pasando en las largas rectas. Voy solo, y decido parar en el primer pueblo a esperar por Juan Luis. Paro en el pueblo en una fuente, me refresco y lleno los botes y llega Juan Luis. Salimos otra vez juntos. Dirección a Tortoles de Esgüeva voy un poco tocado ya, con pocas fuerzas y con ganas de parar. Hace mucho calor, y solo voy pensando en ducharme, comer y dormir un rato. Tras una larga subida, me quedo rezagado. Paro un poco para descalzarme y aliviar el dolor de pies. Mi compañero me espera un poco más adelante. Estamos a punto de llegar al kilómetro mil¡¡¡¡¡ Paro y saco una foto al cuentakilómetros – 999,99- a continuación, éste se pone a cero. Sé que en la entrada del pueblo hay una pequeña bajada, pero esta recta interminable no se acaba. Por fin entramos al pueblo. Ahora hay que subir la cuesta hormigonada hasta el control. Llego a las 15:20. La acogida en el control es muy buena. Llego con mala cara, pero tras ducharme, me siento otro. Saco una fotos allí mismo y paso a comer. Me preparo una ensalada variada y unas rajas de lomo con un yogurt. Me uno a Juan Luis a comer. Le saco unas fotos tomando vino con el porrón. El personal del control, muy amable, nos da conversación mientras comemos. Yo estoy pensando en dormir un poco para quitar unas horas del calor, pero después de comer me siento mejor y decido continuar . Juan Luis ya ha salido, y salgo tras él. Al poco encuentro al grupo de Juan que han pinchado. Continúo para adelante y alcanzo a Juan Luis. Por delante va Emilio que me acompaña un rato pasando por Aranda de Duero. Nos pita a modo de saludo un camionero. Un poco más adelante, este camionero, aparca, y nos espera con unas latas de acuarios. Por lo que se ve, conoce a algunos, y sabe de qué va el tema. Camino de Fuentespina, me va doliendo mucho la rodilla, por lo que voy solo a mi paso. Poco antes e llegar al pueblo, me alcanza el grupo de Juan, y paran en el pueblo. Yo paro también, pero solo a coger agua en la fuente. Les digo que voy tocado, y que sigo a mi ritmo. Poco después me alcanza Juan, que me pregunta como voy y me da un antiinflamatorio. Voy camino de Ayllón, parece que algo me alivió. Voy ya seco y buscando una fuente. Cerca ya de Ayllón, me paro en una fuente y me refresco y cargo bidones. Llego a Ayllón, y allí están todos, ya comiendo. Yo hago lo mismo, cojo pasta y lomo y una jarra de cerveza. Cuando estamos comiendo llega Juan Luis y se sienta a comer también. Otra vez salimos por delante los dos, y enseguida nos pasan. Ahora hay que subir el Alto de la Pela. Yo voy delante y casi coronando me alcanza Juan Luis. Ya es de noche, y ponemos todas las luces y reflectantes. La supuesta bajada, no es tal. El viento pega de frente y avanzamos muy lento. Poco a poco vamos dirección al siguiente control que parece que no llega nunca. Llevamos ya mucho cansancio y sueño, y solo deseamos llegar para dormir algo. Cuando llegamos al control de Atienza, sobre la una de la mañana, salen el grupo de Emilio, Juan Pomar y Bernardo. Alberto y Gonzalo deciden, como nosotros, parar a dormir. Quiero cenar algo, pero solo me ofrecen una tortilla francesa con pan duro. Tampoco hay leche para tomar un café, así que me arreglo con lo que hay.
En el cuarto para dormir, pequeño, hay unas colchonetas hinchables y mantas. Dormimos bien hasta que llegó un grupo sobre las 5 de la mañana, de los que uno se puso a roncar inmediatamente. Ya no pudimos dormir mucho más, así que nos levantamos. Por primera vez pude ir al baño. Esperamos a que amaneciese. Salimos los cuatro, con la intención de parar en Cogolludo a desayunar. En la plaza del pueblo, paramos en el hotel. Me tomo un colacao con unas pastas (es lo único que hay), y seguimos. Juan Luis se va por delante en la subida del pantano. Yo aguanto por atrás procurando no forzar la rodilla. Al poco llego a Alalpardo, y le veo en un bar. Paro también, y comemos un bocadillo de jamón con tomate. Ya nos quedan solo 6 kilómetros que hacemos disfrutando, y llegamos a Algete a las 11:52. Total kilómetros : 1260 Damos la vuelta para ir a buscar el coche, y nos pregunta un motorista que si estamos repitiendo, ja, ja. ¡Pues no tuvimos bastante……¡¡ He tardado bastantes más horas que en la París – Brest – París, salen más kilómetros, y es sin duda más dura. Sobre si repito……..Lo veremos más adelante. Estoy muy satisfecho de haber podido terminar, y agradecido a la buena organización a pesar de ser la primera. Algunos controles, a decir verdad, todos menos uno, estaban de lujo, muy bien atendidos y con mucho servicio, y mucha amabilidad. En ese sentido, mucho mejor que en Francia, donde todo te lo tenías que pagar. Espero que en el 2009 sean muchos más los participantes, y si puedo estaré entre ellos.










Mi Madrid-Gijon-Madrid 2005. Luis Alberto García Landa. (Fuente)

‘Tengo que hacerla’ me dije a mí mismo en la presentación de la MGM 1200 que hubo en la Marcha Cicloturista Internacional de Maspalomas. Ya hace varios años que soy asiduo participante en las brevets preparatorias para la Paris-Brest-Paris (P-B-P), a la que nunca he ido, y también tengo experiencia en pruebas de gran fondo como la carrera de las 24 horas de Pomps (Francia), cita a la que hemos acudido en varias ocasiones con la Peña Ciclista Edelweiss de Sabiñánigo, obteniendo la victoria en dos ediciones.
Desde principios de año orienté mi entrenamiento al gran fondo, participando en las brevets clasificatorias que para mí fueron muy penosas ya que me encontré con el handicap de sendas lesiones en los meniscos de las dos rodillas, lo que me hizo en todo momento dudar sobre mi participación final en la MGM. En la brevet de 300 conocí a Javier Gimeno, asiduo participante a pruebas de larga distancia (PBP, Roma- Bérgamo-Roma, Burdeos-París, etc.), quien me dio mucho consejos, en la de 400 coincidí con José Luis Llera (primer español en la P-B-P) y otro gran fondista de Villaba. Y la brevet de 600 kilómetros la hice en compañía del grupo de Domingo Santos en Massamagrell. Acabé con las dos rodillas tremendamente inflamadas y esto provocó un parón en mi entrenamiento, el cual tuve que completar con varias sesiones de natación.
No obstante en cuanto pude retomar la bicicleta procuraba hacer salidas de más de 5 horas sin tomar alimento durante las mismas, procurando con esto entrenar más a fondo el metabolismo de las grasas. Mi último entrenamiento de fondo antes de la MGM fue de 211 kilómetros y 5600 metros de desnivel acumulado (el equivalente a casi dos quebrantahuesos) saliendo desde Biescas y pasando por Portalet, Aubisque, Soulor, Espandelles, Coraduque y de nuevo Soulor, Aubisque y Portalet por el otro lado para llegar a Biescas.
Como todo objetivo mío, me lo planteo para intentar llegar en cabeza, y este no iba a ser menos, y por supuesto creo que la manera de conseguirlo es aprovechándome de toda la intendencia posible que permita el reglamento de la prueba y por ello les planteé a mis amigos Lorenzo Asín y Adolfo Urzola la posibilidad de asistirme con un coche en los controles y así, entre los tres, planificamos la manera de actuar: en cada control. Debían de tener preparado mi avituallamiento y yo descansar lo máximo posible (sí me acostaba cinco minutos ellos me despertarían en el momento en que los demás participantes reiniciaran la marcha). Al llegar a cada punto me tomaría un bidón de proteínas y en la bici me llevaría otro bidón con carbohidratos, otro de agua y alguna barrita energética, asimismo me comería un sándwich de mantequilla, queso y jamón de york, y alguna que otra cucharada de mantequilla suelta puesto que la grasa tiene mucha energía, también me debían de tener siempre preparada la ropa adecuada (maillot, culote, manguitos, rodilleras, guantes, etc.). Este rito se repetiría en cada punto de control don ellos me esperarían.
Otro detalle que consideré que debía tener presente era la posibilidad de rozaduras en la zona perineal, por lo que desde un principio utilicé vaselina y desde la mitad del camino me apliqué un parche de Variasive Gel que, además de curar, protege (y aun así…) Y como no, a la bici había que darle unos retoques, creí necesario variar mi posición aerodinámica por una más cómoda elevando el manillar 3 cm. y también cambié el sillín por un Aero gel around., menos ligero pero toda una garantía. Ya estaba listo…..
Con todo así previsto llegamos a Algete con la idea de tomar parte en la última salida de las tres que se iban a dar, como así decidimos con Javier Gimeno. A las 22 horas sale el primer grupo, mientras, nos hacemos una foto con otros participantes aragoneses y Roberto Iglesias, quien estaba ayudando a la organización. A las 22: 20 salen los siguientes participantes y, finalmente, a las 22:40 comienza mi aventura. Rápidamente hacemos un grupo de unos 8 o 10 ciclistas, grupo que por diversas circunstancias pronto quedó reducido a dos unidades: mi amigo Javier y yo. Así rodábamos juntos hasta el control de Ayllón y rápidamente retomábamos camino hacia el siguiente control en Tórtoles de Esgueva, repitiéndose en todos los controles el ritual de sellado y firma en hoja de ruta. Y así rodamos los dos en solitario hasta el Alto de Hornillos Km. 277, donde fuimos alcanzados por un grupo de cuatro ciclistas, tres de ellos pertenecientes al club de Ayllón y el catalán Domi, con quienes comenzamos a dar relevos avanzando a muy buen tren por los llanos de Palencia y León, donde somos informados por un motorista de la organización de que tan sólo perdíamos 8 minutos respecto al primer grupo, por lo que en ese momento éramos "líderes virtuales”, cosa que duró poco ya que paramos 1 hora y 30 minutos en un restaurante en Sahagún. Este grupo duro hasta el control de Cistierna ya que Javier, nuestro amigo de 70 años el italiano Pellegrini (al que habíamos cogido por detrás), y yo mismo decidimos no parar en exceso e ir afrontando poco a poco la aproximación y subida al Pontón. Esta zona se me hizo muy dura debido al sueño y al constante viento en contra, y cuando por fin llega la bajada, aun peor¡¡¡Qué frío pasamos Diosss!!! sombra, humedad, cansancio....Comienzo a perder la paciencia debido a nuestro cansino pedaleo y en Cangas de Onís les digo a mis fatigados compañeros mi intención de aumentar el ritmo para intentar llegar a la cabeza, cosa que así hice llegando en solitario a Gijón con la desgracia de perder 40 minutos de tiempo entre el control sorpresa y el control del albergue, ya que me extravié entre ambos, por lo que en el albergue tras una comida y una ducha me añado a la salida de los que me habían precedido iniciando el regreso a las 3:00 a.m. En ese momento éramos cuatro: Aitor, Yagova, Julián y yo, ya que había habido varios abandonos de este grupo de cabeza por tendinitis, rodillas inflamadas, fatiga, etc. Y así, con cansancio pero felices, iniciamos el retorno.
Conversación con Aitor, Julián se retrasaba somnoliento, Yagova de vez en cuando daba algún cambio de ritmo y gritaba fuertemente sin ningún sentido (no es que estuviera loco, solo intentaba vencer al sueño).
En Cangas de Onís nos equivocamos y hacemos un par de kilómetros extras hacia los Lagos de Enol pero finalmente afrontamos el Pontón, donde todavía nos cruzábamos constantemente con los participantes más retrasados de la marcha en su camino de ida y por fin otra vez Cistierna, pequeño descanso y vuelta a empezar, a partir de aquí un nuevo enemigo, el calor, 39ºC. , en Cea reponemos líquido en una hermosa fuente y nos remojamos todo el cuerpo. A partir de aquí, de nuevo calor y sueño, mucho sueño.
Por fin llegamos a Fromista donde esperaban a Julián sus familiares, que nos proporcionan un plato de pasta y jamón serrano y aprovechamos la posibilidad que nos brinda la organización de ducharnos en la piscina, dando tiempo al sol para que bajase su intensidad, se nos informa de que un ciclista francés se aproximaba, y así ya más repuestos y descansados partimos hacia Tórtoles de Esgueva donde somos recibidos por unos niños cual héroes nacionales. Cena rápida y continuamos, decidimos que en el próximo control, en Ayllón (Km. 1072), pararíamos a dormir 30 minutos. A la media hora somos despertados con sobresalto por Lorenzo y Adolfo quienes nos informan de que “nuestro francés” había fichado y continuado camino hacía 10 minutos, rápidamente reaccionamos y le damos caza en el Alto de la Sierra de la Pela y entablando conversación me dice que tiene la friolera de 7 Paris-B-P a sus espaldas terminadas y con una mejor marca de 45 horas.
Continuando ya nuestro recorrido sin más incidencias que el horrible calor que volvimos a pasar hasta nuestra llegada a Algete.
A destacar la buena organización con seguimiento de motos o de algún coche al final del recorrido y el flechado de todos los cruces de carretera, así como la sobresaliente atención de casi todos los controles de sellado obligatorio.






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Relatos Madrid-Gijón-Madrid 2009

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Relato de José Luis Pérez (Amigos de la Bici)
Relato de Fran Vacas
Relato de Javier Bouzas
Relato de Domingo Santos (pcmassamagrell)
Relato de Rafael Bárbara
Relato de Diego Izquierdo
Relato de Manuel Vallez Tera (CC Cástulo. Linares)





Pepe

Madrid-Gijon-Madrid 2009. José Luis Pérez, Amigos de la Bici, Salamanca.

BREVE CRÓNICA DE LA MADRID- GIJÓN- MADRID.

PRIMER DÍA.
Salimos del polideportivo de Algete en el último grupo de 50, a las 22:20, en compañía de Jose Bilbao, los vitorianos, Ibarreche y todo el grupo de Pueblonuevo. La temperatura a esas horas era muy alta, por lo que ya salimos con toda la carga de líquido posible y la consigna de in comiendo y bebiendo pues la tirada hasta Atienza (109 Km) era larga y el terreno quebrado.
En la cuesta de subida a El Casar, el grupo se fragmenta. En el llano, enlazamos con un pelotón de unos 20 participantes, rodando de forma cómoda por un terreno fácil. En Villaseca de Uceda, a unos 30 Km, tocó parar a coger agua, tal era el calor. Al salir a mejor asfalto y reagrupado el pelotón, el ritmo se animó bastante. El grupo de Manresa entaba parado en una cuneta. Uno de ellos había roto el cambio trasero y la patilla, siendo el primer abandono.
La fuerte subida del río Sorbe rompió el grupo, llegando a Cogolludo (Km 65) por separado. Paco y yo hacemos una breve parada para comer algo. Gene pasa, y Ramón llega poco después. Salimos los tres juntos, pero en la subida que viene después Ramón se queda. Nos juntamos con dos gallegos, que no pueden seguir nuestro ritmo en las subidas. Poco después, pasado Hiendelaencina y pasando un mal rato con el estómago revuelto (Los plátanos pasados de Cogolludo), nos alcanzan Ibarreche y su acompañante. Pillamos la rueda, alcanzamos a Gene y juntos llegamos a Atienza, primer control de la MGM.
Ya habíamos comido y Ramón no aparece. Llamamos y está a 15 Km, por lo que perdió ya más de una hora en sólo 45 Km. Esperamos más de lo recomendable y salimos prácticamente los últimos (quedaba el grupo de Emilio) a subir el alto de la Pela. La subida la hicimos a un ritmo cómodo pero sostenido. En Somolinos (Km 140) , con casi hora y media de pedaleo desde Atienza llamó Ramón. Acababa de llegar al control con fuertes calambres y deshidratación decidido a abandonar la prueba.
Al llegar a la zona llana de La Pela, comenzamos a ver de nuevo luces rojas. Llegamos al alto ya en compañía de los últimos participantes iniciando el terrible descenso a Ayllón (Km 163)por el pésimo asfalto. Llegamos molidos por el traqueteo al control, y tras una parada para comer y tomar café, salimos de nuevo a la ruta con la primera claridad del día.
El tramo hasta Aranda de Duero (Km 212) lo hicimos a muy buen ritmo. Ya teníamos a gente por detrás.
En la subida pasado El Maderuelo sale el sol, y al poco rato pega con fuerza. Fuera ropa y a untarse de filtro solar. En Aranda tomamos la circunvalación lo que evitó atravesar la población y ganar tiempo. Ya en la carretera a Tórtoles alcanzamos a un asturiano que iba quemado tras perderse en dos sitios. Pasando por tierra de viñedos llegamos al control de Tórtoles (Km 243), a media mañana. Tras una parada a reponer fuerzas, afrontamos la subida al páramo. En las largas rectas rodamos en grupo a buen ritmo. Atravesamos tres páramos y bajamos al Duero llegando a Torquemada (Km 285). El calor era tremendo, y aunque queríamos llegar a Frómista a comer, se hacía necesaria una parada. Paco no comió lo suficiente y comenzaron sus problemas de estómago.
Por unas obras en la carretera a Astudillo, nos desviaron por un páramo al que tuvimos que subir con una temperatura abrumadora. En Astudillo tomamos de nuevo la carretera buena, llegando a Frómista (Km 332) a sellar y a comer en condiciones. Allí nos esperaba Juanal haciendo de apoyo. A Paco no le entraban los macarrones. Estaba apajarado.
Salimos hacia Carrión con viento de cara, coincidiendo con algún peregrino camino de Santiago. En Carrión enfilamos la carretera a Guardo. Una recta tremenda aunque con árboles y campos de regadío que al menos daban cierta sensación de frescura. Amigos de la Bici al llegar a Saldaña
Cerca de Saldaña apareció Edu, y en esta localidad hicimos una breve parada técnica para reponer fuerzas e hidratarnos.

En la subida al páramo me siento fuerte y con ganas. Alcanzo al grupo de Maños y a los cuatro randoneurs de Dinamarca, con los que llego a Guardo (Km 415) rodando a casi 30 Km/h (ritmo danés). En Guardo no paro. Encuentro participantes parados por todo el pueblo, y dejo a los daneses en la subida. Voy solo, pero llevo a mucha gente por detrás. A esas horas se rodaba bien por el descenso térmico, aunque el terreno resultó muy duro sobre todo en la llegada a Cistierna (Km 437). Paso a sellar al control, y marcho con Juanal a cenar. Cuando llegaron Paco y Gene ya había terminado, por lo que salí en solitario hasta el final de la etapa, en Riaño. Rodando por el valle que sube a Riaño pude ver a varios participantes. Subí con ganas el repecho de la presa, y en el alto de la remolina se me rompió el soporte del piloto delantero. Suerte que llevaba un piloto a pilas de repuesto. Llego a Riaño (Km 470) donde está Ramón, que regresó a Algete a por el coche y se unió de nuevo a la expedición. Una ducha, y a dormir cuanto antes.

SEGUNDO DÍA.
Salimos temprano de Riaño camino de Gijón. En la subida al Pontón encontramos cantidad de participantes. Todos los que durmieron en Cistierna. En el descenso, llovizna, lo que obliga a extremar las precauciones. En el descenso, pasado Oseja, nos cruzamos con el primero de regreso a Madrid. Llego con Gene a Cangas (Km 535) haciendo relevos contra el viento de los Beyos. Desayunamos en una cafetería y fuimos a sellar. En el control nos encontramos con Jose Bilbao, que habiendo llegado el día anterior a las 22:30, abandonó por lo mal que llegó al intentar seguir el ritmo de los 20 primeros. Lo medio convencimos para que siguiera, y se unió con dos vitorianos camino de Gijón.
Edu cogió la bici y nos hizo de liebre camino de Gijón. Cerca de Infiesto nos unimos al grupo de Madrid haciendo relevos. Pero el grupo se rompió, quedando unos pocos haciendo el tramo hasta Noreña a muy buen ritmo. El cielo se estaba cerrando y el viento soplaba de cara. Desde el alto de la Madera se divisa el Cantábrico y Gijón. El final del camino de ida. Hacemos una bajada memorable del puerto, alcanzando las calles de la ciudad y afrontando una interminable serie de semáforos cerrados hasta llegar al palacio de deportes junto al mar, donde se encontraba el control (Km 620). Allí nos dieron de comer. Paco seguía con sus problemas de estómago. A la salida de Gijón nos cruzamos con el grupito de Jose Bilbao que llegaba en ese momento. Ya de vuelta, la subida a La Madera fue una delicia, con viento en popa y a ritmo de Edu. En el alto comienza a llover. Paro brevemente en Noreña a saludar a la familia y tomamos un café en El Berrón. Al salir a la vieja barretera de Santander llueve cada vez más. Rodamos juntos, a buen ritmo a pesar de la lluvia, llegando a Arriondas donde comenzó el infierno. Un diluvio de agua y de coches hasta Cangas (Km 700), donde encontramos un atasco bestial. En el control paramos lo imprescindible para no quedarnos fríos.
Afrontamos bajo el agua el camino de Los Beyos. Aún era buena hora pero tocaría hacer de noche parte del ascenso al puerto. Al llegar a las primeras rampas comenzamos a alcanzar y a pasar a unos cuantos participantes. Por allí subía un inglés con una bici de piñón fijo haciendo eses. En Oseja toca poner luces. El piloto a pilas se ha estropeado con el agua, por lo que me tocó hacer un poco de bricolaje para reinstalar el original roto. Resuelta la contingencia afronto con muchas ganas el resto del puerto, ya casi de noche y en medio de una densa niebla que te calaba. Corono (Km 745), me abrigo y desciendo. Noto las piernas frías, por lo que me obligo a pedalear con rabia para evitar fastidiarme las rodillas. Alcanzo y adelanto al grupo de maños, y me planto en Riaño (Km 764) en 45 minutos, donde decidimos cenar por lo avanzado de la hora.
Paco sumó a sus problemas de estómago un fuerte dolor de rodillas, por lo que el tramo hasta Cistierna (Km 798) se hizo lento y pesado, aunque eso sí, sin apenas gasto de fuerzas.
En Cistierna, tras sellar, merecido descanso en un hostal reservado desde el mes de Junio. Un acierto, pues gran parte de los participantes dormimos allí, y estaba todo ocupado.

TERCER DÍA:
En el desayuno Paco temblaba como en Mortagne. Su estado era preocupante. Aún así, salió el primero a afrontar las durísimas subidas que hay a la salida de Cistierna. Al poco tiempo lo adelanto, y a pesar del dolor de rodillas parece que no sube mal.
En el tramo hasta Guardo adelanto a bastantes randonneurs, que a estas alturas van bastante fastidiados en las subidas.
Llego con fuerza y ganas a Guardo (Km 830). Desayuno por segunda vez, y al ver que mis compañeros tardan en llegar salgo en solitario. En el tramo hasta Saldaña, con un agradable viento lateral y terreno favorable ruedo con ganas, obligándome a no bajar de 30 Km/h. De Saldaña salían Nuria y Fernando de Madrid. Excelentes rodadores. No me lo pienso y me uno a ellos, haciendo trabajo de relevos en la inmensa recta, sacando una excelente media. Estamos recuperando terreno. Fue una lástima que llegara a Carrión con bastante hambre, por lo que afronté el tramo hasta Frómista (Km 910) con viento de cara y en solitario al tener que hacer una breve parada técnica en Carrión. En el control me informan que Gene viene cerca, y que Paco, aunque fastidiado, viene con una hora de retraso. Antes de salir llega Gene, pero por no parar demasiado salgo en solitario, con bastante calor a afrontar la subida al páramo de Villamediana. El calor aprieta muchísimo. Me cepillo los dos bidones en 20 Km llegando seco a Torquemada. Suerte de cerveza. Poco después llegan Gene y Ramón en compañía de un italiano. Comemos los cuatro en un restaurante y salimos juntos a subir los tres páramos camino de Tórtoles (Km 1003) . A estas alturas he descubierto que los dolores posturales desaparecen al subir las cuestas a tope, por lo que me aplico en las subidas y me dejo llevar en los llanos.
Pasado Cevico Navero me doy cuenta que he superado los 1000 Km, y esta vez sin crisis. La larga recta del páramo se me está haciendo larga, así que acelero, bajando a Tórtoles buscando con desesperación bebidas frías y fuente para sumergir los doloridos pies. Poco después llegan el resto, todos estábamos bastante recalentados. El tramo hasta Aranda (Km 1124) se hizo pesado a un ritmo cansino. EL calor era insoportable. En Aranda tomamos de nuevo la circunvalación y antes de salir a la carretera e de Ayllón paramos a repostar de nuevo. Estábamos machacados por el calor. Menos mal que ya quedaba poco más de una hora se sol. A esas alturas estaba muy claro que había que pasar al plan B y dormir en Ayllón sin pasar La Pela antes de dormir. El tramo final se hizo con buena temperatura aunque con las fuerzas un tanto justas. Tras descender el alto de Maderuelo y cuando parecía que estaba hecho, nos reencontramos con el pésimo asfalto que nos fue machacando hasta Ayllón (Km 1182). En el pueblo Edu localizó un sitio para cenar y dormir. Paco llegó una hora después. Había salvado una etapa dura, en unas condiciones en las que cualquier otro hubiese abandonado.

CUARTO DÍA.
Tocaba madrugar para salvar el control de Atienza, que cerraba a las 8:30. Salgo y me aplico con ganas en la subida. Adelanto al de la reclinada, que sube a un ritmo desesperantemente lento. Poco después alcanzo a los maños parados en una cuneta. Me resulta dura la subida al puerto por esa cara, sobre todo por el pésimo estado del asfalto que afortunadamente mejoró al entrar en Guadalajara. Rodando por "el llano" de La Pela tengo la sensación de soledad absoluta. Silencio total, roto por el paso de la autocaravana de Ibarreche con amistoso saludo de claxon.
En el descenso comienza la tenue claridad del amanecer, descubriéndome un bonito paisaje que no vimos en el camino de ida. El descenso veloz me deja ver el castillo de Atienza engañosamente cerca. Desde el río Cañamares hasta Atienza (Km 1135) la carretera sube. Amigos de la Bici en Atienza
Alcanzo a los vitorianos que acompañaron a Jose Bilbao a Gijón. Padre e hijo, que a pesar de las dificultades, lo estaban consiguiendo. Habíamos salvado el momento crítico de la MGM, por la temprana hora del cierre de control. Se acabaron las prisas. Teníamos tiempo de sobra. Paco llegó recuperado. Gene y Ramón llegaron después. Paco y yo salimos a Cogolludo (Km 1180). Pepe y Paco afrontando las últimas subidas
Rodábamos a un ritmo vivísimo para esas alturas. Hicimos el tramo en hora y media y paramos en el control a beber y comer, pues ya calentaba lo suyo. Llegó Ibarreche. El acompañante machó la rueda en el bordillo del polideportivo.
El último tramo lo hicimos muy bien. En las subidas por la zona del río Sorbe adelantamos a bastante gente, alcanzando el altiplano con la sensación de haber realizado el trabajo del día, que ya solo quedaba dejarse caer hasta Algete. Nueva parada en la fuente, cuatro pedaladas en los dos repechos que quedaban y alcanzar El Casar sabiendo que una bajada prolongada nos dejaba a las puertas del final. Entramos por Algete (km 1238), con ansias de llegar cuanto antes al polideportivo a terminar. La sensación a la llegada no fue como la de la PBP. Casi sin público salvo la propia organización y los acompañantes del resto de participantes. Ibarretxe con los Amigos de la Bici
Dejamos el carné de ruta con los 15 sellos puestos y comimos en el chiringuito de la piscina en gran ambiente con los maños, el grupo de Ibarreche, todo Pueblonuevo, los catalanes de Manresa, la pareja australiana… En fin, con tantos y tantos compañeros de ruta que, a pesar de ser tan pocos en comparación con la PBP, éramos más los conocidos con los que estrechamos lazos en la ruta.
Nos despedimos con cierta pena, y afrontamos los últimos 200 y pico km en coche hasta Salamanca.
A pesar de la modestia de la MGM si la comparamos con la PBP, hay que hacer justicia a esta prueba. La organización fue correcta, el trato recibido por los voluntarios en los controles excelente. Y lo más sorprendente, encontramos ambiente randonneur entre los pocos que éramos pero que nos movíamos en una franja horaria bastante estrecha. La ruta es bonita y, salvo la pésima carretera desde el alto de La Pela hasta Maderuelo, las carreteras decentes y sin demasiado tráfico.
No se sabe si se continuará celebrando la MGM. En cualquier caso, ya la hemos vivido. Quizás sea la última edición. Ahora toca, de nuevo, pensar en la PBP del 2011.




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Fran Vacas

Madrid-Gijon-Madrid 2009. Fran Vacas (Fuente) (otra)

Pasados unos días desde esta magnifica prueba ciclista, creo que es momento de analizar, recordar y contaros a todos lo acontecido, vivido y sufrido en 57:55 largas horas.
Aunque esta prueba se inicia antes de que J.M. Campos nos diera la salida en Algete, me ceñiré a la prueba en si, dejando para el final algunos detalles técnicos que supongo os habréis preguntado estos días.
La salida se escalonó en tres tandas espaciadas en 10´ cada una, y tenía claro que yo quería salir en la última: prefería ir viendo luces rojas delante que indicaran el camino a seguir que llevar luces blancas detrás que deslumbraran. Total que empecé a dar pedales a las 10:20 horas del martes 18/08/09.
Marque un ritmo vivo poniéndome en cabeza de mi grupo llevando a bastantes compañeros a rueda que fueron descolgándose a medida que pasaba los kms. Antes de enlazar con los últimos del segundo grupo ya rodaba en solitario.
Pasado el segundo grupo por Viñuelas, se une a mi un compañero Valenciano, su intención era acompañarme toda la prueba pero un ruido bastante extraño que salía de la caja de pedalier, el fallo en su iluminación y algún detalle que se me escapa y sólo a el corresponde explicar, hicieron que una vez pasado Atienza, iniciando la subida hacia el Alto de la Pela, nos separáramos y el decidiese dar por finalizada esta aventura.
En Cogolludo adelantamos a Raul (Ragar en el foro) y Manuel Morente (quien antes de salir me iba presentando a todos cómo “Fran, el que va a llegar primero”, esto para ir sin presión...) y me dijo que donde iba tan deprisa, que me estaba pasando. Claro, el creía que los grupos saldrían cada 20´ en vez de cada 10´ y yo le había dicho que le pasaría por Atienza, pero yo sabía que era mi ritmo y que no estaba forzando para nada, estaba sobre mi horario previsto.
Ya liado con la subida hacia el Alto de la sierra, llevaba a rueda a 3 participantes, 2 Ingleses y un Francés que tras insistir yo en que dieran algún relevo, vi claramente que no estaban por la labor y en cuanto el terreo empezó a empinarse, arree de lo lindo y me quedé solo en unos kms. Ninguna luz por detrás, y en la terrible bajada antes de Ayllon, (terrible por el estado lamentable de la carretera) me pasa un ciclista a toda leche, a unos 5 kms de Ayllon, Era el Francés, que ahora si me ofrecía insistentemente su rueda, pero a esa velocidad y por esa carretera era imposible seguirle sin jugarme una caída. Seguro que ha participado en la Paris-Roubaix y por eso su dominio en carreteras en mal estado....
Le pasé en el pueblo de Ayllón y salí algún minuto antes que el del control. Estaba sobre mi horario y todo marchaba a la perfección: bicicleta, luces, piernas, motivación... De vez en cuando hacía un Checkup, a modo de piloto de aviones, para ganar más confianza en mi mismo.
Conocía el camino perfectamente hasta Tortoles de Esgueva, bueno todo no, al hacer la brevet de 600 kms que organizó el C.C. Pueblo Nuevo Raúl, Manolo y yo ya nos perdimos en Aranda de Duero, y justo pasó otra vez: 50´ minutos deambulando por el polígono industrial de Aranda hasta que encontré la dichosa C-619, momento en el que, cómo un poseso, me dispuse a recuperar el tiempo perdido, forzando bastante la máquina. Vi luces blancas detrás de mí, pero yo seguí en mi lucha contra el crono, adelantando a un compañero de Girona que se pegó a mi rueda y que de vez en cuando se ponía a mi lado para decirme “lo estoy flipando, ¿seguro que estamos en la misma prueba?” Y es que no era para menos, velocidades de 40/45 kms por hora era lo que mis piernas desarrollaban en esos momentos de acaloramiento y de enfado conmigo mismo por haberme perdido de nuevo.
Llegamos a Tortoles y allí estában Campos, Benayas, Eva Montero y Jesús Triviño que saben de mi equivocación ya que me han visto por el polígono de Aranda. 243 kms, pero en hora, (¡¡vaya ahora podía ir 50´ por encima de mis cálculos!!) pero tampoco pasa nada voy dentro de lo previsto.
A los 10´ llegan la grupeta del Francés y los Ingleses, que al igual que yo se han perdido. Bueno, mal de muchos..... aun así estoy enfadado conmigo mismo ya que el esfuerzo me deja los cuadriceps tocados y sé que he soltado mucho ácido láctico en las piernas y ahora me preocupa, esto no ha hecho nada más que empezar y ya con molestias....
Descansé algún tiempo, calculo unos 20´ y salí despacio. Mi compañero de Girona ya había salido. Me dijo que ya le pillaría y la grupeta seguía en el control de Tortoles cuando salí. Parecía que ellos también acusaban algo de cansancio, aunque si observé a estas alturas miradas de reojo entre ellos y yo.
Di alcance al participante de Girona en Astudillo: se quedó sorprendido y me dijo ¡¡pensaba que me cogerías antes!!, esta vez iba regulando: sin prisa pero sin pausa.
Llegamos a Fromista y paramos un buen rato para avituallarnos y refrescarnos porque a estas horas ya hacía calor. Calculé y estaba en tiempo y sobre el horario previsto y como sabía lo que me esperaba ahora, nos lo tomamos con calma hasta Cistierna, con paradas en Saldaña y en Carrión de los Condes. Desde antes de Saldaña notaba cómo algo le pasaba a la rueda trasera. Intenté alejar malos augurios de mi cabeza pero la cosa fue en aumento, llegando muy preocupado a Cistierna, (en esta zona es donde Campos y Benayas nos hicieron un amplio reportaje fotográfico que todos habéis tenido ocasión de ver) Por suerte este control, además de contar con abundante comida y bebida, contaba con un buen mecánico que enseguida cuando le dije que mi rueda trasera de palos, estaba descentrada me dijo que no, que lo que ocurría era que la llanta estaba totalmente desgastada y se había abombado una parte. Me desinchó la rueda trasera, anuló el freno trasero y desde este puesto se pusieron en contacto con el de Gijón para que me consiguieran una rueda, pero claro quedaba lo más emocionante de la etapa; El puerto del Portón y Cangas de Onis, 178 kms con la rueda y el freno en estas condiciones...
Antes de llegar a Riaño mi compañero da claras señales de flaqueza y casi me obliga a que le abandone y que siga yo a mi ritmo, que sin ser excesivo, no bajaba. Así lo hago y enfoco la larga bajada del Pontón con miedo y sorpresa por el maravilloso espectáculo que contemplaban mis ojos, algo cansados a estas horas. Al no llevar freno trasero y la rueda algo desinflada el descenso se convierte en un quiero y no debo por lo que pierdo mucho tiempo para llegar a Cangas de Onis.
Encontrar el punto de control fue un poco complicado. Cuando no llevaba ni 10´minutos aparece mi compañero de Girona, señal de que mi descenso ha sido tranquilo. Nos refrescamos y cambio impresiones con Eva y Triviño. Según salimos vemos cómo el trio internacional llega: primero el Francés, que me saluda haciéndome el signo de disparo de Contador, cómo diciéndome que ya me había pillado (algo que no me sentó muy bien) y a dos calles llegan los Ingleses, también con caras alegres.
Ya en el control de Cistierna preguntaron que cuanto tiempo hacía que habíamos salido y al decirles que 15´, el Francés soltó algo cómo ¡¡sólo eso, bien, bien!!.. un tipo muy calculador que, por lo que me han contado, lleva varias PBP acabadas entre los primeros haciendo muy buenos tiempos.
Fran Vacas
De camino hacia Gijón mi compañero me comentó que se les veía muy enteros, que nos tenían controlados y donde querían y que nos pasarían pronto. En esos momentos empecé a ir enfocando la prueba desde otra perspectiva: tenía mi objetivo, que era claro y que a muchos compañeros de la MGM ya les había confesado antes de salir en Algete: quería hacer la prueba en 60 horas, (algo que parecía osado, aunque en realidad mi objetivo eran 58 horas, y por eso no me atreví a confesarlo antes). Había estado sopesando toda la prueba, ya conocía la ida del brevet de 600 kms, Algete-Gijon y sobre todo, creo que algo juega mucho a mi favor: es que me conozco muy bien a mi mismo y sabía que podría intentarlo y que salvo complicaciones mecánicas o lesión estaba entrenado para cumplir con ese tiempo.
Bueno de Cangas a Gijón volví a irme sólo y preocupado más que otra cosa por la rueda. En Gijón costó también un poco encontrar el punto de control. Aquí quiero hacer mención especial al pedazo de control que me encontré: Arco hinchable, a modo de meta de MGM, muchos voluntarios esperando, duchas, toallas, jabón, cena, masajista, colchonetas, mantas y sobre todo y lo que yo más ansiaba: un mecánico con una rueda.
Llegué por delante de mis previsiones más optimistas, eso y el cansancio hizo que parara a descansar, ducharme, cenar algo, darme un masaje para aliviar los cuadriceps e intentar dormir. El trio perseguidor llego a Gijón 10´ después que yo y luego el compañero de Girona, que me dijo que tiraba la toalla y que dormiría por lo menos 8 horas. Tumbado en las colchonetas veía y oía cómo los demás dormían placidamente: sus ronquidos no me dejaban dormir y además estaba echo un mar de dudas. Empezada a darle vueltas a si quería llegar el primero o cumplir con mi objetivo. Al final pudo la ambición y pensé que podría matar dos pájaros de un tiro porque no eran incompatibles. Primero pensé en salir cuando ellos e ir a rueda, pero fui sincero conmigo mismo y me dije,: ¿¿¿eres capaz de ir a rueda y no tomar tu las riendas??? Pues la verdad es que no, con lo cual y tras dos horas y media de dar vueltas de un lado a otro, pensé y me dije: “Serán muy calculadores pero a mi no me conocen, sudan, comen, tienen sueño, tienen dolores... pues entonces estamos empatados, si pueden, que me pasen”. Me levanté, desayuné y salí para Cangas. Antes de salir me indicaron que un compañero Francés había salido una hora antes pero que había dicho que dormiría en Cangas. Bueno, yo a lo mío, en algún sitio tiene que dormir y una hora no es nada.
Mientras avanzaba, descontando kms para motivarme y decirme: “ ya queda menos”, me cruzaba con muchos compañeros que iban dirección Gijón y con emoción me acuerdo de los gritos que nos dábamos, ¡!todo un festival de luces!!.
Una vez en Cangas, me indicaron que había llegado un Francés antes que yo pero que estaba durmiendo. Bueno pues en cabeza de nuevo, sin saber nada del trío perseguidor y con el incomparable puerto del Portón de por medio. Ya amanecía cuando empecé la subida y a mitad de puerto recuerdo la grata sorpresa de cruzarme con los últimos compañeros de esta prueba, bajando muy animados y rompiendo el silencio de la mañana saludándonos Este puerto no se acaba nunca??,¡¡madre mía, que hartón a subir y subir y subir...!!! Sabía que era largo, pero se hizo eterno. Vi la fuente del infierno pero pensé que ya estaba arriba y que pararía en Riaño a refrescarme. Fue un error y me quedé sin agua subiendo.
Una vez coronado el puerto, a los dos kms, vi una fuente a mano izquierda y esta vez si paré en seco y bebí agua. ¡¡Que fresca y rica que estaba!!. Luego en Riaño paré también y me preguntaba por donde andarían mis perseguidores...A esas horas me sentía Tarzán.... lo peor había pasado, el temido puerto ya superado, había amanecido por completo y daba la sensación de haber estado durmiendo toda la noche porque me encontraba descansado y sobre mi horario previsto.
Continuo hacia Cistierna con muy buenas sensaciones. Cuando llegué me recibe Ivan (el voluntario y mecánico) y recuerdo que por lo menos comí 5 rebanadas de sandía. Estuve descansando con las piernas en alto por lo menos media hora y continué camino, sabiendo que ahora venía una de las partes más feas y largas del recorrido y encima con las horas de más calor. Recuerdo pensar, “ venga que si te quedas un poco más aquí, al final echas raíces y formas familia...” Costaba salir de este control, con lo bien que se estaba....
De camino a Fromista quedaban unas cuantas subidas ( de las de 10%) que con lo que caía, se hicieron algo más que duras. Una vez pasado Saldaña empezaba una zona larga y recta, donde sopló el aire de costado y me hacía muy difícil mantener un ritmo vivo.
Bueno he de deciros que desde Gijón rodaba completamente sólo: nadie de la organización acompañando y ningún ciclista. Esto me ha dado muchas más tablas en el largo camino de conocerme a mi mismo ante situaciones límite.
Empiezo a padecer con el tibial izquierdo y me cuesta llevar cadencia. El dolor sube casi desde el tobillo hasta la rodilla, “joper, joper, pero si no queda nada unos 350 kms y estoy en Algete”. Joer 350 kms, no veía que con ese dolor pudiera completarlos sin parar. Empecé a pensar y a buscar algún remedio, pensé bueno pues paras en un pueblo y compras Radiosalil y tiramos para adelante, que va son más de las 20:00 horas y estará todo cerrado y el pueblo más cercano ya es el punto de control de Tortoles. De repente lo vi claro, te pones un manguito que sujete el músculo y en el control te metes dos o tres hielos en la pierna. Así lo hice y funcionó.
La llegada a Tortoles fue de película: una chiquillería aguardaba y gritaban ¡!ya llega el primero, es Fran!! ¿pero cómo saben mi nombre?, luego Almudena me aclaró que se iban llamando entre los controles para seguir la prueba y claro sabían que yo llegaría el primero y que detrás estaban mis compañeros, el Francés y los Ingleses.
Tal era la expectación en el pueblo que cuando me senté en el bar a comer dos rebanadas de melón y algo de espárragos, Almudena tubo que espantar a los niños que estaban casi sentados en mis piernas, les dijo -pero dejarle respirar- en las ventanas no cabía nadie más.... Preparé todo para la noche, y salí con muchísimos ánimos, vi cómo se seguía la prueba y cómo me animaban para que llegase el primero.
Lance la bici y el aire favorecía la velocidad que no bajaba de 40 kms hora, la pierna se aguantaba y esta vez encaraba la noche (la última) con ganas, ya que estaba achicharrado de todo el sol que habíamos tenido que soportar. Hasta Aranda todo es un sube baja, pero que prácticamente se hace a plato y enseguida me vi otra vez atravesando Aranda por el medio en vez de haber pillado el desvío. Ya en Fuenteespina pregunté a un lugareño y le dije: ¿esta es la carretera que lleva a Ayllon?, a lo que me contestó: si, ¡to tieso para arriba!. Según avanzaba vi la carretera marcada cómo BU, en vez de C-114, me di la vuelta y volví a preguntar al buen hombre: ¿pero usted está seguro? por que en mi papel me pone...... y el buen hombre me contestó, ¡hombre te aseguro que esta es la carretera que te lleva a Ayllon y que pasa por Fuentelcesped y el pantano...!, ¡!!me lo vas a decir a mi que llevo 60 años viviendo aquí...!!! Seguí pero a estas horas a toro pasado estaba claro que acusaba un claro estado de desorientación. A un km antes de llegar a Ayllon me acuerdo de ver a unos muchachos con MTB y puse el pie en tierra y les pregunté, ¿queda mucho para Ayllon?, ¡¡¡estás aquí venga Fran que ya has llegado!!!, (joer con que todo el mundo me conozca), y dicho y echo una subida y todas las luces de Ayllon iluminaron esa fría y oscura noche. De verdad que si no lo habéis experimentado a lo mejor no sabéis muy bien de que os hablo, pero ver en el puesto de control de Ayllon a las dos de la mañana a toda una terraza abarrotada de gente ponerse en pie a aplaudir, gritando ¡Bravo, bravo, venga campeón! es algo que no creo que pueda borrar nunca de mi mente. Es una sorpresa que desde luego no me esperaba y que me dio, entre otras cosas mucha vergüenza. Un ciclista solitario cómo yo no sabe reaccionar ante tanta muestra de cariño y de admiración. Posé para alguna foto, y recuerdo el comentario de un hombre mayor, diciéndole a otro: “Esto es un hombre”. Cuando oyes algo así sobre ti cae una losa de responsabilidad y a la vez era la chispa que necesitaba para afrontar lo que todavía quedaba.
La subida al puerto de la pela: me acuerdo de salir escoltado del puesto de control de Ayllon por un grupo numeroso de ciclista a MTB que me acompañaban y que en las primeras cuestas se decían entre ellos: “míralo, con 1000 kms y no podemos seguirle”, y dejando de oír poco a poco los gritos de apoyo, me quedé sólo de nuevo.
La subida larga y agotadora, las piernas y sobre todo la cabeza ya no están para nada, sólo quieren llegar y descansar. Se me hace duro continuar pero mi cabeza busca alicientes y los encuentra, me digo a mi mismo: “tienes que continuar, ya no sólo por tu objetivo, también por esta gente, por mi familia, por mis amigos, por todos los que te apoyan en tus aventuras/locuras”, y esto funciona: las piernas dicen basta pero quien manda es la cabeza y ordena una pedalada más, otra , venga que estamos arriba y dicho y echo, me encontré con los molinos de aire en una carretera más o menos llana en la que siempre he mantenido buenas medias de velocidad. Recuerdo pasar mucho frío y de intentar ponerme lo único que podría hacerme entrar en calor, un chubasquero de plástico comprado en una tienda de todo a un euro.
Me preocupo, si no puedo ponerme una simple bolsa de basura encima, si pincho ¿que pasará?.... Pues menos mal que no ocurrió, porque se hubiese acabado todo, estoy seguro que no podría haber cambiado la cámara si pincho, y esto me preocupaba, además de alguna alucinación y mi desorientación constante que aunque pasaba por los pueblos y lugares que con anterioridad había recorrido en las brevets, creía siempre estar equivocado y circular por carreteras distintas.
En Cogolludo tardé otro buen rato en encontrar el control y reconozco que me puse muy nervioso. Pido disculpas a los voluntarios que aguardaban allí por mi cara larga, fruto del cansancio y las ganas de llegar, más que por mi forma de ser. Cogí una manzana y salí pitando sabiendo que ya Algete era la próxima estación y final de recorrido. Mis preocupaciones en ese momento eran: no pinchar y que la luz no se agotase, ya que había puesto la última pila en la linterna del manillar.
Rodaba muy fuerte intentando alcanzar mi objetivo, 58 horas. Pero veía que no era fácil tenía que mantener una velocidad alta y no decaer ni en las subidas. Más o menos en Viñuelas me cruce con Benayas que va en moto, nos saludamos, da la vuelta y me anima comentándome: “joer Vacas cómo vas”. Miro el cuenta y marcaba 42 kms hora, es un tramo llano y que siempre se me ha dado bien, me desea que llegue sin contratiempos y me felicita. Me siento seguro, ha amanecido, no tengo frío y ya puedo casi ver Madrid a los lejos, veo que esta aventura toca a su fin, pero mi objetivo todavía no está cumplido, en Alalpardo miro el reloj y marca las 8:00 horas, ¡joer por poco, mecaguen!, lo he tenido en la mano...
Llego a Algete polideportivo, veo que alguien avisa a los de dentro y salen dos o tres para hacerme fotos. Me lo tomo con calma, recordando la foto de la anterior MGM en la que un grupo de 5 ciclistas llegaban de la mano y saludo a los fotógrafos.
Entro en el recinto, sello y entonces empiezan a echar cuentas: “Enhorabuena Fran”, me dice mi voluntario de lujo, J.M. Campos. Le digo ¿cuanto ha sido al final?. Me dice 57 horas 55 ó 53 minutos, no me acuerdo, digo ¿Qué? esta mal, si a las 8:00 horas son 58 horas y son las 8:13 horas, no puede ser, y me dice: “pero tu saliste en el tercer grupo a las 10:20 horas”. (Parece la novela de Julio Verne la vuelta al mundo en 80 días)., lo he conseguido al final, lágrimas y una emoción indescriptible.
Me bloqueo y todo el cansancio me cae de golpe: necesito una colchoneta. Dejo la bici, se me hace eterno el pasillo que me conduce a ella. Campos me acompaña y caigo en un sueño reparador, durante 1:40 horas. De vez en cuando en mi cabeza, llegan pensamientos cómo lo has conseguido al final por 5 minutos de ventaja. Cuidado que te cogen, otra cuesta más, etc....Me levanté y en ese momento, más o menos, llegaban mis compañeros el Francés y los Ingleses: saludos, felicitaciones mutuas y entablo una conversación con el Francés, (ya que su mujer y su suegra hablan castellano), en la que me dice, que me han seguido sin descanso hasta que han tirado la toalla en Ayllon, y me insta a que si participo en la PBP, yo a tu rueda, tu primero y yo segundo, jajajjajaa. muy buen rollo, nos intercambiamos correos y nos damos un abrazo. Ese buen rollo entre “adversarios” y ese saber estar es otro de los momentos que no podré olvidar nunca. Muchas felicitaciones recibí en esos momentos, el abrazo a Benayas cuando regresó, el abrazo a mis hijos y a mi mujer, las charlas comentando la prueba con la organización y participantes que llegaban. Uno de ellos mi amigo Manuel Morente, quien también sufrió lo suyo el y su grupo para que no les pasaran 4 italianos que les pisaban los talones. Saludos con los amigos Andaluces, Valencianos, Asturianos, el Indio, etc...
He leído los foros y comentarios escritos en la red y a veces tengo la sensación de tener que pedir perdón por haber llegado el primero. ¿A quien no le gusta/aria decir que ha llegado el primero?. Lo peor es que esos comentarios vienen de gente que nunca ha participado en una de estas pruebas y que ve los toros desde la barrera... pero no seré yo quien entre al trapo.
LAS COSAS CLARAS; la MGM no es una carrera, es una superbrevet no competitiva donde cada uno decide su ritmo, donde cada uno mantiene la velocidad que puede, y donde cada uno se lleva una experiencia y pelea contra el reto que supone acabar. Mi objetivo estaba claro, dije 60 horas, aunque siempre pensé y en mis cálculos y de ello es testigo Eva, eran de 58 horas. Un objetivo ambicioso, difícil, pero por eso mismo era un reto. Al final disputé la prueba y quise llegar el primero, pero quise estar presente cuando llegase el último para felicitarle por haber podido con semejante empresa y para poder saborear más si cabe ese aroma que ha envuelto a esta estupenda prueba. Todos los que hemos acabado y los que lo han intentado tenemos el mismo reconocimiento y el mismo merito: somos Finisher en la prueba ciclista más larga de las que se celebran en España y de las mayores del mundo. Cada uno a su ritmo, pero todos con nuestras dudas y nuestras penurias.
En cuanto a la organización: Un 10, y no tengo porque hacer la pelota, me ha parecido todo increíble, desde cómo se nos ha tratado, a los voluntarios voluntariosos, al trazado, a las atenciones, etc.... Es verdad que he puesto que a veces a costado encontrar algún puesto de control, pero es responsabilidad del participante estar informado de la ruta a seguir. Hemos tenido cumplida información de las direcciones de los puntos de control, con la anticipación suficiente cómo para haberla podido buscar en San Google, o en cualquier mapa. Pero nos es más cómodo enfadarnos con el de enfrente que con nosotros mismos. Emotiva la entrega de trofeos. Emotiva la nota redactada por Campos.
Algunos datos que creo que más de uno se pregunta:

Bicicleta de Fran Vacas Bici: Argon 18, element 114.
Cultote: Etxeondo Raider.
No utilice cremas.
Zapatillas de ciclismo: Shimano tr50 de triatlón. Sin calcetines, toda la prueba.
Guantes cortos, Manguitos, sin chaqueta.
Maillot: el de la MGM.
Dos bidones en la bici.
Iluminación: Dos focos de 300 w cada uno y 10 pilas lo que me dio una autonomía de 30 horas.
Foco:DealExtreme: $14.56 TrustFire TR-801 Cree Q5-WC 230-Lumen LED Flashlight (1*18650)
Pilas: DealExtreme: $8.18 TrustFire Protected 18650 Lithium Battery (2500mAh 2-Pack Blue)
Soporte:DealExtreme: $1.54 Universal Bicycle Mount
Cargador: DealExtreme: $7.44 OEM 2*18650 Lithium Battery Charger (110V~240V AC)
Todo esto puesto en casa en 10 días, por 90 euros más o menos. Olvidaros de Cateye ni de caros sistemas.
Un frontal en el casco del decarton., No necesitais más. Bajé de noche a 50 kms hora sin problemas.
Cubiertas: Vittoria Open Corsa, evo cx. 23mm
Pedaleando:
Velocidad media: 26.7 kms hora.
Horas de Pedaleo: 46:44 horas.
Horas de descanso/control: 11:11 horas.
Cadencia media: 82.
Desarrollos:
54/44
12/27
Mi entrenamiento:
Tengo entrenador, Pablo Cabeza, Agua - Viento - Tierra
(entrena entre otros a David Arroyo).
Horas semanales de entrenamiento: 25/30 horas.
Entrenamiento tipo: Triatlón de larga distancia.
4 sesiones de bici, 4 sesiones de carrera, 4 sesiones de natación.
Este año más de 20.000 kms de bici.
Pulsaciones en reposo antes de la MGM: 40/42.
Mis zonas de entrenamiento:
R1: 120- 136 pulsaciones
R2: 137- 147 pulsaciones
R3: 148- 155 pulsaciones
R4: 156- 166 pulsaciones
R5: 167- 175 pulsaciones
Edad: 40 años.
4 años en el triatlón.
Este ha sido mi primer año como ciclista de ciclomaratones.
No me importa nada dar estos datos, que también guardados tienen otros ciclistas, al contrario tengo ganas de compartirlos con vosotros por si os pueden orientar y ayudar.
Cualquier duda/pregunta, sobre lo que os he contado, intentaré responderla, quiero aclarar que no es fruto de la casualidad que haya conseguido mi objetivo, creo más bien que es fruto de mi esfuerzo y de mi trabajo, de haberme visto envuelto en otros retos similares y de mi espíritu combativo ante las adversidades. Mis “adversarios” lo pongo entre comillas, han sido duros y por tanto veo mayor logro en la consecución de mi Reto principal.
Esta es la primera crónica pero espero que todos los participantes foreros colgueis la vuestra, porque a mi personalmente, me apetece mucho leerlas y ver lo que me perdí de vuestro reto. Creo que la prueba se lo merece y que este post tendría que llegar por los menos a las 100 páginas, para que más compañeros se animen en la próxima edición.
Pocas cosas me marcan tanto cómo para querer hacerme un tatuaje sobre ellas.
Organizadores: No cambieis el Logo de la prueba, ya que me lo pienso tatuar.
Seguro que por esto también leeré algún comentario pero bueno...

Saludos.
Fran Vacas.




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Javier Bouzas

MGM, AGOSTO 2009, (Javier Bouzas) (Fuente)

Dia -1 y dia 0:

Equipo Aragonés
Lunes día 21 de Agosto:
Tras montar mi bici en el soporte correspondiente del coche de Andrés a las 11 A.M. de la mañana en el aparcamiento de detrás de casa del peque y despedir a mi mujer e hija junto con las del peque, y ver que el resto del equipaje ya esta introducido allí donde se puede, (3 de bicis en el soporte que tiene Andrés en la parte trasera de su coche y la mas pequeña que es la del peque encima de las bolsas en el maletero), montamos todos en el mismo y salimos dirección Algete. En el interior del mismo vamos D. Andrés Capacete el “Cecinas”, D. Miguel Ángel Gracia alias el “peque”, D. Julián Montañés alias el”Yayo” y un servidor de ustedes, Javier Bouzas alias el”¿?”(cuando me entere de mi alias lo pondre).
El viaje comienza como todos, con las chorradas de turno y vamos yendo tranquilamente hasta llegar a la autopista que hay antes de Guadalajara y que nos lleva hasta casi Algete. Tras entrar en ella decidimos que mejor comer en un restop antes de llegar al hotel, ya que si no se nos hará muy tarde. Paramos en un restaurante en la autopista y tras pedir nos damos cuenta que el servir las mesas con garbo no es precisamente el lado fuerte del camarero. Finalmente sale la cocinera desde la cocina, nos prepara la mesa y nos sirve ella, viendo que al camarero le arrastran los huevos por el suelo y que debido a tamaño peso, no puede correr mucho. Para que todo el mundo se haga una idea, de lo que pedimos no queda casi nada, y tras pedir ensalada rusa y carne de segundo nos sacan la ensalada rusa en ¡PLATOS DE POSTRE!. Tras este sacrilegio y tras comer el segundo somos testigos de cómo se puede tener a una mesa de 9 personas todas de una misma familia 25 minutos esperando hasta que les toman nota, y tras terminar el postre como podemos y tomar el café, pagamos y salimos de restaurante pies en polvorosa jurando que nunca jamás pararemos allí.
Llegamos a Algete y preguntamos si pueden pasar el control de las luces en ese mismo momento. El responsable del control de luces es nuestro viejo conocido Francesc Porta, y el control es el siguiente: “¿Habéis traído luces, las de repuesto y los chalecos reflectantes?, ¡Que os voy a controlar si ya sabéis lo que tenéis que llevar!”. Tras el control, nos vamos al restaurante del polideportivo y encargamos la cena para nosotros cuatro y para otros seis que son los de Mungia. Después, a San Sebastián de los Reyes y tras hablar con las señoritas de recepción, nos metemos a las habitaciones para dejar las bicis preparadas para el día siguiente. Tras pasar la tarde, cenamos con nuestros amigos de Mungia y Zalla en un restaurante que finalmente eligen los amigos de Zalla y que no esta mal. Tras la cena, a la cama. En la habitación estamos el peque y yo, y ponemos un rato la tele para que nos entre el sueño. Como el aire esta puesto, inicialmente nos tiramos en la cama muy destapados pero poco a poco terminamos tapaditos y dormimos francamente bien a pesar del calor que hace en el exterior. Martes día 22 de agosto: El día de la prueba nos levantamos y tal y como habíamos quedado bajamos a desayunar. Los abuelos Andrés y Julián ya han comprado el pan y nos echan en cara que todavía no nos hayamos levantado. Entramos en el buffet libre, y para que negarlo, yo voy dejando alto el pabellón (no se cuantos viajes hice para servirme, pero recuerdo que me tome 4 cafés con leche pequeños), aunque no se si le llego a la altura de los zapatos a D. Jorge Del Pico. Tras terminar bien servido, nos vamos de paseo y pasamos la mañana en el gigantesco centro comercial que hay allí donde queremos comer. Tras el entretenimiento, comemos y al hotel a siestear. Por cierto, tras llorar a las señoritas de recepción hemos conseguido que nos dejen estar en la habitación hasta las 18 horas de la tarde sin pagar suplemento alguno. A las 17 h. estamos casi preparados y vamos terminando con todo. Vamos a la habitación de los abuelos para hacer los bocatas, pero ya los han hecho así que empezamos a bajar trastos al coche. Finalmente a las 18 h salimos del hotel y nos vamos a Algete donde lo primero que hacemos es preparar todo lo que vamos a llevar en la bici y a esperar para cenar. En ese momento vemos a nuestro amigo el coletas y a Pepe y su compañero Eloy Porroche. Charlamos un rato y al poco nos desperdigamos por ahí un poco para dejar pasar el rato. Tras llegar la hora de la cena, resulta que nuestros amigos del restaurante no se acuerdan de nosotros y tenemos que cenar dentro del restaurante medio asados de calor. Finalmente cenamos sin novedades, levantamos el campamento, sacamos todas las “armas” y a esperar la salida. Cuando estamos esperando que nos metan en el box de salida de 50 en 50, viene una televisión asturiana para hacer el reportaje de los ciclolocos astures, y a la reportera no se le ocurre nada mejor que decirles que canten el “Asturias patria querida…”. Los demás flipamos un poco y después del numerito televisivo nos van metiendo a los cajones de salida y ya estamos preparados para la locura… Como somos el primer grupo en salir, Porta nos dice unas palabritas y nos deja con la alcaldesa de Algete, que corta la cinta y nos dice “buena suerte” o algo así y salimos...

Día 1: de las 22 h. de la noche del martes 18 a las 02 h 30 de la noche del jueves 20 de Agosto:

Tras las palabras de la alcaldesa, salimos inicialmente tranquilos, pero en cuanto llegamos a las cuestas que hay para pasar el pueblo nos estiran el cuello. En el grupo vamos Julián, Andrés, Mitxel, Iosu, Mikel, Coletas, Pepe y Eloy. Los primeros Kilómetros pasan sin problemas, pero al poco vemos al coletas como salta del grupo y se va a la búsqueda de emociones fuertes (este año esta muy bien entrenado y quiere ir en el grupo de cabeza). Nosotros seguimos, pero tras parar a mear en Cogolludo al salir nos aclaman como héroes, y es que al estar en fiestas los efectos secundarios de los alcoholes etílicos son muy pronunciados…
Van pasando los kilómetros y vamos en un grupo en el que a mi me llevan con el cuello bien estirado. Rodaremos aprox. a 40 Km. /h y veo en la parte delantera que Andrés esta entrando a los relevos mientras detrás Juli el peque y yo aguantamos a duras penas. Tras pasar un rato fatal y cuando estoy a punto de soltarme el ritmo baja algo y al llegar una subida la cosa se tranquiliza un poco más. Vamos sube baja todo el rato y finalmente llegamos a Atienza (Km. 107) primero Andrés, luego el peque y yo (por cierto, antes de entrar al pueblo veo un ciervo que cruza la carretera) y algo por detrás Juli con Iosu y Mikel.
En Atienza son las 02 h 30 de la noche del 19 de agosto y me tomo una Coca-cola y un bocata. Me pongo los manguitos y algo más de ropa, y salimos todos juntos para subir el puerto de la Pela. De noche como no se ve ni papa vamos china chana, pero subimos despacio así que supongo que esto tiene mucha pendiente. Según vamos para delante, nos adelantamos Mikel y yo un poco sobre el resto del grupo, y subimos de charla. Ya se nota que la temperatura ha bajado bastante, y además cuando pasamos por el falso llano hacia arriba casi en el alto(donde hace 4 años Pepe se nos caía de sueño), el aire nos pega fuerte y te vas quedando frío. Llegamos arriba (Km. 141) y tras abrigarnos y picar algo vamos bajando hacia Ayllón. Los 2 primeros kilómetros el firme no esta mal, pero luego la bici retemblequea tanto por los baches que hay que cogerse de la parte inferior del manillar fuerte y pedalear para sentir menos los agujeros. A mi de repente a los 6 ó 7 kilómetros de bajada las luces me parpadean varias veces y al final se me apagan. Mitxel esta 100 Mts por delante y Andrés 100 Mts por detrás, así que espero a Andrés y me pongo a su vera para poder bajar hasta Ayllón (Km. 163).
La bajada se hace larga, pero en los kilómetros finales antes del pueblo vamos a rueda de Eloy que va “encendido” y rueda de forma poderosa. Luego nos enteramos que va rodando con las luces del peque que va a su rueda, ya que las suyas se le han apagado con los baches. También en Ayllón nos enteramos que Juli ha perdido su cuentakilómetros en la bajada, y es que lo llevaba pegado con velcro encima de las baterías de uno de los focos. ¡¡¡Juli!!! Mira que eres gañan… Esta terrible perdida del cuentakilómetros nos dará grandes dolores de cabeza, ya que Juli sin ese aparato es como un cojo sin bastón, como una compresa sin entrepierna, como un chupón sin cuello… en fin que no parara hasta que en El Verron casi en Gijón pare a comprar uno nuevo en una tienda de bicis.
En Ayllón desayunamos ya que son las 06 h 30 de la mañana, y tras descansar algo salimos dirección Tortoles de Esgueva (a la salida del pueblo Iosu cierra el espejo del retrovisor de la furgo donde duerme Mari Feli con Marije para que sepan que ya hemos pasado por allí). Poco a poco amanece y apagamos las luces, bordeamos un pantano y vamos bajando hacia Aranda de Duero con una temperatura fresca pero ya agradable (luego echaremos de menos ese fresquito…). En Aranda de Duero como siempre hay dudas de por donde hay que tirar, pero tras preguntar encontramos el cruce y cogemos la dirección correcta. Vamos subiendo y bajando toboganes en dirección Tortoles y yo me voy entreteniendo con las vides y bodegas que se van al borde de la carretera. Finalmente a las 10 h llegamos a Tortoles de Esgueva, y ya hace calorcillo. Vamos a sellar y nos metemos al cuerpo un buen bocata de jamón junto con un refresco. Los moteros que nos tienen que “cuidar” están almorzando unos huevos fritos con muy buena pinta, pero nosotros a lo nuestro.
Tras un buen descanso y el bocata, salimos del pueblo con una buena subidita. Ahora toca llanear y bajar para luego volver a subir y así todo el rato. Hasta la siguiente subida Antes de llegar a Torquemada nos perdemos en un cruce, pero nos damos cuenta y volvemos al camino. Comenzamos a subir el puerto de Hornillos, puerto de unos 3 Km. cuando nos pasa un abuelo que creo que se deja la vida para dejarnos e irse por delante. Bajamos el puerto y tras llanear llegamos a Torquemada. Allí hay que coger un desvío a la izquierda y entramos en la primera encerrona de la prueba. Debido a unas obras hay que desviarse y desde aquí hasta Astudillo tenemos 30 Km. en los que subimos y bajamos sin piedad y hasta subimos un puerto de unos 6 Km. que es un patada en la entrepierna con el calor que hace y los kilómetros que llevamos (las exclamaciones hacia la familia del organizador son numerosas y algo zafias, en fin…). Finalmente llegamos a Astudillo (Km. 315) donde en la entrada cogemos agua y seguimos dirección Fromista. Tras subir un altillo vemos Fromista ahí mismo, pero la recta que nos lleva allí tiene más o menos 12 Km. Finalmente estamos en Fromista (Km. 328) a las 13h 30 donde tras sellar vamos a comer. En el comedor hace frío con el aire acondicionado, y Andrés se pone los manguitos y el cortavientos. Hemos metido las bicis en la parte de atrás del restaurante después de que un desagradable señor nos diga de forma poco educada que no las dejemos sobre la fachada de su casa. Yo tengo un hambre de lobo y me pido ensalada de pasta, alubias rojas y macedonia que me sientan muy bien.
Tras comer y con muuy pocas ganas debido a las mas de 40 ºC que hay volvemos a la bici. Al cogerlas, vemos que han quedado al sol por efecto del tiempo transcurrido en el restaurante, y están tan calientes que casi queman. Hasta ahora el culo no me va muy mal, ya que en cada control me hago la toilette y me pongo pomada para niños, pero con este calor me temo lo peor…
Vamos en dirección Carrión de los Condes, y tras salir de Carrión cogemos dirección Saldaña donde esta la segunda trampa del recorrido y que durara desde aquí hasta Cistierna. Un cartel indica 25 Km. hasta Saldaña, Km. que son una recta interminable con aire de cara y un bochorno mortal hasta Saldaña mismo. Tanto es el calor y el agobio que pasamos, que paramos al lado de una acequia y metemos la cabeza en el agua para refrescarnos un poco. Al rato volvemos a parar en una gasolinera para beber algo, y seguimos nuevamente hacia Saldaña. Pasamos este pueblo y otra vez a sufrir como perros con otra interminable recta que nos deja cerca de Guardo, donde llegamos tras bajar un puertecico. Estamos pues en Guardo (Km. 409) sobre las 19 h de la tarde. Una vez mas pasamos el pueblo y seguimos dirección Cistierna con un puerto de inicio a la salida del pueblo y luego unas rampas al 10 % que te cagas de puro gusto.
A estas alturas nuestras exclamaciones sobre el que ha metido por aquí la prueba y toda su familia son cuando menos de colores chillones, pero esto no tiene remedio. A estas alturas cada uno se entretiene como puede y yo me pongo a hablar con un salmantino muy majo que viene con nosotros en este ultimo tramo, y casi sin darme cuenta llegamos a Cistierna(Km. 432) sobre las 20h 30 de la tarde. Cenamos en el mismo restaurante que hace cuatro años, y yo me como mi arroz blanco con chipiones y la mitad del de Juli y el peque, pero me atasco con el escalope. Dejo algo del segundo (Jorge ¡toma nota!) y tras el postre y café de rigor salimos a la parte de fuera a preparar todo, y aprovecho para hacer una reparación de emergencia ayudado por mitxel para que las luces me funcionen. Mientras estamos tocando las luces un lugareño habla con Julián y alucina un poco con nuestra kilometrada. Finalmente salimos los cuatro (Juli, Andrés, Mitxel y yo) dirección Riaño sobre las 23 h. del miércoles 19 de agosto o algo antes y sin el calor del día vamos subiendo en altitud muy bien. Pasamos por la pared del embalse donde me paro a mirar la caída un poco, casi me cago con la sensación de vacío que da, y a continuación seguimos avanzando hacia Riaño. Al llegar a Riaño pueblo nos adelantamos el peque y yo sobre Andrés y Julián. Andrés ya nos decía que tenía un poco de sueño, pero al llegar al pueblo el peque comienza a balbucear de una forma muy rara. Me doy cuenta de que me dice que se duerme y que quiere parar, pero le entiendo a duras penas.
En la gasolinera de Riaño (Km. 467) paramos 10 minutos para que los dos duerman un rato, y juro por los Hombre G que Andrés bufaba y roncaba como un búfalo de lo dormido que estaba. Mitxel no roncaba como Andrés, pero también dormía muy bien mientras juli y yo descansábamos sin poder dormir. A los 10 ó 15 minutos nos recomponemos un poco y vuelta a la bici. 10 Km. antes del alto del Ponton nueva crisis y otros 15 minutos de dormir junto a una fuente(los que no dormíamos nos cagabamos en todo con el ruidito de la fuente, ya que parecía que te ibas a mear en cualquier momento). Tras el descanso llegamos al alto y decidimos parar cada rato para ver si alguien se duerme. Acordamos que primero baja Juli, tras el baja Mitxel, luego Andrés y yo cierro el grupo para que los mas cansados vayan en medio de nosotros dos.
En honor a la verdad creo que este tramo de bajada (sobre todo la parte inicial del descenso durante mas o menos 20 Km.) Hasta Cangas de Onis junto con el rato bordeando el pantano de Riaño fueron para mi los mas placenteros de toda la prueba, mientras que los peores tramos fueron las rectas de después de Carrión de los Condes al ir hacia Gijón.
Vamos bajando y haciendo paradas para ver como vamos, y yo desde atrás alucino al ver como Mitxel baja pegado a dos cm. de la rueda trasera de Juli. Luego tras dormir hablo con el y el peque me dice que tiene la sensación de que iba dormido en un 70 % y que no sabe como iba tan pegado a Julián. Yo durante toda la bajada y en todas las paradas les veía a todos muy bien, así que adelante. Una vez que la bajada fuerte disminuye, hay unos 20 Km. que pueden denominarse como los Km. de la basura, ya que todo el mundo quiere quitárselos de encima. Para mi son los peores de todo el día. El culo me duele horrores, estoy muy cansado y además hay que pedalear bastante para avanzar.
Finalmente llegamos a Cangas de Onis(Km. 531) en medio de una niebla que no llega a ser meona(pero poco le falta), sobre las 02 h 30 de la noche del jueves 20 de agosto, y tras picar algo nos vamos a la colchoneta a intentar dormir unas tres horas.

Día 2: De las 08 h del jueves 20 a las 03 h del viernes 21:

No duermo del todo mal habida cuenta de nuestro estado de cansancio y a las 7 h de la mañana nos levantamos.
Estamos en el control cuando vemos a Sergio que esta de vacaciones aquí en Asturias y que nos acompañara durante todo el día justo hasta volver aquí a Cangas. Salimos del control y bajamos a Arriondas donde vamos buscando un sitio donde poder desayunar tranquilos. Desayunamos en un bar del pueblo cada uno dos bocadillos y un refresco. Luego el café de costumbre y a la carretera dirección Gijón. Esta carretera es un rollo ya que tiene mucho tráfico y poco arcen, pero poco a poco vamos haciendo kilómetros. Sin mucho mas que contar estamos muy cerca de Gijón cuando un trastornado de un club asturiano nos sale al encuentro y nos tacha de locos y de zumbados por nuestro atrevimiento. Finalmente nos deja justo cuando pasamos por una tienda de bicis, momento que Juli aprovecha para comprar un nuevo cuentaKm, ya que el suyo lo perdió en la bacheada bajada de la Pela. Seguimos y tras subir y bajar el alto de la madera llegamos a Gijón (Km. 610) sobre las 12 h del mediodía. Prefiero ni contar el lío de calles que tenemos que pasar para llegar al control, pero al fin llegamos. Comemos, nos duchamos y estamos en el control durante 3 horas, y a las 15 h del jueves 20 de agosto salimos de vuelta hacia Algete.
A los 300 mts de salir Sergio y yo observamos como un italiano que va como nosotros dirección Algete mira el culo a una asturiana pasando de todo y sin reparar en el tráfico. 100 mts después, un autobús urbano casi le pasa por encima. Al tío no se le ocurrió otra cosa que meterse en la trayectoria del bus y si a esto le sumamos que el autobusero era un macarra de cuidado, estamos a escasas décimas de segundo de ver una muerte en directo. Lo mejor de todo es que el “macarróni” casi ni se entero, pero el corazón de Sergio casi se le salía por la boca. En mi caso quizás fuera por el cansancio, pero me daba exactamente igual que le pasara por encima el autobús que me sacaran otro plato de macarrones, estaba como anestesiado.
Justo tras esta aventura Julián pincha por cuarta vez (no recuerdo cuando ni donde, pero se que pincho cuatro veces, y Andrés dos). Reparamos el pinchazo entre la sarta de juramentos de Julián y seguimos saliendo de Gijón. Salimos de Gijón sin problemas gracias a la buena orientación de Sergio y subimos el alto de la madera con el cielo bien cubierto. Andrés me dice que nos vamos a mojar mientras yo le respondo que es muy típico tener el cielo así de cubierto durante horas y que no caiga una sola gota. Cinco Km. después y para dejar alto el pabellón del experto climatólogo del norte (yo claro….), justo cuando estamos en el alto comienza a chispear. Andrés para justo en la casa del alto y apoya en ella la bici para ponerse el chubasquero. En ese momento llega un coche que le dice si se puede apartar para aparcar, y justo después llega otro. Esta Andrés en ese trabajo cuando un satélite baja del coche y le dice: “¡ya esta bien!, la casa es mía, a ver si te quitas para que pueda aparcar, que siempre estáis igual, me tenéis harto…” etc., etc. Finalmente Andrés se va y le dice algo al tío, pero no consigo entender que es. En la bajada nos ponemos como cerdos del agua que nos cae, y ya estamos bien mojados para todo el día. A pesar de estar bien mojados el agua sigue cayendo y así seguimos hasta mitad de camino a Cangas donde para de llover. Yo insisto en comer algo a mitad de camino, ya que son mas de las 17 h, y tanto insisto que paramos y nos metemos un café con leche con sobaos gigantescos. Aprovechamos el bar y que el dueño se enrolla bien para ponernos periódicos secos en el pecho y seguimos hacia Cangas. Llegamos a Arriondas casi secos (el cuerpo por lo menos) cuando de repente empieza a caer toda el agua del mundo, y en esos 12 Km. hasta Cangas otra vez nos ponemos como gorilas de lo mojados que estamos. Para terminar de rematarlo, al llegar a Cangas el agua arrecia y llegamos bien ensopados al control de Cangas (Km. 690) sobre las 18 h. Andrés ya venia diciendo que no quería subir el puerto y bajar por el otro lado mojado y pasar frío. El peque también esta bastante harto y se le une, y Julián dice que según como este al otro lado. Dice que si esta seco por el lado leones sube, pero si esta mojado se queda. Yo les anuncio mi intención de seguir, así que voy a merendar y subir el puerto para ir a dormir a Cistierna. En el control esta Mari Feli que se ofrece a llevarnos las bolsas, y finalmente Andrés se la da y esta le deja un goretex para que no pase frío.
Al final a eso de las 19 h 30 del jueves 20 de agosto hay quórum y todos dicen que siguen y salimos dirección Cistierna ya con los chalecos reflectantes puestos (esta el día muy oscuro). Vamos subiendo los falsos llanos inicialmente bajo la lluvia y luego con un cielo bastante despejado, con lo que vamos secándonos.
Llegamos al pueblo que esta a 9 Km. de la cima(Es el pueblo después de Ribota) y paramos a descansar y cenar un bocata a eso de las 22h 45 mas o menos y en ese momento me llama Pepe. Me pregunta que donde estamos y resulta que estamos todos en el mismo pueblo. Parece ser que Eloy venia algo por detrás y le dijo que le pidiera una sopa para cenar, pero se lo ha tragado la tierra y lleva esperándolo casi una hora. Finalmente subimos juntos un buen tramo del puerto y en los últimos 5 Km. vuelve a haber una niebla meona que nos empapa a todos de arriba abajo. Personalmente toda la subida iba muy bien, pero estos últimos 5 Km. se me hacen muy largos y duros. Al final cada uno vamos por nuestro lado aunque en poco espacio. En la cima del puerto (Km. 735) nos esperamos todos y bajamos poco a poco. La bajada esta seca después de los 2 ó 3 primeros kilómetros, y seguimos para abajo sin problemas.
Después de Riaño, seguimos hasta la pared del embalse y bajamos bastante bien hasta Cistierna (Km. 788), donde llegamos sobre las 02 h de la mañana del viernes 21 de agosto.
En Cistierna el control esta a tope de gente, incluso la gente duerme en los pasillos y solo hay café y sobaos para comer. Nos tomamos un café con sobaos y a dormir un rato. Entramos Juli y yo con la linterna en el pabellón donde están las colchonetas, y solo hay una libre al lado de pepe que le dejo a Juli. Yo me echo en un banco y cada rato enciendo la linterna para ver si alguien se va. A los 45 minutos el tío que esta a mi lado se va y me tiro en plancha a la colchoneta a dormir. Me pongo en pelotas de cintura para abajo para airear los países bajos y me tapo con la manta térmica por encima. Duermo muy caliente aunque a ratos. A la hora de estar en la colchoneta Andrés que como no lleva la bolsa no tiene nada para cambiarse y esta muerto de frío, me dice que si nos vamos. Le digo que necesito dormir una rato más y él se va con sus amigos catalanes con los que hizo la prueba de 1.000 Km.

Día 3: de las 07 h del 21 de agosto hasta las 23 h del 21 de agosto:

Tras unas tres horas tumbado y calculo que unas dos dormido, juli me da un toque (estaba medio despierto) y Mitxel también sale. Tardamos un buen rato en prepararnos y yo soy el culpable del retraso, ya que voy a cámara lenta. Finalmente sobre las 07 h del viernes 21 de Agosto salimos de Cistierna. Hace fresco pero se ve que el día va a ser calentito. Vamos subiendo repechos camino de Guardo(los del 10 % de bajar y subir), y tras parar a desayunar en un barrio cerca de Guardo, seguimos adelante. Pasamos Guardo y en un pueblo a eso de las 10 h paramos a almorzar. Nos encontramos a Mikel y Iosu en el bar y almorzamos con ellos. Salimos del pueblo todos juntos y cogemos a un salamantino. Vamos haciendo rueda a mas o menos 30 Km. /h hasta llegar a Saldaña y luego a Carrión de los Condes (Km. 883). En Carrión el grupo se rompe al entrar debido a una salida de cadena y nos perdemos entre nosotros, pero al salir del pueblo volvemos a encontrarnos y otra vez en grupo hasta Fromista (Km. 901).
Equipo Aragonés con un Amigo de la Bici, en Frómista
Sellamos con un calor tremendo pero con un voluntario que tanto al ir como ahora al volver se desvive por nosotros. Tras comer un poco y darle las gracias por el melón que nos ofrece nos vamos a comer. Mi menú esta vez es algo más ligero que en la ida: alubias blancas, huevos fritos con patatas fritas y arroz con leche. Hay que decir que me sentó de maravilla, todavía mejor que a la ida. Otra vez con pocas ganas debido al calor volvemos a la carretera. Vamos haciendo camino, pero en la rotonda de salida de Astudillo nos dicen que las obras por las que se desvió la prueba han terminado durante el día anterior. No nos lo pensamos y arreamos rectos para evitar la encerrona del puerto que nos chupamos al ir a Gijón, y esta vez la jugada nos sale bien. La única pega para mis compañeros Julián y Mitxel es que en la rotonda que citaba antes nos encontramos con un personaje fantasmagórico todo él con la cara blanca de crema de protección solar y que no habla ni papa de español: Es mi amigo Carl, un ingles de Yorshire que va sobre una bicicleta infernal plegable con ruedas de 20” que pesa un huevo (Yo calculo unos 16 ó 18 Kilos: cuadro de cromoly que vi lo que pesaba en el control de Ayllón al moverlo para coger ropa de mi bolsa). Yo le digo en mi ingles macarruzo que no haga caso al GPS que lleva, que si se viene con nosotros se ahorrara un poco de esfuerzo y unos kilómetros. Al final se viene y poco a poco me cuenta que trabaja en una empresa de ordenadores de jefe de ¿?(mi ingles es limitado, pero me pareció entender que comercial o algo así), que tiene tres hijos, el mayor de 20 y pico y el pequeño de 7 años, que ha hecho tres Paris-Brest y si no me equivoco, también una Perth-Adelaida-Perth, una Boston-Montreal-Boston y una prueba similar que es la Sofía-Varna-Sofía(si ha hecho todo eso con la mierda de bici que lleva es mi ídolo). Con semejante currículo casi le miro con respeto y todo pese a su pinta de drácula con tanta crema.
Tras todo esta conversación salpicada de montones de “perdona no te he entendido” por mi parte, llegamos a Torquemada. Julián dice que necesita dormir 10 minutos y cuando se esta tumbando para hacerlo aparecen Iosu y Mikel. Iosu lleva los pies como botijos, y todo esto que cuento a continuación sucede simultáneamente: Iosu pone a remojo en la fuente del pueblo. Un lugareño setentón nos toca los cojones con sus aventuras de cuando era joven indicándonos por donde iba de noche a las verbenas o algo así. Carl con el móvil le hace fotos a Iosu alucinado de verlo en esa situación mientras pasa del abuelo que le habla a él de sus aventuras. Julián se caga en todo y dice que así no juega más al fútbol con nosotros, que el solo quiere dormir. Al final de toda la escena llega el autobús que el abuelo esperaba junto con otras dos marujas, se van y nos deja en paz.
Una vez llegados a este punto decidimos que no queremos filmar ninguna escena de película de Almodóvar así que decidimos seguir, pero no recuerdo por que Iosu y Mikel no se vienen con nosotros y vamos devorando kilómetros quedándose el inglesito en cada subida debido a sus flojas piernas o a lo que pesa el trasto de bici que lleva. Tras varias subidas y recalentados, paramos antes de tortoles, nos cascamos una coca-cola y otra vez para adelante hasta el control de Tortoles de Esgueva (Km. 993). En el mismo nos sorprenden con elementos variados de ensalada que cada uno puede mezclar a su gusto, y nosotros nos metemos una ensalada de pasta. Mientras nosotros le damos a la pasta Carl se enchufa tres platos de “broza” variada en los que abundaban la cebolla y el apio (como para darle un beso tornillo al colega….). Luego al pagar le dice a la del garito que ha comido solo 1 plato, no saben nada estos ingleses…
Tras el descanso de rigor otra vez para adelante, pero esta vez noto como en dirección Aranda el aire nos ayuda algo y el camino se hace más llevadero. Pasamos Aranda bien por los pelos, ya que cuando nos pasábamos el desvío nos avisaron. Tras Aranda paramos en el pueblo de después para tomar un refresquito y nuevamente para delante a ver si llegamos a Ayllón para poder descansar. Antes de salir nos colocamos los chalecos reflectantes, y a la salida del pueblo paro a mear. Me alcanza Carl, y cuando comenzamos a rodar de repente el colega le da a un botón y su bici empieza a hacer ruidos como el coche de regreso al futuro hasta que, mientras yo observo alucinado y con la boca abierta, de repente sus luces delantera y trasera comienzan a lucir. Sin nada que decir debido al susto que llevo encima (parecía que estábamos en el ciberespacio de La guerra de las galaxias), rodamos un buen rato hasta que va anocheciendo, y cuando tras ver en varios carteles que no queda mucho para el pueblo y según nuestros cálculos estamos a 5 Km. de Ayllón, aparece un cartel que indica Ayllón 12 Km. Nos cagamos en todo y rezamos para que sea un error, pero finalmente nos chupamos unos 14 Km. hasta Ayllón (Km. 1.074) donde creo que llegamos sobre las 23 h del viernes 21 de agosto. Nos reciben en el control con aplausos y nos tratan como a señores de verdad. Tras el sellado cenamos una ración generosa de ensalada de pasta y con un café y algo mas nos vamos al pabellón para ducharnos y dormir unas tres horas. Quedamos con Carl que a las 03h 30 de la mañana arriba y tras la ducha y limpiarme los dientes (que placer de los dioses notar los dientes limpios)me voy al sobre donde me tumbo en pelota picada tapándome la tripa solo con un edredón debido al calorazo que hace en el pabellón de deportes. A mi izquierda esta Julián al que veo que se ha puesto la camiseta térmica de manga larga (¿?) y que de vez en cuando suelta unos pedos demoledores (por lo menos el ruido así lo demuestra), y a mi izquierda esta el peque que se ha abrazado a la almohada y el cochino cabrón duerme a pierna suelta todo el rato, ¡que envidia! Yo calculo que de las tres horas apenas dormí la mitad, pero aunque no se duerma también se descansa, eso es cierto.

Día 4: de las 03 h 30 de la mañana del día 22 de agosto hasta el final (13 h del 22 de Agosto):

A las 03 h 30 nos levantamos y tras ponerme el culo fino de pomada de niños y vaselina vamos al control a desayunar. Nos pedimos cafés con leche y unas madalenas, pero cuando nos sirven, Julián empieza a notarse mal. Se pone verde, amarillo, azul y de todos los colores, y al final vomita toda la cena de la noche anterior. Le pido un acuarius para que se meta algo de lo que ha perdido, y se lo mete, pero dice que no es capaz de meterse nada más al cuerpo. A todo esto le digo a Carl que no nos espere puesto que estamos perdiendo mucho tiempo, y vista la situación decide irse por delante. Finalmente a eso de las casi 5 de la mañana nos ponemos en marcha y los chavales del pueblo (en este caso una chavala con un cordón de tanga muy chulo y una carrocería a tono con el cordón del tanga) nos sacan hasta la carretera acompañándonos en bici.
Comienza el vía crucis de Julián que esta hecho un piltrafilla, y vamos subiendo muuy lentamente el puerto. Según avanzamos vamos bajando mas el pistón, y le digo a Julián que a pesar de su mal cuerpo debe meter algo de alimento al cuerpo para poder tener energía para la subida. Desde el pueblo llega un coche que nos pregunta si vamos bien. Son los chavales del pueblo que han visto que Juli iba mal y suben a ver si tienen que ayudarnos (un detallazo de la gente de Ayllón que se porto de maravilla con nosotros y supongo que con todos los demás). Les decimos que tranquilos y seguimos a la marcheta.
En vista de la negativa de Julián y del ritmo tan lento que llevamos subo mas rápido a mi aire hasta arriba donde espero a Julián y al peque que va con él. Estamos en el Km. 1.096 y esto parece que pinta bastante bien para terminar la prueba. En la bajada hacia Atienza amanece y voy hablando con el mismo salmantino con el que salía de Guardo, y así vamos bajando el peque este chico y yo esperando a Julián. A unos 3 Km. de Atienza ya no esperamos a Julián y tiramos hasta el control.
Estamos en el Km. 1.129 y son las 8 de la mañana más o menos. Desayunamos un café con leche con madalenas y me voy comiendo todo lo que pillo por mis bolsillos dejando una pequeña reserva para estos Km. que faltan. Julián se pide una tortilla francesa con algo mas y nos dice que no le esperemos, que ira a su aire. Me aligero algo de ropa y hacemos un grupo de unos 10 elementos en el que casualmente casi todos son(o somos) vasquitos: Vamos el Sr. Juan José Ibarretxe y su guardaespaldas, los dos elementos de zalla, Iosu y Mikel (que han dormido en la furgoneta en el mismo control) Pepe, Eloy, el peque y yo. Justo al salir del control Pepe pincha y nos quedamos en 8 elementos que cogemos un buen ritmo.
Ibarretxe y su compañero ruedan francamente bien, aunque nos dicen que han dormido 7 horas y no hora y media como nosotros, ¡que envidia! Vamos rodando bien y yo personalmente me encuentro muuy bien. El peque también esta muy bien y pasamos a tirar y darles algún descanso a “Juanjo” y su compañero. Según pasa el tiempo y los kilómetros la temperatura sube y a mi se me resiente algo el culo. Como estos kilómetros son aburridos hablo hasta con Ibarretxe un buen rato. Vamos bajando hacia Algete y vemos a Benayas (de la organización) que viene a vernos con la moto y nos anima. Vamos subiendo repechos bastante fuertes y cada vez nos metemos en carreteras con más tráfico a pesar del inexistente arcen y del pésimo asfalto. Hay un detalle que me deja claro lo fuerte que esta Alfredo, el compañero de Ibarretxe. A la entrada de Cogolludo a Iosu de le sale la cadena al principio de una rampa. Me doy la vuelta para ayudarle, pero Alfredo se adelanta, y como Iosu ya esta montándose en la bici, Alfredo le pega un "empenton" que Iosu siendo un tío casi tan alto como yo y pesando unos 90 Kg. sube la rampa facilísimamente. Tras la rampa me fijo en Alfredo, y es que tiene músculos hasta en los pelos del bigote. Luego me dice Iosu que en su día fue profesional con el euskaltel, y desde luego se le nota….
Llegamos al control de Cogolludo (Km. 1.171) donde el control esta 1,5 Km. después del pueblo en una nave aislada y donde venden la pieza de fruta a 0,50 euros/ud. Hay más cosas para coger, pero con el precio que tiene todo cogemos un plátano por barba y nuestras barritas, y vamos comiendo algo. Yo aprovecho para ponerme hasta arriba de comida y me voy al baño para ponerme el culo bien untadito de crema.
Tras el paron y justo antes de que salgamos llegan Pepe, Eloy y a los 20 segundos, Julián. Le digo a Juli si quiere venir en el grupo con nosotros pero vuelve a decirme que nos vayamos por delante. Me despido y salimos hacia Algete. Yo me encuentro francamente bien y le digo al peque que me gustaría que el ritmo fuera alto, ya que lo que quiero es llegar cuanto antes, pero seguimos a 30 Km. /h. A falta de pocos kilómetros y tras pasar hace rato Puebla de Beleña, nos metemos en 3 kilómetros de llano que parece la Paris-Roubaix debido a los baches que tiene este tramo. Como voy tras dos tipos que me tapan todos los baches, salgo del grupo y me voy solo 100 Mts por delante para poder evitar mejor los baches. Tras el tramo vuelvo al grupo y preguntamos a los lugareños que se nos han unido tras Cogolludo (2 tíos del Pueblo Nuevo) cuanto falta. Nos dicen que poco, pero se me van haciendo eternos. Finalmente nos dicen que iremos por otra carretera los últimos 10 Km. para evitar el tráfico y llegar más rápido.
Llegamos a un punto en el que vemos el valle a nuestros pies y sabemos que ya estamos. Comenzamos a bajar al valle y en 3 Km. de bajada la temperatura sube de golpe casi 10 ºC. Ahora si que estamos asándonos en nuestro propio jugo ya que debe haber mas de 40 ºC, y comenzamos a perdernos por carreteras con un trafico tremendo y sin arcen. Algunos lugareños nos pitan y se quejan, pero poco a poco vamos acercándonos. Finalmente subimos una rampita tendida y larga y sin darnos cuenta aparecemos en la rotonda que hay al lado del polideportivo de Algete. Ya hemos llegado (Km. 1.220), y los pocos que están fuera del polideportivo nos aplauden y animan. Llegamos al punto de control, sellamos y enseguida vemos a Andrés que nos esperaba. Ha llegado a las 7 de la mañana con Joan Manel, y ahora que son las 13 h del sábado 22 de agosto, nos felicita. Yo a su vez le felicito a el y después a todos los compañeros del grupo en el que hemos llegado. Tras dejar las bicis y felicitarnos de nuevo, nos vamos al bar. Tras refrescarnos, nos vamos a la ducha tras coger la bolsa, y después mas bar.
Sobre las 14 h 30 llega Julián al que felicitamos. Esta muy serio, no se si fruto de la debilidad o de algo mas, pero luego nos confiesa que han llegado tan justo que se ha echado a llorar en la llegada, y que ha podido llegar por que varios ciclistas del pueblo Nuevo le han esperado al ver que iba tan mal.
Después comemos y tras la comida vamos haciendo sobremesa inicialmente solos pero luego con los vasquitos comentando la prueba. Estos nos dejan a media tarde, y finalmente nos llaman para hacer de público en la entrega de premios a las 18 h. Tras esta, cargamos las bicis en el coche y salimos los últimos del aparcamiento del polideportivo de Algete hacia Zaragoza. El viaje se hace bien, pero casi en Zaragoza yo pego unos cabezazos dormido que seguro que el coche se bandea. Sobre las 22 h. llegamos a casa y este cuento(o pesadilla) se acabo…
Como resumen, el día 8 de septiembre he mirado mi tiempo(se han hecho públicos ese día) y ha sido de 87 horas y 20 minutos.




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MI SEGUNDA MGM, AGOSTO 2009, (bisantos) (Fuente)

bueno ahí va la crónica de los valencianos:
pcmasamagrell
Después de realizar toda la serie de brevets, incluido el 1000, nos quedaba la prueba reina, para lo cual estábamos preparándonos todo el año, parecía que no llegaba y ya estaba a la vuelta de la esquina.
Llegamos a Segovia el 12 de Agosto, para plantar el cuartel general en el camping, junto con Miguel, Antonio y Santi. Los días previos salimos por los alrededores de Segovia haciendo varias salidas sin pasar de 100 kms, incluida la del domingo de la marcha de Perico en la que subimos Navacerrada y Cotos, tras dar cuenta de un pincho de tortilla con su correspondiente cerveza y después de ver pasar todos los cicloturistas.
El lunes 17 de agosto a las 11 de la mañana fuimos a pasar la revisión de las máquinas, estando hasta las 18 horas, saludando a compañeros y disfrutando del ambiente previo a la prueba.
Llegó el gran día y como siempre intentamos descansar lo máximo para que la primera noche no tuviéramos problemas de sueño. Sobre las 21:00 horas del 18 de agosto llegamos a Algete, y tras prepararnos y recoger las mochilas en el coche de apoyo de todo el grupo, nos pusimos en cola para iniciar la marcha. El grupo estaba compuesto por Miguel (Lliria), Andrés, Vicente y Fernando (Pedreguer) Antonio y Jorge (Quart), José (Massanassa), Cristóbal y Alejandro (Paterna), Miguel Ángel (Mallorca), Ramón (Barcelona), Jordi (Tarragona), Toni (Banyeres), Santi (Bilbao), Rubén (Alzira) y Domingo (Massamagrell). Ya en cola fuimos saludando a viejos conocidos, mientras anochecía y dábamos los últimos preparativos para la salida, iniciaron la marcha el primer grupo. Nosotros salimos en el 2º grupo, después de los discursos y fotos de rigor.
Salida tranquila en grupo, fuimos pasando los primeros tramos. Al poco de salir nos adelantó Fran Vacas, que había salido en el último grupo, se apegaron a rueda varios ciclistas entre ellos Rubén, que después se retiró antes de llegar a Ayllón por problemas mecánicos. Al llegar a Villaseca de Uceda, Miguel pegó un tirón al cual nos pusimos a rueda parte del grupo, rompiendo la monotonía de la marcha, fuimos cogiendo a los descolgados de salidas anteriores. La temperatura era estupenda y los kms iban cayendo, al pasar Cogolludo, aminoramos la marcha y nos reagrupamos nuevamente casi todo el grupo, entre ellos los italianos, menos Santi que se había quedado por detrás. Los repechos se hacían pesados y la gente ya tenía ganas de llegar a Atienza para repostar. En Hiendelaencina pasamos a un grupo numeroso que habían parado a llenar los bidones.
Llegada a Atienza, a sellar que es lo primero y después un par de coca-colas, café con leche y algún que otro dulce, relleno de bidones y a continuar la marcha. Al salir los de Pedreguer estaban comiendo un bocata, les animamos a que se dieran prisa, al rato seguimos haciendo camino. Los de Pedreguer se quedaron atrás, ya no los vimos en todo el camino, después nos enteramos de que se les había olvidado sellar algún carnet y tuvieron que volver.
Subiendo la Pela, fuimos cogiendo a grupos, primero los de Yecla, después los asturianos y formamos un pelotón numeroso, que duró poco, ya que la bajada estaba muy picada y cada uno lo hizo a su ritmo. Yo por mi parte me lancé hacia abajo, perdiendo enseguida de vista las luces del grupo y cogiendo a varios que bajaban con más precaución. En el llano antes de Ayllón nos reagrupamos varios y entramos al control sobre las 5 de la mañana.
Sellado de rigor y después al servicio, ya que llevaba toda la noche el estómago revuelto, reposición de líquidos a base de coca-cola y café con leche, algún dulce y vuelta a la marcha. Los que llegaron con nosotros ya se habían ido, pero no tardamos en agruparnos de nuevo, haciendo todo el tramo hasta Tórtoles (3er.control Km. 246), con el grupo de asturianos, haciendo relevos los kms caían rápidos y enseguida nos plantamos en Aranda, para empezar a amanecer nada más salir de la población. Cada tramo que pasábamos me iba acordando de la edición de 2005 y comparaba los tiempos y el cansancio, siendo las sensaciones muy buenos con respecto a la anterior edición, sin duda el ir en un grupo homogéneo contribuía a ello.
Llegada a Tortoles y misma rutina, sellado y ya tocaba algo sólido, un buen bocata de tortilla con un par de cervezas nos sentaron de maravilla. Vuelta a la carretera, nada más salir de Tórtoles meada técnica esparcidos por el repecho, que una vez subido encaramos la recta el grupo de 11 haciendo relevos en forma de rueda, siguiendo el mismo sistema hasta Frómista, donde teníamos previsto comer. El aire entraba un poco lateral, pero con los relevos se notaba poco y llegando a Frómista el calor se hacía notar.
Llegamos a Frómista (km. 321), sellamos y al salir llegaba el vehículo de apoyo con Mari, Paqui, Anni, Sonia, Raquel y Eli, en una sombra al lado del control dimos cuenta de unos espirales con huevo, tomate y atún, que había preparado el día anterior, junto con bebida variada bien fresquita y una buen trozo de melón. Ya tocaba atiborrarse de cremas para el sol y las posaderas, ritual que a partir de este control se repetiría durante todo el recorrido. En este punto José decidió no continuar por problemas de articulaciones. Salimos hacia Cistierna, siguiente punto, y el calor ya era evidente, continuábamos haciendo relevos y en Carrión enganchamos a los de Yecla, los invitamos ha hacer relevos en la larga recta hacia Saldaña, entraban 2 de los 7 que iban, y después de un rato nos quedamos los de siempre haciendo relevos. En Saldaña volvimos a parar a rellenar líquidos y a refrescar pues apretaba el calor y el botellín se vaciaba enseguida. En este punto los de Yecla y el grupo de Alfredo pararon a comer, nosotros continuamos hacia Guardo con la misma estrategia.
Al llegar a Guardo volvimos a parar pues el calor así lo aconsejaba, un buen helado, algo de bebida y algún dulce nos repuso, las caras ya eran de cansancio, era medio día y después de pedalear toda la noche y el calor, se notaba en los cuerpos. Cuando estábamos parados nos adelantó el grupo de Alfredo y vimos pasar a los de Yecla que se iban directamente a Riaño sin pasar por Cistierna, menos mal que los avisamos y salimos juntos por el buen camino.
Nada más salir de Guardo, en el primer repecho, Jorge empezó a dar muestras de cansancio, lo esperamos y lo fuimos resguardando del aire que daba de cara hasta Cistierna (km.434), en uno de los repechos otro de los de Yecla decidió retirarse. Al llegar a Cistierna, Jorge, pensando todo lo que quedaba y viendo el cansancio acumulado decidió abandonar, por lo que quedábamos 9 integrantes del grupo inicial, que a la postre fuimos los que llegamos juntos a Madrid, ya que Santi al quedarse solo iba un poco por libre.
Tras el sellado de rigor, las supernenas (Paqui, Anni, Mari, Sonia, Raquel y Eli), nos habían preparado unos bocatas para merendar, junto con sandia de postre y aderezado con el café que ofrecían en el control. Tras reponer fuerzas encaramos el tramo hacia el pontón con aire de cara, tras pasar la presa de Riaño, el grupo se disgregó un poco, ya que Jordi había pinchado por segunda vez, reagrupándonos en la subida al Pontón, junto con los de Yecla a rueda por el fuerte viento de cara. La subida se hizo un poco larga por el tema del aire, pero llegamos bien y bajamos el Pontón de día, llegando a Cangas de onis anocheciendo y según el horario previsto.
Tras sellar en Cangas (km. 533), buscamos el hotel que teníamos reservado y después de cenar en un Restaurante nos dispusimos a descansar, con la hora prevista de salida a las 6 de la mañana. A las tres de la mañana tenía dolor de barriga, por lo que me levanté y tiré parte de la cena que me había sentado mal, me levanté a la hora prevista y aunque teníamos todo el buffet para desayunar, me tomé un yogur y nada más hasta Gijón, donde ya pude comer algo sólido y animado por el festín que nos tenían preparado los organizadores.
Salimos de Cangas de Onís sobre las 6:30, paramos en el primer bar abierto para que desayunaran parte del grupo, mientras ellos desayunaban aproveché para echar una cabezadita, pues con el mal cuerpo no había dormido lo suficiente. Al salir del bar Jordi volvió a pinchar y a mí se me olvidó el casco, por lo que tuve que volver hacia atrás.
Continuamos hacia Gijón, haciendo relevos de 1 km por parejas, éramos 9, por lo que Miguel iba a cola solo, hasta que nos cogió Cesar por detrás y se juntó con Miguel para los relevos, hicieron buenas migas y fueron charlando hasta Gijón. Cesar por su parte viendo el buen ambiente y el ritmo que llevábamos, hizo casi todo el recorrido con nosotros. Subimos el puerto de la madera cada uno a su ritmo y al final de la bajada nos reagrupamos, faltando Jordi y varios más, después nos enteramos que había vuelto a pinchar y fueron a comprar una cubierta nueva, pues la que tenía estaba defectuosa. Tras perdernos por Gijón y dar un par de vueltas dimos con el control y poco a poco fuimos llegando todos. Dimos cuenta de un buen plato de spaghetti, tortilla, café y algo de dulce, muy bien atendidos por los voluntarios, la verdad así da gusto (un 10 para los de Gijón).
De vuelta para Cangas, se nos unió Ramón de Carcaixent, que ya no nos abandonaría hasta la llegada y Alfonso para acompañarnos hasta Cistierna. Miguel en un semáforo se adelantó al grupo y ya no volvimos a verlo. Subimos el alto de la Madera en grupo, pensando que Miguel iba por delante, en este tramo y hasta Cangas íbamos cruzándonos con la mayoría de los participantes que venían por detrás. Después de bajar el alto y no ver a Miguel, le llamé al móvil, y me dijo que se había perdido en Gijón y estaba subiendo el puerto, le esperé en el semáforo donde se desviaba a la izquierda para que no se volviera a perder. A la media hora le vuelvo a llamar, todavía estaba subiendo el alto y es que lo había enviado a Cangas por la costa y tubo que hacer algunos kms más. Tras una hora parado lo vi aparecer, pusimos plato y metimos buen ritmo cara a Cangas, pero en los repechos ya notaba que las rodillas empezaban a quejarse, por lo que lo dejaba ir. Después de varios kms, contactamos con Cristóbal y Toni que nos estaban esperando, alcanzando al grupo antes de llegar a Arriondas.
Llegamos a Cangas sobre las 4 de la tarde, como habíamos comido en Gijón tomamos algo de fruta y líquidos, y después de alicatarnos de cremas, sobre todo en el trasero y las rodillas (radiosalil), encaramos el puerto del Pontón con cielo nublado y una lluvia fina por compañía. Fueron más de dos horas y media subiendo, por un paisaje espectacular, temperatura ideal, en el falso llano íbamos juntos, pero cuando empezó a empinarse cada uno subió a su ritmo y debido al frío que hacía en la cima, foto de rigor y hacia abajo para no enfriarse. Así fuimos hasta Cistierna (km. 796), donde nos volvimos a juntar y donde las supernenas nos volvieron a cuidar con sus atenciones. Yo en cada parada lo primero era sellar y después cremas para posaderas, sol y articulaciones (por ese orden). Después de recuperar fuerzas (buen avituallamiento por la organización), nos pusimos los reflectantes y las luces para encarar el último tramo hasta Frómista, donde teníamos reservado para dormir.
La salida de Cistierna y hasta Guardo se hizo muy dura, ya que a los continuos repechos había que añadir el aire en contra, pero con el buen trabajo del grupo apoyando a los más débiles en los repechos y en el llano se hizo bastante llevadero. Al llegar a Guardo paramos unos minutos para que Miguel Ángel cambiara las pilas del faro y después de salir de Guardo y pasar el repecho inicial pasamos la recta hasta Saldaña haciendo la rueda a buen ritmo, ya que el aire nos pegaba lateral y ayudaba bastante. Paramos en Saldaña porque a alguien le entraba sueño, nos tomamos un buen café y un helado y Miguel Ángel, se puso a buscar a Bartolo, pasando un rato divertido con la broma, después nos explicó que buscaba el “Bar Tolo”, la anécdota nos sirvió para hacer el resto del camino con la broma de buscar a Bartolo. Emprendimos la marcha hacia Carrión de los Condes, con la misma táctica, buenos relevos, a veces demasiado fuertes, pero la gente tenía ganas de llegar para descansar. Al rato Miguel ángel se descuelga porque nos dice que no controla bien y teme caerse, que poco a poco llegará a su ritmo. Antes de llegar a Carrión nuevo pinchazo, ahora de Bartolo, digo de Alejandro. Le reparo el pinchazo y tras perdernos en Carrión encaramos hacia Fromista (Km. 909) como si fuera la meta, llegando en pequeños grupos al control, llegamos con una hora y media de retraso con el horario previsto por los varios pinchazos y la pérdida de Miguel en Gijón, por lo que decidimos descansar un poco más y salir hacia Algete a las 7:30. Vuelta a sellar y después de beber y comer algo de fruta, nos fuimos al albergue que teníamos reservado y las supernenas nos habían preparado unos bocatas para cenar, devoramos los bocadillos comentando si alguien había visto a Bartolo.
Ducha reponedora y buen descanso, salimos hacia el siguiente punto de control sobre las 7:45 de mañana, nuevo pinchazo, paramos algunos y los demás se adelantaron para buscar un sitio para desayunar. Al llegar a Torquemada paramos a desayunar en un bar al lado de la plaza. Tras el café de rigor continuamos hacia Tórtoles (km 984), donde Alfonso nos esperaba para acompañarnos hasta Atienza, al llegar dimos cuenta de un buen bocata de tortilla, con su correspondiente cerveza. De nuevo en la burra, hacia el siguiente punto de control, el grupo se había hecho más grande, dos catalanes y un italiano se apegaron a rueda, les gusto el ritmo ya que hasta Madrid paraban con nosotros y estaban alerta para arrancar cuando emprendíamos la marcha. Al pasar por Aranda el calor empezaba a apretar y en Fuentespina, paramos para refrescar y rellenar los botellines, este tramo se me hizo bastante duro porque llegamos a 38º grados, las piernas me ardían y las rodillas se quejaban, además de los pies que me pinchaban. Nos alcanzaron varios asturianos por detrás, los cuales avivaron el ritmo y hasta Ayllón el grupo se disgregó en varios grupitos, quedándonos por detrás Alejandro que le dolían los talones, yo con mis problemas y Toni y Antonio, que se quedaron para acompañarnos.
Al llegar a Ayllón (km.1.068), después de sellar me fui directamente a las duchas, me di una buena ducha fría por las piernas, pomada en el trasero y radiosalil en las rodillas, que junto con el biberón de medio litro de cerveza con limón granizado, que me lo bebí muy despacito, me supo a gloria. Ya más recuperado una buena cortada de sandía y otro helado fue el menú para comer.
Tocaba continuar, aunque a la sombrita se estaba de maravilla, empezamos el camino hacia el temido puerto de la Pela, menos mal que los primeros kms son suaves y había algo de sombra, pero cuando empezó a empinarse cada uno subía a su ritmo, yo por mi parte como había recuperado de maravilla, subimos con Alfonso y Jordi, y en el último repecho nos quedamos Jordi y yo. Ya en el falso llano esperamos a todo el grupo para reagruparnos. Empezó la bajada y los pies no paraban de quejarse, además no me quedaba agua, así que en el primer pueblo paramos varios a repostar en una fuente. Yo metí directamente la cabeza bajo el chorro y después los pies, sintiendo mejoría con el fresco del agua. Continuamos hacia Atienza (km 1.123), donde volvimos a repostar. Alejandro seguía quejándose de los talones, Ramón de las posaderas, yo de las rodillas, y a estas alturas todos tenían algo de que quejarse.
Después de poner los faros y reflectantes, por si anochecía antes de llegar a Cogolludo, continuamos la marcha afrontando los continuos repechos con aire en contra, llegamos al control anocheciendo, el final se veía cerca y no quería parar mucho tiempo para no enfriarnos, vuelta a sellar, vuelta a las cremas y vuelta a repostar. A la hora de salir alguien se da cuenta que Miguel tiene la rueda trasera gastada, así que aprovechamos el vehículo de apoyo para cambiar la cubierta.
Partimos ya de noche hacia Algete, al grupo se había integrado algún ciclista más que habían en Cogolludo, pero en el siguiente repecho largo ya se hicieron varios grupitos, y Al pasar Puebla de Beleña, aguantamos el ritmo para reagruparnos. Giro a la izquierda y carretera en mal estado, que a estas alturas ya no sabíamos como sentarnos para pasar el tramo sin dolores. En este tramo los más tocados se quedan atrás, nosotros continuamos sin darnos cuenta, hasta que me llaman por teléfono para preguntarme por donde seguían en un cruce.
Continuamos hasta Algete y el último repecho parece un puerto, la gente me pregunta que cuanto queda, “nada, no queda nada”, pero la última cuesta se hace interminable. Ya se divisa Algete, cruzar el pueblo rápido y llegada al polideportivo, donde nos esperaban las supernenas para darnos la enhorabuena. Sello en el control y felicitaciones para todos, llegada a las 00:45 del sábado, 74 horas y pico, muy buen tiempo, dos horas más de lo previsto.
Las sensaciones al acabar fueron que sufrí menos que en 2005, entonces la hice en 80 horas, pero este año íbamos un grupo muy homogéneo en cuanto a forma física, se hicieron buenos relevos, todos pasaban y los tiempos de paso y salida se iban respetando, aunque creo que hizo menos calor.
Después de cenar en el poli, foto de llegada y despedida hasta la próxima. Nosotros nos fuimos al camping de Segovia donde teníamos que dormir. Al siguiente día fuimos a la entrega de trofeos, donde me dieron la sorpresa de darme una placa conmemorativa del brevet 300 número 100.000, por parte de Francesc Porta (delegado en España del Audax Club Parisiena), agradecí el regalo y hice salir a Paqui y Mari para la foto de rigor, ya que ellas con su apoyo tienen algo de culpa en todo esto.
Mi más sincera felicitación a José María Campos y sus colaboradores por su buen hacer, sin ellos sin duda la prueba habría resultado mucho más dura.
Os adjuno el enlace de mi blog, donde podeis ver todas las fotos: www.brevets.bitacoras.com
Bueno saludos a todos y hasta el próximo objetivo, BPB 2010 y PBP 2011.
Un abrazo.




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Madrid-Gijon-Madrid 2009. Rafael Bárbara. (Fuente)

Mi crónica de la Madrid-Gijón Madrid. IDA
Llegada
La partida de Vitoria fue el lunes 17 de agosto a las tres y media de la tarde. Me venía a buscar con su coche Pascual y su mujer, (Marisa). Debíamos estar en Madrid antes de las siete de la tarde para pasar el control de bicicletas, y comprobar que disponían de la iluminación adecuada para el pedaleo nocturno.
Hacía mucho calor, el trayecto lo hicimos en tres horas. Primero pasamos por la casa de Román para recoger ruedas de recambio, el utiliza un diámetro especial. Lleva la bicicleta de Virenque en una contrarreloj. Llegamos poco antes de las siete de la tarde al polideportivo de Algete. Ya se palpaba el ambiente en la zona: furgonetas típicas de ciclistas, bicicletas y gente conocida de otras pruebas.
Aparcamos el coche al lado de la furgoneta de Román. Con el venía para participar su sobrino Iker, y su mujer María Jesús. Ella y Marisa nos asistirían durante la prueba. También apareció Ibarretxe y su mujer, con otro participante que siempre le acompañaba. Nos saludamos. Debíamos pasar el control cuanto antes. Saqué mi bicicleta del maletero, la monté. Y al llevarla noté que la rueda delantera se quedaba agarrotada. El cable de la pila, (acumulador), de mi luz delantera estaba enganchado al buje. Se había roto. Maldije mi mala suerte. Tenía otra luz, pero aquélla era un foco esplendido.
Pascual me dijo, que no me preocupase, lo arreglaríamos, (en verdad lo arreglaría él).
Pasamos el control de luces. Miraron lo que llevábamos y poco más. El encargado era Porta. Con ello nos daban el número para coger los dorsales y quedar apuntados definitivamente en la prueba.
Charlamos con algún conocido, (Enrique Llorente), y al hotel. También nos encontramos con José Luis de Vizcaya. Había venido por su cuenta y se había arrimado a la expedición asturiana.
La verdad es que para ese control no parecía necesario llegar un día antes, con lo que supone de gasto, pérdida de tiempo y ansiedad por la vigilia; pero así se dispuso por laorganización. Ya eran más de las ocho de la tarde y convenía ir al Hotel.
Yo había reservado una habitación doble, no pensaba que Marisa vendría. La habitación era amplia y todo se arregló con una cama supletoria. Me di una ducha rápida para sacudirme el calor. Y a cenar.
No había menú y tuvimos que cenar a la carta en el restaurante del hotel. Una ensalada y carne, postre, vino de la casa, cerveza. El precio fue muy caro para la calidad y servicio. Una y no más. Nos dijeron para cenar pronto el día siguiente pero declinamos la invitación. Y nos fuimos a la cama.
Como éramos tres en la habitación y hacía mucho calor, pusimos el aire acondicionado. Dormí a gusto, sin muchos nervios. Poco antes de las ocho me desperté y para no molestar salí fuera a leer. A las nueve aparecí en la habitación y ya se desperezaba Pascual, que era el más remolón para levantarse.
El desayuno estaba incluido con la habitación: café y un bollo o tostada. Desayunamos con José Luis. Acto seguido Pascual y yo fuimos a reparar mi luz. Al salir a la calle se notaba el calor. El cielo azul despejado, iba a caer a plomo.
Con su coche recorrimos el pueblo en busca del ansiado taller de reparación de vehículos. Y al fin lo encontramos. Nos adentramos y entre un Rolls Royce antiguo, pero en buen estado de conservación, y un Ford Mondeo apareció el dueño. Aplicó la soldadura al cable de la pila y funcionaba. No nos quiso cobrar nada. Agradecidos y contentos volvimos al hotel. Ahora tocaba comprar comida y bebida para la prueba. Fuimos todos los de nuestra expedición, José Luis y Begoña. Nos aprovisionamos de fruta, bebida y pan, huevos y cava para celebrar la vuelta. En una gasolinera compramos hielo y metimos las cosas en la nevera que había traído Pascual. Y a comer.
Lo hicimos en el restaurante del polideportivo, y por un módico precio nos ofrecieron macarrones con tomate, o ensalada y pollo o filete. Y de postre helado o fruta. Y por la tarde a sestear en las campas alrededor del polideportivo. Iba a ser una tarde muy aburrida: hacía mucho calor, y todos nos arremolinamos en las escasas sombras de los árboles. Charlábamos, contábamos anécdotas, leían algunos, otros descansaban. Y así transcurrió la tarde. Mientras y con el cargador de Ibarretxe, pude cargar mi pila. Fue una suerte que lo llevara y que se lo viese de forma providencialmente casual. Me hizo un gran favor.
A las siete empezamos a preparar bicicletas y equipajes para la marcha. Ya se empezaba a notar la excitación de esos momentos previos: todo se olvida, nada se encuentra, mil vueltas. A las siete y media a cenar en el mismo restaurante: más pasta y lomo con patatas, y yogur, un café y pista.
Tardaron un poco en servirnos, (todos los ciclistas y acompañantes querían cenar a la misma hora). A los camareros se les veía realmente agobiados: sudaban, y trataban de poner buena cara, pese al ajetreo. La tardanza fue razonable.

La salida. Primera Etapa Algete-Atienza. (107 km.)

Tras cenar, casi las nueve menos cuarto, volvimos a las furgonetas; a dar los últimos repasos a las bicicletas y comprobar que llevábamos lo necesario. Y poco a poco hacia la salida. Se salía en grupos de cincuenta con intervalos de diez minutos. Nos tocó el último. En la espera, sacamos fotos; sacudimos los nervios. A pesar de que era de noche, hacía mucho calor, 28 grados. Yo sudaba sin haber empezado a pedalear. Por fin nos tocaba el turno: nos sellaron el carné de ruta, y al poco, ya en la calle, la Alcaldesa de Algete con Porta, nos deseó suerte y cuidado. Iríamos un tramo acompañados por las motos, (la salida del casco urbano de Algete). Me deseé suerte, me santigüé y a pedalear.
En la salida saludé a Emilio, Fernando, Juanjo, Andrey y algún otro conocido de la PBP de 2007. Nos deseamos suerte también. Vuelta a mi lugar, oía su bulla con pitidos y cánticos desacompasados, todo hay que decirlo, previos.
Salimos los cuatro, (Román, Iker, Pascual, yo), y José Luis en estampida. Yo fugazmente veía mi cuentakilómetros, y marcaba una alta velocidad. En las cuestas debía apretar de lo lindo. El viento daba de costado. La gente iba haciendo abanicos, y en algún momento me hacían cuneta, con lo que tendía a quedarme cortado, si no pedaleaba como el primero. En una curva cerrada, a la altura de Casar, salen Román, Iker y Pascual y nos dejan cortados a José Luis y a mí. Le digo que casi mejor: yo ni podía, ni quería ir a ese ritmo. Además estaban por llegar los repechos. Se nos junta un italiano que no nos da ni un relevo. Así que paro a mear, para que se marche. En la primera gran cuesta, antes de Cogolludo lo adelantamos, me pregunta y le digo que “molto larga e con salita”. Estaría mal dicho pero me entendió a la perfección.
Con el calor y el tremendo esfuerzo de esos primeros cuarenta kilómetros había bebido mucha agua. Así que en Cogolludo paré en la fuente a beber, también José Luis. Sin mayor perdida de tiempo, reanudamos la marcha. Ahora tocaba una subida larga para bajar luego hasta el pantano de Alcorque, y luego un tramo de toboganes más suaves, y por fin una bajada larga para afrontar el repecho final hasta Atienza.
En la primera rampa volvimos a alcanzar al italiano; ya no le vi más. Yo subía con el platillo puesto, con buena cadencia pero sin forzar las piernas. Adelantábamos gente. Y así llegamos a Atienza. Allí estaban Román e Iker; Pascual recién salía para afrontar la subida al próximo puerto de forma más pausada.

Segunda etapa. Atienza Ayllón. (55 km.)

Creo que bebí algo, comí alguna barrita y salimos los cuatro juntos. Esta etapa era corta pero se ascendía al punto más alto de toda la marcha, Alto de Pela, (con el juego que daba su nombre para ocurrencias más o menos afortunadas), a 1.404 metros de altitud.
Román iba tirando, yo de vez en cuando le daba algún relevo, pero le miraba y daba la sensación de que iba de excursión; y yo sudaba como un perro. A media subida paro para mear y también José Luis, nos esperan y vamos ascendiendo, la verdad es que era muy tendido el puerto con tramos de llano e incluso de descenso, como pude comprobar a la vuelta, (a mi pesar), se empezaban a ver las luces rojas de los molinos de viento modernos. Dejamos uno de a nuestra izquierda que con su siseo viperino imponía.
Así llegamos a un tramo de falso llano, para, tras una última cuesta, comenzar la bajada. El alto marcaba la divisoria entre Guadalajara y Segovia, y de las dos Castillas. Y la bajada hasta Ayllón era muy peligrosa. Así lo había remarcado la organización, corroborado por los que ya conocían ese trayecto. Yo soy un bajador nefasto. En buenas condiciones bajo despacio; con asfalto deteriorado, de noche y sin conocer el trazado, me iba a costar aquello más que subir. Les dije a Román e Iker que no me esperasen. Y a fe que no lo hicieron, en un par de kilómetros casi ni veía sus luces traseras. José Luis venía por detrás y tampoco veía su luz. Así bajaba y bajaba en una carretera con un asfalto rugoso pero sin rastro de los temidos socavones. No veía a nadie por delante ni por detrás. Temía haberme despistado.
En un pueblo, Francos, por fortuna encontré gente y me indicaron que sí, que todo recto se llegaba a Ayllón. Al poco apareció José Luis y en un tramo de llano adelantamos a otro participante y llegamos a Ayllón.
A sellar en las instalaciones deportivas del pueblo. Y de allí a la furgoneta, donde estaba el resto de la expedición. Marisa y María Jesús con una exquisita atención se preocupaban por darnos de beber y de comer. Su atento cuidado es digno de consideración. Nosotros estamos porque queremos; ellas porque quieren que estemos más cómodos. Pura generosidad de la buena. Bebí una coca cola, charlé con otros sobre la bajada y el calentón de la salida. Román quería salir ya, le entendía pero le pedí que esperase a que acabara el bocadillo. Ya salimos pero a Pascual algo le pasaba con el pulsímetro. Y le esperé para que no fuera solo.

Tercera etapa. Ayllon-Tortoles de Esgueva. (81 km. más propina)

En la salida me adelanté unos metros y como no sabía la dirección volví y le pregunté si era por donde íbamos. Me contesto que sí. Así confiados seguimos. Pero empezamos a darnos cuenta de que algo no concordaba. Miramos la hoja de ruta y comprobamos que transitábamos por una carretera equivocada: la N-110, dirección Riaza; cuando debíamos hacerlo por la SG-945 hacia Aranda de Duero. Habíamos recorrido unos trece kilómetros. Media vuelta y otra vez a Ayllón a coger la buena. Yo iba con un cabreo monumental. Iba jurando en arameo. Al fin llegamos a Ayllón y seguimos dirección Aranda de Duero. Pascual iba muy rápido, queriendo recuperar el tiempo perdido, (más de una hora). Yo ya iba, cómo decirlo, cruzado. Apenas hablábamos.
A eso de diez kilómetros divisamos a un par de ciclistas que van a buena velocidad. Eran José Luis Adell y un compañero suyo, cuyo nombre no recuerdo, (de Zalla). Los saludé, (ya nos conocíamos de otras brevets), y fuimos los cuatro poco a poco. Nos amaneció antes de llegar a Aranda de Duero. El paisaje era muy bonito. Yo no hacía más que pensar en donde estaría, si no hubiera recorrido ese extra. Trataba de quitarme la mala leche y la frustración, aunque el interior me reconcomía.
Desde luego, ya no iba a fiarme de nadie en los cruces. Cuando voy solo no suelo perderme porque tengo la sana costumbre de preguntar. Y pregunto varias veces. Es preferible a ir de listo y con la consecuencia, como suele suceder, de perderse. Luego ya no vale echar las culpas a los demás. Tú te has perdido y tú eres el tonto. Y ya lo había hecho una vez y con esa me bastaba.
Sin entrar a Aranda, desde la misma circunvalación, se toma la carretera que se dirige a Palencia, que pasa por Tortoles de Esgueva. Una carretera más tranquila y con buen asfalto, y repechos. No obstante pregunté, para cerciorarme.
Hasta ahora no he hablado del viento, y eso es buena señal; ya que si uno se acuerda de él, es porque molesta. Y hasta ese momento el viento o no había soplado, o lo había hecho favorablemente. En este tramo fue favorable.
A la salida de Aranda mi compañero daba signos de fatiga, (sueño al parecer), y se quedaba. Fue una pena porque los cuatro a relevos podíamos haber llegado al control rápido y con esfuerzo compartido. Me quedé a esperarlo; y Adell y su colega siguieron a su ritmo. Ya me alcanza Pascual y tras un rato de pedaleo juntos; pega un tirón fuerte y me deja. Yo me quedé bastante sorprendido: hacía un momento no podía seguir un ritmo cómodo; y, ahora, que le espero, no es capaz de adaptarse al ritmo, de 29 km/h que llevaba yo. Bueno, quedaban escasos quince kilómetros hasta el control, paciencia y a barajar, como decía El Quijote. De vez en cuando Pascual miraba para atrás como preguntándose por qué no seguía su ritmo. Mi respuesta a esa pregunta imaginaria era clara: no podía y tampoco quería. No se trata de ir pegando tirones., así al menos lo entiendo yo. Es preferible seguir un ritmo, el propio, y mantenerlo. Ya me acerco a su rueda y me pregunta si voy mal. Su pregunta no obtuvo respuesta; pero no iba mal; por lo menos físicamente mal.
Llegamos a Tortoles, antes de fichar, paré en la fuente y bebí agua fresca y llené el botellín. Sellé y no crucé palabra con Pascual. Estaba bastante enfadado por su actitud. Desde mi óptica, (que puede ser la equivocada): me chupo casi treinta kilómetros de más por su precipitación y mi confianza descuidada; y luego, cuando le espero, me deja sin mayor explicación que él debía seguir su ritmo.
Mal comí un bocadillo de tortilla de patatas. Estaba bastante seco; el pan no lo comí. Bebí un acuarius y fui a la furgoneta, con María Jesús y Marisa, que amablemente atendían nuestras necesidades y caprichos. Me senté a la sombra y la verdad, no tenía ninguna gana de seguir la prueba. Estaba dispuesto a retirarme. Había ido a divertirme; no a comerme el tarro con pejigueras. Mientras estaba sentado apareció Begoña y me animó a seguir. Pero la verdad es que me faltó poco para parar.
También estaba Alex, un señor muy simpático, (con el que coincidí en la Brevet de 1000 de San Sebastián); iba con su mujer y de apoyo a otro colega suyo de Cataluña. Nos sacó muchas fotos; y nos daba continuos ánimos. Muy, muy agradable persona.
Con mala gana me puse las lentillas, me di crema solar. El calor era considerable. Comí algo de fruta, me llevé una pera para más adelante, y continué.

Cuarta etapa. Tortoles de Esgueva-Fromista. (85 km.)

Salimos juntos. Una cuesta empinada de inicio nos calentó las patas. Serían las once y media más o menos. Hacía tiempo que ya no tenía noción del tiempo. Sí, miraba el reloj de vez en cuando pero no veía la hora. Eran unos números que nada decían. Y eso era bueno. No me importunaba la prisa ni las ganas de llegar antes. Me permitía seguir al ritmo corporal.
Pascual iba por delante; adelantamos a un par de franceses, (o belgas valones). Y en el alto apareció una recta larga, que picaba cuesta abajo; y nos permitió rodar a alta velocidad. Tras algún repecho llegamos a Baltanás. Allí, por si las moscas, aunque estaba indicado, pregunté la dirección a Torquemada. Amablemente nos indicaron; y de paso, nos avisaron del alto que debíamos pasar. Ya a la salida del pueblo se ve como la carretera sube en ladera por un monte pelado. Parecía más de lo que era. Con el platillo pequeño la subí a gusto. Desde allí todo bajada hasta Torquemada y Villamediana.
Antes de llegar nos adelantó la autocaravana de Begoña, y nos dijo si necesitábamos algo. Yo con el pulgar hacia arriba le indiqué que estaba todo en orden. En Villamediana debíamos tomar hacía Astudillo. Justo al pasar el pueblo un cartel en amarillo indicaba a ese pueblo; y seguimos esa indicación. Esa carretera subía y subía hasta unos molinos de viento. La verdad es que se hizo duro. Luego una bajada de cuatro kilómetros y se llegaba a Astudillo. Vimos que otros participantes venían por otra carretera. No sabíamos si nos habíamos perdido nosotros o ellos. Llegamos a Astudillo, tomamos una coca cola en un bar atendido por una autista. No nos dijo ni hola. Tan sólo el importe de la consumición. Quedaban doce kilómetros a Fromista. Hacía mucho calor, pero los encaramos con alegría y dando relevos.
El viento soplaba un poco de cara y se hicieron más duros de lo previsto; sobre todo, porque picaban un poco para arriba.
Al llegar al pueblo, (con bastantes peregrinos del Camino de Santiago), nos indicaron donde estaba el control. Sellamos. Hacía mucho calor y comí un pedazo de sandía. Al poco llegaron unos valencianos que polemizaron con Pascual sobre el tramo Villamediana-Astudillo. Al parecer nuestro recorrido no fue el correcto; a atajamos algo. Yo no quise entrar al trapo.
Allí nos esperaban María Jesús y Marisa. Rápido a comer, que no se podía estar en la calle del calor. Nos metimos en un restaurante con menú del peregrino. Comí macarrones con tomate, pollo, un helado y café. Del calor y del esfuerzo, no me entraba la comida pero debía obligarme a comer. La falta de apetito es un mal síntoma en la bicicleta. Y el no comer un lujo que en este tipo de pruebas puede resultar fatal. Así que, pese a todo comí lo que me sirvieron.
El café lo tomamos en la barra; charlamos un poco y sin mayor dilación reanudamos la marcha por Tierra de Campos. Teníamos cien kilómetros por delante, de mucho calor.

Quinta etapa. Fromista-Cistierna. (104 km.)

Yo salí con miedo: sin dormir, con la tripa llena, tres y media de la tarde, creo, y un sol abrasador. Pensaba que me iba a cocer en mi propia salsa. Pero había que salir. Eso sí con mi pera de rigor, para ahorrar agua y refrescarme con comida; además tiene mucho potasio.
Enfilamos hacia Carrión de los Condes los dos solos. Tramo plano, transitamos por poblaciones alusivas a la zona. Antes de llegar Carrión avistamos a un grupo. Podríamos acoplarnos a ellos. Eran los valencianos y Adell junto con su compañero y un par de catalanes.
Al salir de Carrión nos quedamos los catalanes, Adell y su compañero y nosotros dos. Intentamos hacer relevos para ir más rápido con el esfuerzo compartido, pero ya se sabe en ese tipo de grupos cada uno tiene su propia idea de cómo realizarlos, que es mejor que la de los demás. Y, pese a unos inicios prometedores, al final fue un caos, con problemas incluso para tomar la rueda o evitar el temible afilador.
Hacía mucho calor y no había sombras. Además la carretera era monótona, aunque al fondo se perfilaban los Picos de Europa. A pascual le entró sueño; y le sugerí parar. No quiso, pero poco a poco se desperezó. Nuestro objetivo era llegar a Saldaña y tomar algo para refrescarnos. Y aunque nos costó, llegamos. Paramos en la gasolinera de la entrada, tras pasar el puente. Bebimos pepsis de la máquina y compré hielo en el bar de en frente. Me robó de forma descarada: por una bolsa me cobró cuatro Euros. Bueno, llenamos los botellines de hielo, sobró más de la mitad. La dejé en el lavamanos del aseo de señoras y le rogué a la dependienta que si venía gente en bici que les dijera que podían usar ese hielo. De pasada nos preguntó de dónde veníamos, cuando se lo comentamos, (nuestra ruta al completo), pensaba que le tomábamos el pelo. A veces es mejor no decir nada, (y menos a la policía), no vaya a ser que nos encierren por locos.
Seguimos hacia Guardo y Cistierna. Ese tramo fue muy duro. Hasta Guardo, el calor y la carretera que se me antojaba hacia arriba. Fuimos los cuatro. Allí volvimos a parar: bebimos algo y compré yogur líquido. A mí me ayuda mucho cuando, por el calor, no puedo comer. También un paquete de actimel que compartí con Adell y su colega. Y otra vez a seguir.
La carretera continuaba hacia Riaño. Y Pascual ya se iba otra vez para allí. Menos mal que esta vez Adell nos libró de otro despiste. Había que girar a la izquierda a Cistierna y desde ese pueblo a Riaño. No directamente a Riaño. Unos italianos tuvieron la mala fortuna de confundirse en ese cruce; y se chuparon unos cuantos kilómetros de propina.
Ese tramo fue para mí el peor. Un montón de repechos muy empinados.. Menos mal que paramos en Puente de Almuley a saludar a un amigo de Adell que regentaba un bar. Con la disculpa nos tomamos una cerveza. Y tras superar los repechos llegamos a Cistierna.
En ese tramo recuerdo que a un francés, que parecía salido de Asterix y Obelix, pelirrojo y con un bigote tipo morsa, no hacíamos más que adelantarlo. Nuestra velocidad era mayor pero con las paradas acababa por rebasarnos y otra vez a superarle. Parecía de chiste.
Ya por fin, en un alto se divisan las casas de Cistierna, metidas en el valle. Ya estaba cansado de tanto repecho. Aunque conlleva una bajada; no permite coger ritmo, y se va muy desacompasado y siempre con un plus de exigencia: en el repecho, porque se supone que es corto; y cuanto antes se acabe mejor; y en la bajada, para recuperar el tiempo perdido en la subida. El balance es cero de desnivel pero es lo peor de las marchas de larga distancia, lo que va limando la fortaleza física y mental.
A la llegada Alex nos sacó unas fotos y nos dio ánimos.
En Cistierna, un control muy bien atendido. Me di una ducha, que me sentó de cine. La bebida y comida eran gratis. Tomé un par de acuarius y luego comí ensalada de pasta, que estaba rica. La rueda trasera me daba algún problema, el núcleo, así que como teníamos de repuesto, traídas por Pascual, me la cambió muy amablemente.
Charlamos jovialmente un rato, con Ibarretexe y sus acompañantes. Quería parlamentar para decidir qué hacer. Nosotros lo teníamos claro: ir al menos hasta Cangas de Onís. Nos avisaron que ese iba a ser un tramo duro, nos tocaba subir el puerto del Pontón. Los que atendían el control nos dijeron que hasta la presa el terreno es en falso llano, con un repecho final duro; hasta Riaño con subibaja y desde Riaño al alto, subida cómoda.
Cogí un bocata de jamón y queso y unas barritas de cereales del control y a pedalear.

Sexta etapa. Cistierna-Cangas de Onís. (99 km.)

Serían las siete de la tarde como muy tarde, cuando reemprendimos la marcha. El viento nos daba de cola. Y eso facilitaba el pedaleo. Al poco adelantamos a Adell y su colega. Iban más lentos que nosotros, y además pararían a dormir en Riaño, así le oí a Adell antes de salir.
Seguíamos a buen ritmo aunque era subida, con suave pendiente pero subida. Por fin divisamos el tramo duro. Tras una curva de herradura la carretera se encrespa hasta llegar a un pequeño túnel. En esa zona nos adelanta el coche de Alex, y nos animan él y su mujer. Lo subimos cómodos y seguido, una recta que da a un túnel más largo e iluminado. Y al cruzarlo se adivina un circo magnífico y la presa con el pantano. Atravesamos la presa, y en continuos repechos enlazados alcanzamos Riaño. En esa zona también superamos a un grupo de italianos con algún español, que iban a un ritmo muy cansino. En Riaño paramos en la gasolinera para tomar una coca cola y poner las luces.
Seguimos y poco después debemos parar otra vez a abrigarnos con las perneras y manguitos, se notaba el frío. Así subimos el Puerto del Pontón. La verdad es que no se me hizo muy duro. Desde luego, mucho menos que el tramo de Guardo a Cistierna. Ahora tocaba bajar, y en esta faceta soy bastante malo. En el alto le dije a Pascual que fuese delante y que si quería correr que ya llegaría yo después al Control. Me dijo que le siguiese, que fuese pegado a la línea central y así bajaría mejor. La verdad es que gracias a que se puso primero, pude conocer la trazada, el buen asfalto, sobre todo en el tramo leonés, las luces, que eran muy potentes. Bajamos, bajé a un ritmo muy rápido. Es cierto que de noche en las curvas se puede arriesgar un poco más; ya que la luz del coche de frente avisa, si viene. Y, paradojas de la vida, de noche se bajan los puertos mejor, si tienes una buena luz y el asfalto y señalización horizontal son buenos. Hasta Cangas se hizo muy pesado, parecía que no se acababa nunca de bajar, primero por el cañón del Sella y luego siguiendo los pueblos, con menos curves, como nos dijo un paisano, pero al fin llegamos a Cangas.
El control estaba un poco escondido, pero por fin lo encontramos. Allí estaban María Jesús y Marisa con síntomas de sueño. Nos dijeron que José Luis se había retirado y dormía en el polideportivo. Charlamos un poco con el chico que atendía el control. Nos puso un par de bocadillos de lomo; nos dimos una ducha y sin mayor dilación a dormir. Le pedimos que nos despertara a las cinco. No había colchonetas gruesas, así que tuvimos que conformarnos con las delgadas. No había mantas, pero no s dijeron que no nos iban a hacer falta: dentro se respiraba mucho calor. Me puse los tapones en los oídos, (siempre llevo para poder descansar en los controles: soy un poco maniático con los ronquidos ajenos, y había un espécimen que roncaba de lo lindo). Y la verdad es que descansé bastante bien. Además la sensación de limpieza ayudaba mucho.
Me desperté poco antes de las cinco y vi a Pascual que estaba tapado con otra colchoneta, parecía un oreo de esos que nos dieron con la bolsa.
Tras el sueño reparador, nos vestimos. Yo notaba un punto en la garganta. No le di importancia. Comimos algo y a caminar. Pascual hablaba con Alex; le intime para que nos fuéramos y me dio una mala contestación.

Séptima etapa. Cangas de Onís-Gijón. (80 km.)

Salimos de noche Pascual y yo solos. Pensaba que iba a ser un tramo llevadero. Una estúpida impresión, un prejuicio infundado, que no se confirmó.
Hasta Arriondas la carretera parecía querer bajar, pero, yo notaba que tenía que dar pedales con fuerza para avanzar; no iba fluido, con ese pedaleo voraz e infatigable. Ya en Arriondas tomamos la N-634 hacia Oviedo, que tan malos recuerdos me trae de las Brevets de Bilbao, con sus repechos interminables, el viento furioso. Esta vez no hacía viento, y pensé que sería llevadero. Pascual se distanciaba unos metros, y miraba continuamente atrás. Yo a mi ritmo. En ese tramo encontramos al primer participante que volvía, (eso creo, iba con luces y nos saludamos efusivamente).
Antes de pasar Infiesto en un repecho, con la amanecida alcanzamos a Santi, de Erandio, no siguió nuestro ritmo. Seguimos subiendo y bajando repechos, que se me hicieron muy duros. En uno de esos repechos paro a mear; ya no veo a Pascual. Y la carretera N-634 se orilla a la derecha, (dirección Pedraces, Pola de Siero), para dejar paso a la Autopista. Yo seguí. Como mandaba la hoja de ruta, por la N-634, no sin antes preguntar en Pedraces, si iba bien. A lo lejos no veía a Pascual, y me imaginé que se había confundido y continuado hacia la Autopista. Le llamé y no me cogió el teléfono. Decidí continuar. No lo veía ni por delante ni por detrás. Al poco de reanudar la marcha le veo que viene con Santi; efectivamente, se había equivocado. Y tras algún comentario seguimos ruta. Ahora los tres juntos. Santi conocía el camino y el cruce hacia Gijón.
Pasamos Pola de Siero, llegamos a El Berrón, y tomamos la carretera que enfila hacia Gijón. En medio el Alto de la Madera, un pequeño puerto, para alegrar la jornada ciclista. Antes de subir paro a mear otra vez: no rompía a sudar. La subida es muy cómoda, sin grandes repechos, y como es temprano el calor no aprieta. Ya bajando nos encontramos con grupos que volvían. Entre ellos un grupo en los que iban Román e Iker. Hasta Gijón era todo bajar. Una gozada. Estaba contento y todavía me quedaba otro tanto de lo realizado.
En Gijón, el control estaba en el Palacio de Deportes, junto al Molinón, al Este de la ciudad. De todas formas la entrada estaba muy bien señalizada con carteles en todos los cruces. Tras callejear, llegamos al control, allí estaba Alex, Benayas que nos sacaron unas fotos a la entrada y a la salida.
El control era magnífico. Sin desmerecer al resto, el mejor de todos. En la planta baja un lugar para dejar las bicicletas. Y en la planta primera el restaurante, atendido de forma muy amable. Se desvivían por atendernos. Yo comí unos macarrones con tomate y queso. Me sentaron de maravilla, luego un sobado con café y fruta. Descansamos un poco y tras dar las gracias, llenar botellines, a continuar la marcha.
Ya sólo quedaba la vuelta.

Octava etapa. Gijón- Cangas de Onís, (80 km.).

La salida de Gijón, por su casco urbano, era diferente a la entrada. Así que debíamos estar atentos a las señales. No tuvimos problemas, pese a que alguno, ya quiso realizar una ruta alternativa de salida.
Antes de llegar a Mareo empieza la subida, un repecho fuerte y luego bastante más tendida. Y suavemente, charlando, pedaleamos hasta el alto. Ahora veíamos a los que iban hacia Gijón. Bajamos rápidos hasta El Berrón y de allí pensaba que iba a ser un tramo tan desagradable como el de ida. Pero no fue así. El viento nos daba de cola; y nos permitía ir a buena velocidad.
Antes de llegar a Pola de Siero nos cruzamos con el grupo de Emilio, saludé a Nuria casi de pasada. Paramos poco después a tomar una coca cola. Los repechos eran mucho más llevaderos por este lado. La verdad es que nuestra velocidad era considerable. Un poco después nos encontramos con Javier padre e hijo que iban acompañados por José Luis. Y ya en el cruce para Cangas, que el viento era de cola totalmente, nos permitió correr un poco más.
Mientras mi garganta dolía cada vez más. Me costaba tragar. Supuse que fue del frío de la noche de Cangas. Nunca lo sabré; pero tampoco estaba preocupado. Era un dolor llevadero; y no repercutía en mis facultades ciclistas. Nos adentramos en Cangas hasta el control. Allí nos esperaban Maria y María Jesús. Fichamos. Conversamos en especial sobre la extrañeza de que José Luis hubiese reemprendido la marcha. María Jesús me preparó un delicioso bocadillo de tortilla con jamón y tomate. Pascual se tomó un bocata de lomo con queso de los que daban en el control.
Habían comprado un bizcocho de manzana, esponjoso y muy rico. Comí un buen pedazo. Y sin perder mucho tiempo, intimado insistentemente por Pascual, reanudamos la marcha. Santi había salido hacía un rato. Quedaba una larga subida de 45 kilómetros.

Novena etapa. Cangas de Onís-Cistierna. (99 km.)

No sabía la hora que era a la salida. Había perdido la noción del tiempo hacía tiempo. El cielo amenazaba lluvia. Nubes negras se cernían a nuestro alrededor y por las cumbres de los montes. Yo, por si las moscas, llevaba cerca el chubasquero; también me había aprovisionado de una botella de agua pequeña que llevaba en el bolsillo del maillot.
Tras el callejeo de rigor, ahora dificultado algo por el tráfico turístico, salimos para la carretera que lleva hasta León por el puerto del Pontón. El viento nos daba de cola; y aunque el tramo era de subida, muy ligera al principio, nos permitía rodar a buena velocidad. Así fuimos pasando pueblos y caseríos al margen de la carretera. No recuerdo los nombres y tampoco quiero recurrir al fácil recurso del plano para citarlos aquí, barnizando mi ignorancia. Había algún repecho duro pero entre el viento y que eran cortos fuimos tomando altura. Ya por fin entramos en León, el pavimento era mucho mejor. Mientras adelantábamos a ciclistas que subían con piernas pesadas, o esa impresión me daban. Es difícil discernir cuándo realmente empieza el puerto propiamente dicho. Yo puedo decir que tras dar una curva de herradura la carretera se empinó bruscamente, poco después de pasar un túnel largo. Para mí allí empezó el puerto. Metí el platillo de treinta y dos dientes y a disfrutar de la subida. Según mi cuentakilómetros me quedaban unos veinte hasta arriba. Y esas rampas se me estaban haciendo muy duras. Había mirado la altimetría de ese puerto previamente y no tenía rampas duras. Sería ya la acumulación de kilómetros, pero ese tramo se me hizo muy duro. Pensaba que si seguía así, no llegaría hasta arriba. Pero poco después suavizaba; y me permitió tomar un poco de aliento. En Oseja de Sajambre paramos a tomar una coca cola. No nos demoramos mucho; seguimos ruta. Desde allí la carretera ascendía a trompicones: un tramo duro y otro llano. Había cogido un buen ritmo; y subía, si se puede decir, a gusto. La niebla ya se había adueñado de todo el paisaje. No era muy espesa, pero enfrió bastante el ambiente. Yo, como siempre, hacía mis cálculos de lo que me quedaba. Y así dosificar el esfuerzo. Poco antes del alto, me adelanto un poco, con permiso de Pascual, para coronar primero y ponerme los manguitos, el chubasquero y el chaleco reflectante. Al coronar, estaba Alex y su mujer. Me hacen una foto. Al parar veo a Santi. Le saludo, me voy vistiendo. Viene Pascual, y me intima a que no pierda mucho el tiempo. Apuro el botellín de agua, se lo doy a la mujer de Alex para que lo tire al contenedor, y sin hacer mucho caso de las palabras de Pascual salgo a mi aire.
El baja mucho más deprisa que yo. Y le voy perdiendo de vista. Tan sólo en alguna recta, lo diviso al fondo. Al bajar de cota, el cielo se va despejando, y me sobra la ropa que me he puesto. Así que paro y me despojo del chaleco y del chubasquero. Ahora sí que lo he perdido de vista. Está emperrado en alcanzar a Román e Iker, no lo lograríamos.
Voy bajando a mi aire, disfrutando del bonito paisaje; y en un repecho antes de la presa veo a Santi y Pascual que bajan tranquilos. Creo que me esperan. Les alcanzo, Pascual me dijo si había bajado tan despacio adrede; yo le dije, que no; que soy un mierda, (remedando a otro Rafael).
En ese tramo les rebaso. Ahora eran ellos los que iban muy despacio. Les saco un buen trecho; y me paro a mear y esperarlos. Yo no entendía nada. A lo mejor yo era el tonto. Sí, lo más seguro. Llegamos a Riaño y lo pasamos, también el túnel, la presa y la rampa, la carretera se precipitaba hasta la curva de herradura. Y tras ella, disminuía la pendiente de forma considerable. Pasamos pueblos, saludados por los paisanos. Santi se quería quedar. Ahora el viento nos daba de cara. Le animamos para que viniera con nosotros hasta Cistierna. Si se quedaba solo, le iba a costar más tiempo y esfuerzo. Yo también me notaba un poco cansado; pero por lo menos daba relevos para compartir el esfuerzo. Un cartel marca a Cistierna dos kilómetros. Ya estamos, pienso. Pasa un kilómetro, ni rastro del pueblo, pasa otro kilómetro y tampoco. Al poco se empiezan a divisar las primeras casas. Seguro que a un peón le encargaron poner ese cartel; y lo situó donde Dios le dio a entender. Ahora me parece gracioso; pero cuando uno está cansado y con ganas de llegar, no le hace ni pizca de gracia que las señales le engañen de ese modo.
Ya en Cistierna directos al control. Otro sello; allí estaban María Jesús y Marisa. Habían cocinado cuscus. Tras lavarme y hacer mis necesidades, y beberme un par de acuarius, compartí el cuscus con Santi. María Jesús lo ilustró con fruta; y estaba buenísimo. Comí también un poco de la empanada, del control, que descubrí a la vuelta. Charlamos un poco con el joven que atendía el control, con los valencianos.
En los controles la gente empezaba a quejarse unos; otros daban vueltas tratando de distraer su cansancio y fatiga. Yo todavía estaba bastante entero. Cansado pero con la alegría física y mental suficiente. Me encontraba bien, ¡Qué diablos!
Y había que continuar. Nuestro objetivo era llegar a Fromista para dormir allí; y el viernes terminar. Pascual hacia sus cálculos en cuatro horas los cien kilómetros. Yo callado, sabía que eso era un quimera; un imposible. No habíamos hecho esa media ni de salida; con que ahora, con el cansancio y la vigilia, iba a ser imposible. Serían alrededor de las ocho, calculo. Debíamos partir. Y ese tramo, hasta Guardo, a la ida se me hizo muy duro.

Décima etapa. Cistierna-Fromista. (113 km.).

El viento nos era propicio, menos mal. De salida un repecho seco. Lo subí a ritmo, pero me dejó las piernas calentitas. Delante de nosotros vimos a un ciclista que culebreaba. Poco a poco lo alcanzamos, lo saludamos, era alemán, de Hamburgo, (al menos eso indicaba su maillot). Una corta bajada y otro repecho empinado. A la ida, pensaba que los repechos que subía eran más largos que las bajadas; y que, a la vuelta, no sufriría tanto, (como en el tramo de Cangas a Gijón). Y los repechos eran muy duras también por este lado.
Ya atardecía y los tonos pardos de los prados brillaban con el sol de poniente; y alguna pareja de viejos paseaba por los caminos aledaños, con los pantalones de mahón, con el gorro de paja y ese andar cansino, sin espera. Al pasar junto a ellos, no pude reprimir una cierta nostalgia del urbanita frente a la idílica figura del campo en las tardes de verano. Espejismo roto por la voz de Pascual que me animaba a seguir. Sí, sí, ya sigo.
Más repechos, el viento que entraba en ladera y se arremolinaba, dándonos de vez en cuando de cara. Al poco un coche parado en la cuneta, la dueña gesticulando ante la llegada de la grúa. Los pasajeros, también mayores, charlaban entre ellos con cara de asombro y de curiosidad. Una novedad. Pasamos Puente de Almuley. Y, lo que a la ida parecía una recta inofensiva; se había convertido en una subida incómoda. Ya alcanzado el punto más alto, quedaba una bajada nerviosa hasta Guardo. Paramos en el mismo bar que a la ida. La señora, que nos atendió prontamente, nos dijo: ya volvéis. Sí, le respondí. No sé si fue por hacerse la simpática o porque nos reconoció, pero ahí queda eso.
Nos bebimos los cafés. Ya era de noche y nos pusimos los aparejos nocturnos, y sin mayor dilación a seguir. Era pronto para cenar; así que mejor en Saldaña. El viento de cola de forma ostensible. Subimos el repecho de salida, y una vez allí, a relevos avanzamos kilómetros a gran velocidad. Alcanzamos al alemán, que debió de superarnos en nuestra parada de Guardo. Le indiqué que se pusiera a rueda. Y fuimos dando relevos Pascual y yo, (yo templaba un poco a Pascual, que daba unos relevos muy fuertes). El alemán me dijo que no hablaba español; yo le dije que hablaba alemán. Y me contó entrecortado que íbamos rápido: y era una suerte para él. Dio un relevo, (uno cuando va a rueda, piensa que está lo suficientemente fuerte para dar un relevo, y recomponerse a cola, tras el esfuerzo, pero muchas veces no es así). Y tras dar su relevo, se descolgó. Yo lo vi; y le dije a Pascual que bajase. No me parecía correcto dejarlo allí. Se enganchó de nuevo. Nos dio las gracias, y me dijo que no había funcionado la rueda. Tranquilo, atrás y llegamos juntos, fue mi respuesta. De vez en cuando, se le oía decir, muy rápido, muy rápido.
Nosotros pararíamos a cenar en Saldaña; el prefería llegar a Fromista. Así que en ese pueblo nos separamos.
Entramos en el pueblo y tras preguntar dónde se podía cenar, nos indicaron que el mejor sitio era a la entrada, un hotel-restaurante llamado La Brasa. Al entrar al pueblo pasamos a su lado.
Serían las diez y media de la noche, pero no tuvimos problemas para cenar. De primero ensalada. Estaba muy buena pero era una ración copiosa que no pudimos terminar. Además al sentarme, tenía miedo de que me entrase el sopor. De segundo, pescado: yo, lubina, de ración, pero muy rica. Para beber tomé gaseosa. No quería beber alcohol, (cerveza o vino), para evitar la somnolencia. Postre y café doble.
La cena fue muy buena, el servicio estupendo. Nos atendió una chica muy amable. Le rogamos que nos sirviese con prontitud, para no perder mucho tiempo. Y lo efectuó con diligencia y atención. Nos invitó, incluso, a dormir, en el hotel. Agradeciendo su invitación, partimos. Debíamos llegar a Fromista para dormir allí.
Pregunté la salida: no quería aventuras. Y volví a preguntar a un coche, ya en la carretera. Y enfilamos en la buena dirección; y justo delante de nosotros partía un grupo numeroso, (de diez o doce). Eran los valencianos con algún infiltrado. Impusieron un ritmo alto. No daban relevos. Tenían, al parecer, algunos galgos, que llevaban al grupo. Yo di algún relevo, para quitarme la el sueño. Justo antes de llegar a Carrión de los Condes, un pinchazo hizo parar al grupo. Nosotros contiunamos. No por falta de solidaridad; sino por que no éramos necesarios. Así que seguimos rumbo a Fromista.
En Carrión vuelta a preguntar la dirección. Ya en buena dirección, recorrimos los casi veinte kilómetros a buen ritmo, a relevos.
Ya en Fromista, María Jesús y Marisa nos habían dejado unas sábanas que tenían en la furgoneta para abrigarnos. No las despertamos. No había ducha, así directamente a dormir. Cogí una colchoneta gorda para Pascual; y otra para mí. A fuera vi la bicicleta de Román. Dormían también allí. Pero se iban a levantar a las dos y media; y nosotros a las cinco. Aunque intenté dormir, la garganta me dolía, y tuve una noche revuelta. Para las cuatro de la madrugada estaba despierto. Si por mi hubiera sido, habría salido. Pero esperé a la hora establecida.
Me levanté, hice mis necesidades, tomé un chocolate con bizcochos, conversamos con el muchacho que atendía el control. El viento afuera movía los árboles que daba miedo. Nos trataba de tranquilizar. Pero pensamos que el viento nos daría de cara y de forma furiosa. Así que, sin perder más tiempo, nos montamos en las bicicletas, tras encender luces delanteras y traseras.

Undécima etapa. Fromista-Tortoles de Esgueva. (92 km.).

El viento soplaba, aullaba y daba pavor. Eran las seis de la mañana. Y el viento era mi mayor preocupación. Dentro del edificio, ¿polideportivo de Fromista?, se oía pero no se sentía. Y ahora, lo íbamos a sufrir.
Salimos del recinto, callados, taciturnos. Y tomamos la carretera para Astudillo, trece kilómetros. Y, sí el viento soplaba, pero no molestaba mucho; entraba como revirado, y esa sensación nunca la he tenido antes: notar como sopla el viento pero no sentir sus efectos, (buenos o malos). Fue muy curioso. Un efecto anormal, tal vez producido por una alteración de la percepción sensorial. El caso es que pasamos por el Canal de Castilla, y llegamos a Astudillo. Y volvimos a tomar la subida hasta ese mogote, para llegar a Villamediana: la subida fue suave, cuatro kilómetros, y luego falso llano. Y después una bajada irregular, con piso en alguna curva peligroso. Atravesamos el puente romano sobre el Pisuerga. Y el paisaje cambió de repente, ahora más árido, más pelado, más lunar, con los montículos coronados por molinos modernos. Transitábamos por la vaguada y debíamos atravesar un primer alto hasta llegar a Torquemada.
El viento nos favorecía otra vez; soplaba del Oeste. De todas formas me costó subir ese primer montículo. Un tramo de carretera que parece que no tiene mucha subida pero la bicicleta no avanza, como si quedara pegada al asfalto. Tras culminar, como diría un argentino satisfecho, una bajadita; atravesamos el pueblo, creo; y otro alto de iguales o peores características, que ascendimos mal que bien. Ahora el cansancio nos enmudecía; tan sólo se oía algún mohín del esfuerzo. Ya había amanecido hacía un rato; y llevábamos un buen rato pedaleando, (alrededor de dos horas, o más). Así que en Baltanás desayunaríamos.
Llegamos a Baltanás hacia las ocho pasadas, si mal no recuerdo. Preguntamos para desayunar; y nos indicaron un par de bares en la plaza del pueblo. Enttramos en el primero que vimos. Estaban terminando la tortilla de patata, así que, sin lugar a dudas, pedí un pincho con un café. Tardó la tortilla un poco más de la cuenta, llegó, sin reposar, y ardiendo, pero riquísima. La comí con bien de pan. Luego, un par de magdalenas, con el café.
La señora que dispensaba era muy simpática. Y nos dio ánimos para terminar con éxito nuestra aventura. Continuamos, ya para Tortoles. Y, cómo no, otra subida a un montículo de esos. Yo me empezaba a preguntar, si quien diseñó esa carretera, tenía alguna monomanía con los montículos; y allá donde viera uno, debía llevar la carretera hasta su alto. Lo subí, callado, y a una pequeña distancia, (por detrás), de Pascual. Y tras coronarlo, una inmensa recta con una pequeña pendiente de subida. Yo paré a mear; una excusa para descansar un poco, como aquél que en el Tourmalet, paraba a cada rato para tomar fotos. Por esas nos alcanzó la furgoneta con María Jesús y Marisa. Nos saludaron, fotos y hasta el control.
Tras terminar esa larga recta, se alcanza la parte más alta y en rápida bajada se llega a Tortoles. Entrada, cada uno por su lado al control: sello y a tomar algo.
Me bebo un acuarius, charlando con Marisa y María Jesús y los del bar. El dueño me ofrece unas sopas de ajo. Ni dudarlo. Me sacó un plato con ese fino olor a ajo tostado en aceite, no quemado, con el pan reblandecido por la suave cocción. Un plato humilde, pero muy sabroso. Me sentó de cine. Pascual nos contó que a él le obligaban a comerlo de pequeño; y, por ello, lo aborrecía. Yo pensé, peor para él; y seguí comiendo.
Ese sería el último control en el que contaríamos con apoyo de María Jesús y Marisa. Debían volver a Madrid, porque María Jesús precisaba estar en Vitoria el sábado. Y, como íbamos en dos grupos, estaría con Román e Iker. Ellos llegarían antes. Agradeciendo el gran favor, nos despedimos. Llenamos los botellines y a caminar.
En ese pueblo también Alex nos sacó algunas fotos.
Ya nos quedaban pocos más de doscientos kilómetros; se empezaba a vislumbrar el final. Y afloraba el ansía por llegar que te retarda. (Frase con enorme paradoja, incluso temporal y personal).

Duodécima etapa. Tortoles de Esgueva-Ayllón. (81 km.).

Miré hacia atrás, como una despedida ritual, (aquí he estado). Y con el sol calentando comenzamos a pedalear por la C-619 hacia Aranda de Duero. Yo iba detrás de Pascual. No es que fuera mal, pero a veces uno tiene la sensación de que tu compañero va mejor. Y debes situarte en la retaguardia para que asuma el mando. Marcaba un buen ritmo. La susodicha carretera era rectilínea, con repechos llevaderos. Yo estaba bastante animado; y trataba de contagiar a Pascual. En algún tramo le daba relevos.
El trazado de la carretera nos fue hipnotizando. Y antes de llegar a Aranda íbamos como zombis; creo, que yo un poco menos que Pascual. Recuerdo que a unos quince kilómetros de Aranda me invadió el sueño, fue de repente, como un manto que cubre mi mente y la obnubila, la deja abotargada, mostrenca. Pascual no iba mejor. Tan sólo trataba de continuar, de no despistarme demasiado. No canté, algo raro en mí; ni me paré hasta llegar a Aranda. Sabía que teníamos que coger la carretera general N-I, para desviarnos en Fuenteespina. Pero debimos pasarnos el cruce, y llegamos hasta Aranda. Preguntamos la dirección para Fuentespina. Y nos indicaron perfectamente. Antes de salir de Aranda paramos en una gasolinera. Bebimos unas coca colas; y nos sentamos en el suelo, en la acera con la cristalera de la gasolinera a modo de respaldo. Allí nos quedamos traspuestos por un lapso de un cuarto de hora, calculo. Recuerdo que al abrir los ojos, un niño nos miraba desde la ventanilla trasera de su coche, con cara de incredulidad. Le pareceríamos mendigos, vagamundos sin techo ni casa, arrojados al exterior y desamparados. Y desde su seguridad paternal, le resultaríamos dignos de compasión. Seguro.
Ya nos desperezamos y decidimos continuar. Ya no tuve más problemas con el sueño; algún bostezo, pero sin trascendencia.
Al salir, por si las moscas, volví a preguntar. Y me dijeron que todo recto. Y efectivamente, enseguida alcanzamos el cruce de la N-I, a la par que un coche de la Guardia Civil. Nos incorporamos a la N-I hasta el cruce de Fuentespina. Delante de nosotros circulaba una señora en bicicleta y con dos bolsas de compra, una en cada mano. Al adelantarle yo, la saludé y me dijo, si éramos de la prueba esa, de Madrid- Gijón. Yo le dije que sí, bajando el ritmo. Me miró, mujer recia de mediana edad, pero guapa, y me espetó, que os dan. Yo le dije que nada. Y me reconvino: estáis un poco locos. Yo me callé. Y al poco le pregunté por el cruce hacia Fuentespina y Ayllón. Ahí lo tienes, majo. Siguió para adelante y nos despedimos.
Teníamos unos cuarenta y dos kilómetros hasta Ayllón. Yo pensaba que eran menos. El calor apretaba lo suyo. Al salir de Ayllón paré para comprobar que era la dirección correcta; estaba casi seguro. Tuve la prudencia de pararme al lado de un hito kilométrico. Y al comprobar la carretera con la de la hoja de ruta, vi que no coincidían. Y me alarmé. No quería más extras. Pascual no se había detenido. Al poco apareció una furgoneta y la paré con indicaciones exageradas; casi me planto en medio de la calzada. Me tranquilizaron: era la carretera que llega a Ayllón, sin problemas, ni desvíos. A continuar. Al poco, ya veo el cartel indicativo para Ayllón. Y a dar pedales.
Todo ese tramo fue duro, no había mucha pendiente pero todo el rato la carretera iba en ascenso, de vez en cuando un repecho corto, y otra vez a seguir con esa subida imperceptible, pero que lima y lima. Había hecho mis cálculos sobre el kilómetro en que tenía que llegar. Llegamos al Embalse de Linares, y el sol calentaba de lo lindo. De vez en cuando miraba para atrás para comprobar si se acercaban otros participantes. Ya queda menos pensaba. Tenía agua suficiente pero no quería beber en exceso por si las moscas. Durante mucho tiempo de la prueba, había tenido la boca seca, ahora también. Y al tragar ahora, con el dolor, tenía arcadas muy convulsas. Parecía como si las tripas quisieran salir por la boca. Ahora al recordarlas de nuevo, siento ese flato previo. Se pasaron. Pensaba que quedaban cinco kilómetros para Ayllón, ¿Qué ganas tenía de llegar! Pero no quedaba el doble. Me sentó mal pero no quedaba otra. Seguir dando pedales: ahora el terreno plano. Por fin avisté el cartel indicador Ayllón y directos al control. Mucho calor; eran las dos de la tarde, más o menos. Al llegar al control, a gente nos aplaudía. Alex nos sacó un par de fotos. Allí estaba Santi con su mujer y las de los valencianos. Comimos en el bar del control, las piscinas de Ayllón: Yo, ensalada de pasta con una jarra de cerveza con gaseosa y un helado. Pascual tortilla. Charlamos con la gente que comía, con Santi y a eso de las tres de la tarde partimos para subir otra vez el Puerto de la Pela. Antes de salir llené el botellín con agua y hielo y compre una botella pequeña de agua para llevarla de suplemento en el maillot. Y con el inmenso calor a subir el puertecito de marras.

Decimotercera etapa. Ayllón-Atienza. (55 km.)

Partimos con calor y animados, pese a que ante nosotros teníamos un puerto que a esas alturas de la prueba iba a resultar duro.
Los primeros kilómetros eran suaves; se podía ir a un ritmo alegre, pero sin derroches. La carretera, con un piso bastante malo, discurría entre bosques y con sombra se agradecía. Algún coche que pasaba nos pitaba y daba ánimos.
En un pueblo antes de la subida propiamente dicha, Pascual pidió a unos albañiles, que trajinaban con una manguera, agua. Le llenaron el botellín; a mí no me hacía falta. Continuamos. Y yo iba más lento que él en la subida. Sin embargo se quedaba a mi lado. Y eso no me gustaba. Una cosa es ir tirando en el llano, para beneficiar a quien sigue al rebufo; y otra distinta es subir en paralelo un puerto. Soy de la opinión que los puertos son cosa de lucha solitaria: cada uno busca su ritmo, o su particular umbral de sufrimiento. Yo subía lento pero seguro. En una rampa dura, me sacó unos metros. Y me alivié. Y poco a poco me fue sacando más distancia. Al llegar a un descanso, (yo pensaba que allí terminaba, pero a lo lejos divisé como la carretera serpenteaba hacia arriba), vi que me sacaba un buen trecho. Alcancé el alto; y pensé, ahora todo bajar hasta Atienza. Pero se me hizo más dura la presunta bajada que la subida. El viento soplaba de cara; y en las largas rectas, con poca pendiente, debía realizar un esfuerzo grande para avanzar. El calor era muy alto; y no quería beber mucha agua, por si acaso.
Sabía que iba bien. Por allí no discurre otra carretera, pero se me estaba haciendo tan duro, que pensaba de forma obsesiva que esa carretera no podía ser; ahora tocaba bajar; me habían engañado; devuélvanme mi dinero. En un pueblo, cuando el agua escaseaba, pregunté primero si la carretera iba a Atienza; respuesta obviamente afirmativa, veinte kilómetros. Y, después, si el pueblo tenía fuente; también que sí. Me dijo que tenía que bajar y no sé que más. La pereza pudo más que la sed. Miré el botellín; y pensé que tendría agua suficiente, caliente pero suficiente. Le di las gracias y partí.
Seguí y a lo lejos se veía el castillo de Atienza, estaba tan lejos que al principio pensé que era el de Jadraque. Luego, ya me di cuenta que era el de Atienza, pero parecía que se mantenía inamovible en la lejanía. Y hasta allí debía llegar. Y la bajada era pura entelequia; yo no hacía más que llanear y subir repechos. Sí, se vez en cuando una bajada, pero que me sabía a poco. Y el agua que escaseaba, y la racionaba. Recuerdo que a unos cinco kilómetros de Atienza atisbo un repecho que me laminó la moral. Luego lo subí bien. Al fin veía un poco más cerca el castillo. Ya vi el cartel del pueblo y en vez de tomarlo, seguí hasta entrar por el cruce de Cogolludo; no fuera a ser que me perdiera y ascendiera de más: el control estaba en la parte baja. Llegué bastante fundido; debo reconocerlo. Allí estaba Pascual. Nos saludamos y entré a fichar y beber algo. Llevaba el control Porta. No estaba, debía esperar. No importaba. Me tomé un par de acuarius. Me sentaron de cine. Y luego otro más. Ya vino y selló primero a dos italianos, y luego a mí. Apareció Pascual y me dijo, que continuaba; que como yo iba más lento, me esperaría en Algete descansando. Le miré y le dije, que de acuerdo. Nos despedimos, se fue, y me quedé un rato más.
El viento venía del Oeste, es decir, que iba a soplar de cara y además con mucha fuerza. Bueno, ya quedaban poco más de cien kilómetros.
Llené el botellín. Me monté en la bicicleta y sólo encaré hasta el siguiente control. Pensaba que los italianos me alcanzarían.

Decimocuarta etapa. Atienza- Cogolludo. (42 km.)

El viento soplaba fuerte de cara y traía mucho calor. Sabía que iba a sufrir mucho. Pero poco avispado esta vez no llevé un botellín de agua adicional en el maillot. El primer pueblo que se alcanza es Hiendelaencina, a mitad de camino. Si necesitaba algo, siempre podía parar; eran veinte kilómetros.
Los primeros kilómetros de bajada, y tras llegar a la vaguada, una subida larga que pondría a prueba mi resistencia física y mental. Metí el platillo de 32 y fui jugando con los piñones altos, 21 a 25. Esa subida, creo que todo participante de la MGM se acordará, parece que no tiene nada, comienza suave, como sin querer, y poco a poco la pendiente se eleva, y se da una curva, y sigue subiendo; y otra curva y sigue subiendo. Aunque la conocía de alguna brevet de Pueblo Nuevo, se me hizo muy larga. En el alto, bebo un trago de agua; y ya decido parar en Hiendelaencina. Sigo subiendo algún que otro repecho, con sus correspondientes bajadas. Desde Atienza hasta Algete, se bajaba de cota; es decir, que en teoría era de bajada pero con esos toboganes tan imponentes, no lo parecía.
Por fin llego al cruce de Hiendelaencina. Subo la cuesta que llega al pueblo y diviso el bar, en la plaza del pueblo. Creo que eran fiestas; no me preocupó mucho. Pedí un acuarius, un helado y una botella grande de agua. Me tomó el helado; bebo el acuarius y lleno el botellín con el agua casi congelada. La que sobró la bebí. Y seguí ruta.
Al llegar al cruce de la carretera CM1001, pensé que los italianos habrían pasado. Me daba igual. Yo a seguir tranquilo. Estaba contento. Me dolían las piernas, pero iba muy entero. Ya empezaba a oscurecer.
Llegué al Embalse de Alcorco, y la suave temperatura, el esplendido paisaje y la fragancia que despedía la vega daban una atmósfera mágica a aquella puesta de sol, que vivía en directo. Nunca la olvidaré. Me sentí tan a gusto, solo, molestado intermitentemente por algún coche pero disfruté de aquel tramo. Llegue al alto previo a Cogolludo. Desde allí una magnífica bajada a través de un secarral con pinos. Metí plato, y cantando descendí. Luego en el último tramo, con pendiente más acusada, sin dar pedales llegué a la parte baja y me di un poco de impulso para subir el repecho hasta Cogolludo. En ese tramo algún coche me pitaba para animarme. ¡Joder, estaba muy contento!
Paré en el bar de la rotonda, (donde se suele efectuar el control de las brevets de Madrid). Tomé un acuarius y otro helado. Llené de agua el botellín. Pregunté por el polideportivo, me indicaron amablemente unos paisanos que estaban en la terraza del bar; y me avisaron de no confundirme en el cruce. A mano derecha, a mano derecha- repitieron. La verdad es que ese cruce lo conocía. En la brevet de 200 de Madrid me confundí y eso esta vez no iba a ocurrir.
Llegué al polideportivo. Vi la bicicleta de pascual, lo que me dejó sorprendido. Yo pensaba que ya estaría descansando en Algete. Entré en el frontón y estaba sentando en el suelo, apoyado contra la pared; y no tenía muy buena cara. Le saludé. Sellé, bromeé con las personas que lo atendían. Y bebí un par de yogures líquidos, parecidos al actimel. Y otra pequeña charla; llenado de botellín. Mojado de gorra en el cubo de las bebidas. Y a seguir.

Decimoquinta etapa. Cogullado-Algete, (67 km.)

Pascual seguía sentado sin decir nada. Yo le intimé a continuar, salí y le esperé en la carretera. Iríamos juntos. En el famoso cruce, Pascual iba a seguir recto, (yo ya sabía que iba mal), pero rectificó a tiempo por una señal de la organización. Seguimos por la CM 1001; nos quedaban unos sesenta kilómetros. Y ante nosotros un repecho interminable. Sí recuerdo un dolor de piernas intenso. Lo subí de todas formas bien, a ritmo. Ese era el último gran repecho. Luego la carretera seguía plana prácticamente hasta el Casar, más o menos.
Sabía que debíamos girar a la izquierda hacia Viñuelas. Por si acaso, al parar para poner las luces y vestirnos el chaleco reflectante revisé la hoja de ruta, para saber el número de la carretera: la GU1057. Y la verdad ese tramo se me hizo muy largo: apenas hablamos. Era ya de noche y esperaba encontrar a cada kilómetro el dichoso cruce. Hasta temí haberlo pasado. Pero, no, allí estaba. Tomamos el cruce y la carretera con su firme irregular, nos llevó dirección. Viñuelas. En Villaseca de Uceda paramos a tomar una coca cola y un acuarius. Nos sentamos en la terraza del bar. Los de al lado, una cuadrilla de jóvenes, nos preguntaron si éramos de la Madrid-Gijón esa. Sí, lo somos, respondimos. Y tras ello nos interrogaron y nosotros respondimos. Bueno, sin hacer juicios de valor; y yo ya me entiendo, continuamos. Llegamos a Viñuelas, y debíamos tomar la carretera hacia el Casar de Talamanca. Conocía el camino; pero, por si acaso, preguntaba en cada pueblo la dirección. Era de noche y fácil perderse. Antes de llegar a Casar nos adelantó Alex con su coche; estábamos parados preguntando, y como al reanudar la marcha era cuesta arriba, me bajé para subir los piñones. Se paró pensando que tenía avería. No; menos mal, me dijo, y se marchó hacia Algete.
Pasamos el Casar, giro a la derecha, dirección Valdeolmos, una subida, y luego franca bajada, y llano. Pasamos Alapardo, el siguiente pueblo era Algete. Quedaba la subida final hasta el pueblo. La subí alegre, aunque las piernas me dolían bastante. Por fin aparece el cartel de Algete. Atravesamos el pueblo, entre algún aplauso. Y llegamos al polideportivo. En la entrada nos esperaba Marisa con cara de sueño y aburrimiento. Nadie más vimos. Me decepcionó un poco. Le di la mano a Pascual. Y ya dentro del recinto estaba Benayas con alguno más que no conocía. Fichamos, entregamos el carné. Nos felicitaron. Y al poco apareció Enrique Llorente. Charlamos un poco. Yo tenía ganas de ducharme y quitarme la ropa. Estaba contento pero con nostalgia. Había sido duro pero disfruté mucho.
Me duché. Mientras Pascual montaba las bicis en el coche. Luego fuimos a comer algo. Yo sólo fruta. No tenía hambre. Todavía tenía la garganta bastante dolorida; y mi voz parecía más la de un tufarra que la de un ciclista.

Vuelta a Vitoria.

Cuando volvió Pascual de la ducha, había que decidir qué hacer: dormir allí y partir al día siguiente o salir sin dilación. Conduciría Marisa.
Yo era partidario de quedarnos a dormir en Madrid: Marisa también estaría cansada. Pascual insistió en que lo mejor era salir ya. Y eso se hizo. Casi sin despedirnos carretera hacia Vitoria. Serían las doce y media de la noche, calculo.
Me acomodé en el asiento trasero del coche, y traté de dormir algo. Imposible; no podía estirar las piernas y me dolían mucho. Trataba de buscar una postura para descargar la tensión muscular, pero nada. El viaje se me hizo muy duro. Marisa conducía, y de vez en cuando trataba de darle conversación pero mi mente no funcionaba.
Por fin llego a Vitoria, me dejan en casa. La bici en el garaje; di un beso a mi mujer e hija. Ducha y a la cama.
Saludos
Rafael Bárbara




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Madrid-Gijon-Madrid 2009. Diego Izquierdo. (Fuente) (otra)

CRONICA DE MI PRIMER 1200, LA MGM2009, UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Antes de nada quisiera felicitar y dar las gracias a los organizadores de esta MGM2009 con José María Campos al frente y a todas las personas que han contribuido al éxito de esta prueba, de una manera especial a todos los voluntarios que tan amablemente nos atendieron en los controles.
Os aviso que la crónica es larga, pero como dice Nuria, la MGM es muy larga, son muchas horas pedaleando y da para escribir casi un libro.
Son las 8 de la tarde del martes 18 de agosto, tan sólo quedan un par de horas para que den la salida a la MGM2009, llevo con este objetivo en la cabeza desde la última París-Brest, en la que tuve que abandonar por una lesión en la rodilla. También había participado en la primera edición de la MGMG2005, en la que también tuve que abandonar debido a mi inexperiencia, era mi primer año en Larga Distancia. A la tercera ha sido la vencida y como os podéis suponer tenía una buena espina clavada desde hacía tiempo.
Los días previos a la salida muchos nervios, desde el brevet 600, no había podido entrenar lo suficiente, ya que tenía a mi padre en el hospital bastante grave y esto era lo primero. En el mes de Julio tan sólo pude hacer 700 kms, pero gracias a Dios todo se fue solucionando y el mismo día de la salida, martes 18, a mi padre le dan de alta en el hospital, con lo que me tranquilizo bastante y puedo centrarme al 100% en la prueba, me despido de él y le digo que voy a terminar esta MGM, aunque sea arrastras por él.
Salgo de casa acompañado de mi mujer y de mis hijos, mis mejores fans, que han querido acompañarme y darme todo su apoyo en el momento de la salida. Mi mujer en la MGM2005 y en la PBP2007, nos fue haciendo labor de apoyo desde la furgoneta, en ninguna de las dos ocasiones la pude brindar el éxito, esta vez no les podía fallar.
A las 21:00 h llego a Algete, allí ya están el resto de mis compañeros con los que voy a compartir parte de la prueba, de mi club el Pueblo Nuevo, Joaquín Barradas, Emilio Alvarez, Juan Coca y Fernando Sebastián, del CC Rivas, Juanjo Cortés, del CC Chamartín, José Manuel Andrey, del CC Mirobrigense, Paco Sierra y del CC Prado, Antonio Paredes. Quiero dar las gracias de una manera muy especial a nuestro buen amigo Manolo Arias y a Nines, la mujer de Paco, nuestro ángel de la guarda, que empleando parte de sus vacaciones, nos hicieron una labor de apoyo encomiable con la furgoneta, sacrificándose por nosotros para que no nos faltase de nada, sin apenas poder dormir y aguantando todas nuestras rarezas, que a medida que iba desarrollándose la prueba irían en aumento.
Se hace de noche y por fin llega el tan esperado momento, somos 173 ciclistas los que vamos a tomar la salida y nos dividen en tres grupos, el primero sale a las 22:00 h, nosotros vamos en el último y salimos a las 22:20 h. Emprendemos la marcha animados por los aplausos de familiares y amigos mientras acometemos las primeras rampas de Algete, miro el pulsómetro, no logro que baje de 168 pulsaciones, no voy tan rápido para ir así, pero la adrenalina y los nervios ya me la están jugando, en los brevets clasificatorios no me había pasado, pero esto es la MGM y en estos primeros momentos la envergadura de la prueba me sobrepasa, me supongo que a más de uno le pasó lo mismo.
Como es habitual en estas pruebas, se sale a un ritmo alto y al principio nadie queremos perder el grupo, pero la subida al Casar pone a cada uno en su sitio y se empiezan a hacer varios grupos. Pasado El Casar, me quedo atrás y veo que no viene Joaquín, Emilio me dice que se queda con él y yo hago lo mismo, enseguida enlazamos con el resto del grupo que nos está esperando. Llegamos a Cogolludo y el grupo para a coger agua, yo y Joaquín nos tomamos el bocadillo que teníamos previsto, pues los 41 kms que quedan hasta Atienza son muy duros y hay que meter material de agarre del bueno. Aquí ya perdemos nuestro grupo y nos quedamos Joaquín y yo solos, la prueba se nos va a endurecer al ir los dos solos, pero por otro lado la marcha que lleva el grupo en las subidas es superior a la que nosotros podemos aguantar y de esta manera dosificaremos mejor nuestras fuerzas.
Camino de Atienza a la altura de Robledo de Corpes, nos encontramos medio tirado en la cuneta a Ramón, de Salamanca, está totalmente deshidratado y tiene calambres en las piernas, casi no se puede poner en pie, le damos toda el agua que nos queda en nuestros bidones, le ayudamos a hacer unos estiramientos y nos ponemos en marcha lentamente para que pueda ir recuperando. Logramos que llegue a Naharros, pero en las primeras rampas vuelve a bloquearse y se tiene que bajar de la bicicleta, continuará andando hasta coronar el pueblo y llegará a Atienza, nosotros le dejamos, pues es media hora la que nos hemos retrasado y tampoco vamos sobrados de tiempo, pues en estos momentos ya vamos los últimos de la prueba.
En el primer control de Atienza km. 108 ponemos el primer sello en nuestro flamante carnet de ruta, nos tomamos otro bocadillo y enseguida nos ponemos en marcha, hay que intentar recuperar tiempo. Al salir cogemos un grupo de catalanes y daneses que llevan un buen ritmo, con los que prácticamente haremos casi toda la subida a la Sierra de la Pela. Llegamos a Somolinos y nos encontramos a Jorge del GDC Pueblo Nuevo, que nos está acompañando con su moto durante esta dura y fría noche, nos dice que nuestro grupo va 200 metros por delante, ellos levantan un poco el pie y después de coronar, en los llanos de la Pela logramos enlazar con ellos.
Bajamos la Pela con la máxima precaución, es de noche y el estado de la carretera es lamentable, está llena de baches y en cualquier momento podemos reventar una rueda o irnos al suelo. Pasado Santibañez de Ayllón a la izquierda, hay una imagen de la Virgen, Joaquín, Fernando y yo nos adelantamos, pues Joaquín trae una vela para ponérsela, le rezamos un Padrenuestro y un Ave María, para que nos proteja en tan larga y dura travesía. En el camino de vuelta Manolo le pondría otras dos velas para dar gracias por no tener nada grave que lamentar.
Sobre las 7:00 h llegamos al control de Ayllón km.165, está amaneciendo, el termómetro marca 7º y el frío se mete hasta los huesos. Nos reciben unas sonrientes voluntarias que arropadas con unas mantas y heladas de frío, nos sellan los carnets de ruta, que juventud más maravillosa tiene este pueblo, ya en la edición del 2005 fue uno de los mejores controles. Ya hemos pasado la primera noche y una de las partes más duras de la prueba, hemos recuperado algo de tiempo y llevamos el ánimo intacto. Tomamos una ensalada de pasta con un colacao caliente y reemprendemos la marcha todos juntos, después de volver a poner crema en las posaderas que ya va haciendo falta. Pasado el embalse de Linares, en la primera rampa, se vuelve a romper el grupo.
Pasamos Aranda y cogemos la carretera de Palencia, ahora vamos atravesando la zona de la Ribera del Duero, viñedos a ambos lados de la carretera, vamos viendo algunas de sus famosas bodegas de las que salen algunos de los mejores vinos de España. Llegamos a Tórtoles de Esgueva, excelente control, buenos bocadillos y muy amables los encargados del bar. Joaquín me comenta que viene un poco forzado y con un buen bajón, yo tampoco vengo muy bien y decidimos volver a soltar el grupo, desde aquí definitivamente haremos la prueba mano a mano, tenemos un rodar muy parecido y nos conocemos muy bien, templamos bastante las subidas y mantenemos un buen ritmo en el llano. Vamos por tierras de Castilla, el sol está ya en lo alto y empieza a hacerse notar, llegamos a Torquemada, recuerdo que en la edición del 2005 tuve que abandonar por estos parajes, pero esta vez no voy a echar pie a tierra. Nos tenemos que desviar debido a unas obras, la alternativa que tenemos que coger nos sube a un monte por una carretera pestosa, que desemboca en una recta interminable con un constante sube baja y con un sol abrasador que nos hace sufrir más de la cuenta. Pasamos Astudillo, donde nos encontramos un inglés que va con una bicicleta que sólo lleva un plato y un piñón, nos lo iremos encontrando durante toda la prueba, que valor, como habrá subido la Pela.
Sobre las 14:30 h. llegamos al siguiente control Frómista km. 321, donde volvemos a encontrarnos con nuestro grupo, comemos todos juntos en el mismo restaurante que cenamos cuando hicimos el brevet 600 de Madrid a Gijón.
Después de volver a ponernos crema en el trasero, pues se va quejando de nuevo, emprendemos la marcha camino de Cistierna, nuestro siguiente objetivo. Aquí hay una parte que vamos coincidiendo con el Camino de Santiago, donde varios peregrinos, unos andando y otros en bicicleta, bajo un sol de justicia, van haciendo camino, quizás el año que viene lo haga con mis hijos con bici de montaña. Ahora el terreno es llano y los kilómetros van pasando más deprisa, llegamos a Saldaña km.378, hacemos una parada técnica en una gasolinera donde tomamos un refresco. Salimos subiendo entre pinares y verdes prados durante unos 5 kms, el paisaje va cambiando. De aquí hasta Guardo el terreno es llano, llevamos casi 400 kms y las fuerzas empiezan a ir muy justas, tenemos que volver a parar en una gasolinera, donde nos tomamos un helado y unos bollos con una cocacola, coincidimos con uno del PC Bonavista que va bastante tocado y nos comenta que se le está haciendo muy duro y que va a abandonar en Cistierna, en estos momentos la marcha que llevamos es bastante lenta. Por fin llegamos a Guardo, nos quedan 35 kms a Cistierna, pero sabemos que es un terreno rompepiernas, demoledor, ya lo vimos en el brevet 600, hay bajadas donde alcanzamos más de 70 km/h, cuestas de más de 1 km con porcentajes del 8% y 10%, en estos momentos pensamos que si se nos está haciendo duro ahora, será un infierno a la vuelta, pero eso ya llegará. Se hace de noche, poco a poco van pasando los kilómetros y por fin sobre las 23:30 h, llegamos a Cistierna km. 443, donde volvemos a encontrar al grupo, que se está echando a dormir.
Nuestro objetivo de la primera jornada llegar a Cistierna ya está conseguido, en nuestro plan inicial pensábamos haber llegado dos horas y media antes, pero una vez más los planes no tienen nada que ver con la realidad. Cenamos algo de pasta y fruta, pedimos colchoneta y manta para dormir, nos dicen que sólo queda una, que tendremos que compartir. Entre las cocacolas que nos habíamos bebido, tener una colchoneta para los dos y el ruido que había en el pabellón, nos es imposible conciliar el sueño, aunque el cuerpo está estirado y logramos descansar algo. Decidimos, sin haber pegado ojo, volver a emprender la marcha a las 2:00 h. Estamos en plena noche, ahora la carretera discurre por un valle que suavemente va picando hacia arriba, nos acercamos a Riaño, subimos la dura subida de la presa del embalse y durante unos kilómetros seguimos ascendiendo hasta que divisamos las luces de Riaño. Las condiciones se van a endurecer pues hace mucho frío, unos 6º, y la humedad del embalse nos aumenta la sensación de frío. Todavía nos quedan 18 kms para coronar el famoso puerto del Pontón, hay que pasarlos como sea, después nos esperan 46 kms de bajada bastante peligrosa, pues es de noche y hay varios tramos con desprendimientos, pero en los que prácticamente no hay que dar pedales. Durante la bajada nos adelantan unos italianos que van en plan kamikaze, pero no es nuestra guerra. El descenso se hace interminable, las manos nos duelen de tirar tanto de freno.
Por fin sobre las 7:30 h llegamos al siguiente control km 542, en el precioso pueblo de Cangas de Onís, donde está la Virgen de Covadonga y la famosa subida a los Lagos, el paisaje ha cambiado totalmente, verde por todos los lados, es una delicia, no olvidemos aunque parezca mentira, que estamos haciendo ciclo-turismo, también hay que disfrutar. Aquí nos desayunamos un buen bocadillo de jamón, que nos sabe a gloria. La alegría se refleja en nuestras caras, vamos bien, el siguiente control ya es Gijón, quedan 80 kms y esto nos da alas, pues sabemos que a partir de ahí iniciaremos el camino de vuelta y empezaremos a restar a la prueba, a vencerla, la dura batalla psicológica también la empezamos a ganar, pues sé por tristes experiencias anteriores, que la mayor parte de los abandonos se producen en el trayecto de ida.
El camino a Gijón, tiene mucho tráfico, aunque es un constante sube y baja, siempre te da la sensación de ir subiendo, lo mismo nos pasará a la vuelta. Durante toda la prueba y especialmente en este tramo, nos ayuda bastante el hecho de haber realizado el brevet 600 de Madrid a Gijón organizado por el Pueblo Nuevo, pues hay varios cruces en los que te puedes equivocar. Los kilómetros van entrando y el cansancio se va acumulando, encima no hemos podido dormir, en la travesía de uno de los pueblos por los que pasamos, Joaquín va delante con la cabeza metida en el manillar, en el arcén hay un camión aparcado que no ve, yo me doy cuenta de la situación y le pego un grito, él de una manera milagrosa reacciona, da un giro brusco que casi le lleva al suelo y consigue librar el camión, yo que iba atrás vi que se lo comía. El susto le dura unos minutos y nos acordamos de la vela que le pusimos a la Virgen camino de Ayllón, sin duda habrá que ponerle otra a la vuelta.
Pasamos Pola de Siero y llegamos al Berrón, donde encaramos el Alto de la Madera, último escollo antes de Gijón, desde su cima podemos disfrutar de la maravillosa vista de la ciudad con el mar y su costa al fondo. En la subida nos cruzamos con nuestro buen amigo, Rafael Barbara de Vitoria que ya va de vuelta. Entramos en Gijón y lo atravesamos de punta a punta, después de parar en un montón de semáforos, llegamos por fin al Pabellón de Deportes donde está el control km. 621, son las 12,30 h. Aquí nos reciben José María Campos, Benayas y Francesc Porta, sellamos y nos obsequian con una buena comida a base de pasta y empanada de la tierra, excelente control, sin duda uno de los mejores. Mientras comemos comentamos que ya hemos conseguido el primer objetivo, llegar a Gijón, sabemos que queda la vuelta, empezamos a pensar en la dureza del Pontón, en el tiempo que llevamos pedaleando sin dormir, casi 40 horas, pero ya estamos de regreso y llevamos buen ánimo. Sobre las 14:00 h salimos del Pabellón, pasamos por la playa, que envidia poderse dar un baño ahora, pero no hay tiempo, después de callejear por Gijón y aguantar un montón de semáforos y las broncas de los coches (yo quitaría este tour por la ciudad, para sucesivas ediciones), volvemos a subir el Alto de la Madera, 10 kms de puerto con 350 metros de desnivel, que nos lo tomamos con calma. Se empieza a nublar el cielo y unas nubes negras amenazan lluvia. Nada más pasar El Berrón, comienza a lloviznar, el orbayu como lo llaman por estas tierras, que poco a poco nos va calando. A 40 kms de Cangas volvemos a parar en un bar para guarecernos de la incesante lluvia, la dueña del bar nos comenta que llevan parando durante todo el día ciclistas, las fuerzas a estas alturas de la prueba se van igualando y a todos nos va haciendo falta más de una parada. A medida que nos acercamos a Cangas de Onís la lluvia se intensifica, la carretera está llena de agua y al adelantarnos los coches nos van calando más.
Al fin a las 18:30 h llegamos al siguiente control, Cangas de Onís km. 701, nos tomamos un buen bocadillo y un plátano, ahora llueve a mares, pero hay que seguir la marcha. Saludamos a Fernando y Nuria, de nuestro club el Pueblo Nuevo, que llegan en ese momento. Arrancamos de nuevo, tenemos por delante el temido Puerto del Pontón con sus 46 kms y 1200 metros de desnivel, la bestia negra de la Madrid-Gijón-Madrid. Aunque lo subimos lloviendo, el paisaje es espectacular, vamos pasando entre riscos adornados por bellas cascadas, el sonido del río Sella nos va acompañando por el Desfiladero de Los Beyos. A la ida este puerto lo bajamos de noche y no pudimos disfrutarlo. Los primeros 20 kms es llano que va picando para arriba, Joaquín coge las riendas de la subida y vamos a unos 18 km/h, poco a poco vamos subiendo rampas más pronunciadas, seguidas de cortos llanos. Lo peor está por llegar, a 17 kms de la cima, a partir de Ribota, nos encontramos rampas mantenidas del 8% y 10% seguidas de cortos llanos, así llegamos a Oseja de Sajambres, donde paramos a tomar un aquarius. Nos quedan aún 13 kms para coronar y se acaba de hacer de noche, nos encontramos con varios extranjeros y con Gene de Salamanca, que nos comenta que quedan unos 5 kms duros y luego suaviza algo, lo cual nos anima, haremos el resto de la ascensión juntos. Por fin coronamos el largo Puerto del Pontón, comenzamos a bajar, durante los cuatro primeros kilómetros aparte de la lluvia, tendremos también niebla, en la primera curva la bicicleta se me va de atrás, pero la logro controlar, el descenso está peligroso y no se ve nada. Vamos todo calados, el intenso frío y la humedad debido a la proximidad del embalse de Riaño, nos hacen pasar uno de los momentos más duros de la MGM, el frío es insoportable, nos duele todo, vamos tiritando, yo pienso para mí, que va a ser la última prueba que hago de estas características, no tengo ninguna necesidad de pasarlo tan mal y encima fastidiando parte de mis vacaciones, con lo bien que estaría en la cama calentito. Pasamos por un pequeño pueblo donde hay un bar abierto, paramos y nos tomamos un colacao calentito, también paran un francés y un inglés, que llegan en las mismas condiciones. Nos quedan unos 40 kms hasta el próximo control , van a ser eternos, los kilómetros van pasando pero nunca llega Cistierna. Son kilómetros muy duros, vamos los dos mal y distanciados el uno del otro, deseando llegar al control para acabar con esta dura pesadilla.
Por fin a la 1:15 h, llegamos a Cistierna km.803, le comento a Joaquín que lo primero que vamos a hacer es pedir la colchoneta para que no nos pase lo de la noche anterior, nos dicen que no hay, que sobre las 2:00 hay un francés que se va a ir, le pedimos unas mantas y tampoco quedan, bueno, pues vamos a darnos una ducha mientras, pedimos una toalla y tampoco hay. Comentamos que mientras esperamos a que se levante el francés vamos a aprovechar para cenar algo, preguntamos pero nos dicen que ya no queda nada, pienso que esto no puede estar pasando, debe de ser un sueño, nos hemos debido de equivocar de lugar de control. A las 2:00, cuando se va el francés, volvemos a compartir colchoneta y manta. Hemos llegado todo empapados. Esta vez, debido al cansancio acumulado, después de 51 horas de prueba, logramos dormir una hora y media, de las tres que paramos en este control. Nos levantamos y nos ponemos de nuevo la ropa, que aún no se había secado. No podemos desayunar pues no queda nada. Sobre las 5:00 h emprendemos ruta a Guardo, nos volvemos a encontrar otra de las partes más duras de la prueba, son 34 kms rompepiernas, llevamos más de 800 kms en las piernas y hay cuestas de más de 1 kilómetro que marcan el 8% y 10%, las cuales se hacen interminables. Vamos pasando kilómetros poco a poco soñando con el gran desayuno que nos espera en Guardo. Paramos en un bar y nos pedimos una jarra de medio litro de colacao, con un croissant, una napolitana de crema, una caña de chocolate y un donuts para cada uno, todos los que están en el bar, perplejos se nos quedan mirando. Como dice Joaquín, hay que meter material de agarre del bueno. Ya repuestos salimos para Saldaña, nos acordamos de lo mal que íbamos por aquí a la ida, pero ahora vamos mejor y además le vamos restando a la prueba. Yo empiezo a tener importantes rozaduras en las posaderas, en todos los controles me voy dando crema que me alivia algo, pero poco a poco se va agravando. Ahora hasta Frómista el terreno es llano, aunque tenemos viento de cara que nos hace sufrir más de la cuenta. Sobre las 12:45 h, llegamos al siguiente control Frómista km. 913, donde nos están esperando Manolo y Nines con la furgoneta. Comemos un buen plato de macarrones y filete de lomo con patatas. Cuando vamos a salir vemos que llega Fernando Sebastián y al rato José Manuel Andrey y Antonio Paredes.
El terreno sigue siendo llano y ha aflojado un poco el viento, llegamos a Torquemada, pasamos por Baltanás donde paramos a meter los pies en la fuente, los llevo con un dolor que no me deja pedalear, el frescor del agua me alivia bastante. Después de atravesar 4 lomas, con sus subidas y bajadas, llegamos a Tórtoles de Esgueva, punto de control km. 999. Nos avituallamos a base de bocata de jamón, cocacola y aquarius. Está Manolo y Nines con la furgoneta, aprovecho para coger una funda de gel para el sillín, que había echado en la mochila por si acaso, que de momento me va a permitir ir más cómodo.
A estas alturas de la prueba vamos ya muy cansados, la mirada fija en el próximo control Ayllón, pero antes tendremos que hacer parada técnica en Fuentespina, donde nos metemos un buen helado. En esta parte del recorrido coincidimos con los 3 maños, buena gente. Manolo Arias que se ha traído la bicicleta, se baja de la furgoneta en Tórtoles y nos acompaña hasta Ayllón, lo cual nos hace el camino muy agradable. Antes de llegar al embalse de Linares se nos hace de noche, nos cogen 4 franceses, a los que pillamos rueda hasta Ayllón.
Ayllón, por fin Ayllón, km. 1080 , días anteriores a la prueba le había comentado a mi mujer, que si llegaba a Ayllón, tenía la MGM en la mano. Un montón de jóvenes nos están esperando, me recuerda la Paris-Brest, gracias desde aquí por esas sonrisas y ánimos que tanto ayudan a estas alturas de la prueba. Cenamos una ensalada de pasta y un vaso de colacao. Nos acompañan 2 chavales con bicicleta hasta la salida del pueblo, son la 1:10 de la noche.
Siguiente objetivo Atienza, pero antes hay que subir la temida Sierra de la Pela, el techo de la MGM. Vamos cansados pero con buen ánimo, en este tramo nos volvemos a encontrar con la capillita de La Virgen, donde aún vemos encendida la vela que pusimos a la ida, sin duda ha ido velando por nosotros durante toda la prueba. Pasado Santibañez de Ayllón, nos volvemos a encontrar con las primeras rampas de La Pela, pasamos por aquí en el brevet 400 y no recordaba que fueran tan duras, pero qué duda cabe que los 1100 kms que llevamos en las piernas tienen algo que ver. En la cima volvemos a parar, la subida nos ha dejado extenuados, nos descarga de golpe todo el cansancio acumulado y nos estamos quedando dormidos. Arriba en la sierra hay un tramo de sube y baja de unos 8 kms, vamos despacio y dando bandazos de un lado a otro, nos estamos quedando dormidos dando pedales, a mí en cinco años que llevo en larga distancia nunca me había pasado, aguanto mucho el sueño. Justo antes de bajar volvemos a parar, comentamos que a 2 kms, en Somolinos vamos a descansar un rato, así no podemos seguir.
Llegamos al pueblo y nos sentamos a la entrada de una casa, quedan 30 kms favorables hasta Atienza, pero no somos capaces de dar un pedal más, vamos a dormir un poco. Joaquín se tira en el suelo frío de hormigón y yo me recuesto contra una pared, pasados 5 minutos los ronquidos de Joaquín me despiertan, analizo la situación, estamos a 1300 metros de altura, con unos 5º y totalmente sudados tirados en el suelo, vamos a pillar una neumonía de campeonato. Despierto a Joaquín, le digo que tenemos que intentar llegar a Atienza como sea, nos quitamos las gafas para que el aire y el frío de la noche nos mantenga despiertos.
Cuando emprendemos de nuevo la marcha vamos tiritando por los cuatro costados, vamos totalmente destemplados, yo no sé como sentarme en el sillín, las rozaduras del trasero ya son heridas y cada golpe de pedal me hace ver las estrellas. Parece que esta pequeña parada nos ha despejado un poco, vamos bajando y llegamos a Cañamares, quedan 8 kms a Atienza, que hacemos como podemos.
A las 4:45 h llegamos al control de Atienza km 1139, donde dormidos sobre una mesa están Arauz y Javier el dueño del restaurante, nos da pena despertarlos, también están muy cansados. Nos ponen el sello nº 13 en el carnet de ruta, ya sólo nos quedan dos para conseguir el premio. Nos echamos a dormir y nos levantamos a las 7:30, esta vez hemos conseguido dormir dos horas y media. Hace un poco ha llegado nuestro grupo, están durmiendo. Desayunamos y sobre las 8:10 salimos, nos va a acompañar Juanjo Cortés que ha llegado con el grupo pero no es capaz de quedarse dormido y va a seguir ruta. Al montarme en la bici comienza de nuevo mi particular calvario con el sillín, cada vez que pedaleo pego un bote hacia arriba como si de un muelle se tratara, casi no aguanto el dolor, a medida que van pasando los kilómetros e irme calentando se me hace más llevadero, aunque cada vez tengo que ir pedaleando más tiempo de pie.
El penúltimo control está a 41 kms, Cogolludo, este tramo hasta Algete, lo conocemos muy bien pues todos nuestros brevets del GDC Pueblo Nuevo siempre salen por aquí. Pasado Naharros tenemos que afrontar una larga subida hasta Robledo de Corpes, bajamos al embalse de Alcorlo, llevamos animada charla, vamos comentando con Juanjo todas las anécdotas surgidas en la marcha y los kilómetros se van pasando más deprisa, ya nos queda muy poco para terminar esta MGM.
Llegamos a Cogolludo km 1181, el control lo han puesto en el Polideportivo a la salida del pueblo. En este control coincidimos cerca de 35 ciclistas, charlamos con unos y otros, nos hacemos fotos, ya no hay prisa, todos tenemos tiempo de sobra para terminar la prueba y esto se nota en el ambiente. Después de tomar un buen bocadillo y un poco de fruta, volvemos a la ruta, hacemos un grupo de 10, nos van a acompañar los tres maños, Juanjo Ibarretxe , Alvaro y dos vascos más. Después de la larga subida de Puebla de Beleña, el terreno que nos queda es prácticamente llano y el grupo avanza deprisa, se nota que hay ganas de llegar, son momentos que aprovecho para ir disfrutando de lo que estamos a punto de conseguir, me vienen a la mente muchos momentos de los brevets realizados, de entrenamientos largos con los amigos los fines de semana y otros en solitario. Llegamos al Casar de Talamanca, nos quedan 18 kms a Algete. Llegando a Fuente el Saz, el grupo incrementa el ritmo, voy con el gancho puesto y me descuelgo del grupo unos 100 metros, voy a 32 kms/h, se da cuenta Alvaro y viene a por mí, me pone la mano en la espalda, bajo tres piñones y nos ponemos a 42 kms/h, cuando nos faltan 15 metros para coger el grupo me da un último empujón con el que me veo sin dar pedales pasando uno por uno a todo el grupo, tengo que frenar para no ponerme en cabeza, que bestia este Alvaro, debe ser de Bilbao.
La entrada en Algete, apoteósica, cruzo la meta pensando en mi familia, se me escapan algunas lágrimas, la emoción es indescriptible, va por ellos. Por fin me ponen el último sello en el carnet de ruta, acabo de conseguir mi primer 1200, están Campos, Porta y Benayas que nos felicitan, abrazos entre todos y especialmente con Joaquín, mi fiel escudero y compañero en tan tamaña hazaña. Después de una reconfortante ducha, comida con los amigos para saborear estos momentos de gloria. Salimos 10 en el grupo y aunque hemos llegado cada uno como hemos podido, lo importante es que todos hemos conseguido terminar esta MGM2009, la prueba ciclista más larga de España. Después hubo entrega de trofeos, dieron uno al club más numeroso, el GDC PUEBLO NUEVO, del cual formo parte, comenzamos 7 la MGM y terminamos los 7, unos auténticos jabatos, otro motivo más de satisfacción. Nos despedimos quedando para el siguiente objetivo, la Paris-Brest-París 2011, donde sin duda nos volveremos a encontrar.
Al día siguiente el domingo por la mañana, cojo el tren en Atocha con destino a Cádiz, allí me está esperando mi familia, voy a pasar con ellos una merecida semana de descanso en la playa. En el tren voy sólo, lo que aprovecho para saborear lo que he conseguido, la MADRID-GIJON-MADRID, mi primer 1200, son momentos inolvidables, estoy muy emocionado, se me vuelven a escapar algunas lágrimas, me acuerdo de todo lo que he sufrido, viene a mi mente mi mujer y mis hijos, lo orgullosos que estarán, la semana siguiente lo pasaré con ellos en la playa, donde comentaremos con todo detalle todos los pormenores de la prueba. Durante la prueba iba soñando con el momento en que la consiguiera terminar y la alegría que les iba a dar, en la primera MGM2005 y en la París-Brest, no había podido ser, pero hoy sí, hoy lo había conseguido por ellos y gracias a ellos, porque qué duda cabe que sí no contáramos con el apoyo de la familia seríamos incapaces de lograr estas hazañas, han sido muchos fines de semana entrenando durante largas horas sin poder estar con ellos. Ahora es nuestro momento compartido de gloria. Llego a la estación y allí están todos esperándome, sonrisas, besos, abrazos, vamos al coche, me han puesto una pancarta bien grande que pone FELICIDADES CAMPEON. Llegamos a casa y en la pared del salón otras pancartas donde pone: A pesar de: Puerto del Pontón, frío, calor, baches, dolor de pies y culo, sueño, cansancio, lluvia, niebla, tras largos años y muchos kilómetros en las piernas: OBJETIVO MGM 1200 CONSEGUIDO, próxima parada, PARIS 2011. Por la noche me traen una tarta con 4 velas que pone 1200, fue muy emocionante.

Desde aquí quisiera felicitar a todos los que consiguieron terminar esta MGM y de una manera muy especial a todos los que sin conseguirlo también lo intentaron, en la MGM 2005 y en la PBP2007 yo formé parte de ellos, sé por experiencia lo duro que es, sin duda son los que más han sufrido, seguro que antes de abandonar tras largas horas de sufrimiento, dieron todo lo que tenían, hay que tener mucho valor y coraje para subirse encima de una bicicleta e intentar realizar esta proeza. Animarles a que lo sigan intentando, yo a la tercera lo he conseguido y merece la pena.
Quiero cerrar esta larga crónica, dedicando de una manera especial mi primera MGM a mi padre, uno de mis mejores fans.
Nos volvemos a ver en París 2011.




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ercapi

Madrid-Gijon-Madrid 2009. Manuel Vallez Tera. Er Capi. CC Cástulo. Linares. (Fuente)

castulo MADRID - GIJON - MADRID 2009
Día 17 de agosto de 2009, fecha señalada en el calendario como la de pasar revisión a las máquinas que van a participar en la 2ª edición de la Madrid- Gijón- Madrid. Las 18 horas era la señalada para revisar las bicis de Alfredo y mía.
A las 15:00 horas habíamos quedado pasa salir para Madrid como así fue, con un calor insoportable, cargadas las bicicletas y empieza la Madrid Gijón Madrid.
Al paso por Valdepeñas más de una hora y media parados por no sé qué motivo ya que luego no vimos nada que nos retrasara tanto. Empiezan los nervios por si llegamos tarde, por fin llegamos 10 minutos antes de la hora prevista a pesar de que nos equivocamos en alguna rotonda que parece que las señalizan para los que saben dónde tienen que ir pero no para los forasteros. Cosas de los señalizadores.
El amigo y compañero Manolo Morente nos esperaba a las puertas del polideportivo de Algete, pasamos la revista a las bicicletas y nos dan la documentación necesaria para poder participar en la prueba así como un mallot por cierto muy bonito y que imaginaros donde va a estar.
Pasada la revista nos dirigimos a Torrejón de la Calzada (lugar de residencia del amigo Manolo) y donde estábamos invitados para pasar el tiempo hasta que nos dirigiéramos nuevamente a la salida de la prueba. Cena de los 3 y a la cama para descansar.
A las 18:15 horas, hora prefijada para irnos a Algete nos ponemos en marcha, pasando por Villaverde para recoger a Fran Vacas que a la postre fue ganador de la prueba y record de la misma con un tiempo inferior a 58 horas.
Llegada a Algete, vuelta por los alrededores y ya íbamos viendo el ambiente deportivo ciclista que se avecinaba en pocas horas. En las inmediaciones del restaurante del polideportivo había algunos cicloturistas merendando-cenando con sus máquinas (algunas muy llamativas, ver álbum de fotos) y algunas personalidades relevantes como el ex lendakari Ibarreche que participó como uno más en la prueba.
Con tal de salir de los primeros para evitar luego aglomeraciones sobre todo en los primeros controles, a pesar de que la salida del primer grupo era a las 22:00 estábamos ya preparados antes de las 21:00 una vez que nos hincamos un bocata y un taper de arroz con leche que amablemente nos hizo Manolo. Los nervios ya empezaban a asomar en las caras de todos, bueno más que nervios intranquilidad. Saludos a los conocidos que según iban llegando nos alegrábamos, presentaciones de nuevos compañeros, en fin lo de costumbre en estos casos. El grupo de los asturianos se empieza a hacer notar con sus cánticos de Asturias Patria querida y tal.
22:00 horas, los primeros 50 nos ponen en la calle de salida y la alcaldesa de Algete nos da la bienvenida cortando la cinta de salida dando por iniciada la prueba.
Acompañados al principio por varios motoristas voluntarios nos indican el camino al tiempo que señalizan en las rotondas e iluminan en más de una ocasión la carretera para facilitarnos la labor. Desde aquí GRACIAS, estos trabajos no están pagados con nada.
Ya desde el principio el ritmo era más bien ligero, nervioso, enseguida empezamos a hacer grupos algo numerosos y a organizarnos haciendo relevos que como es costumbre aviva el ritmo y se aprovechan muchos del trabajo de unos cuantos, pero la vida es así. Al pasar por Cogolludo se hace una parada de las llamadas técnicas (mear y coger agua), se continúa en menos de 5 minutos y es entonces cuando Fran Vacas que había salido en último lugar con el reto personal de hacer el recorrido en menos de 60 horas nos adelanta, nos enganchamos a él como podemos durante un par de minutos y nos deja con una facilidad pasmosa. Continuamos hasta el primer control ATIENZA pk. 107), llegamos sellamos rápidamente comemos algo también rápido y otra vez carretera y bicicleta. Ahora los grupos ya eran menos numerosos y mas naturales, nosotros lo formamos Manolo Morente, Raul, Alfredo, Jose Luis de Albal y yo con algún otro agragado que ahora no me acuerdo. Empezamos a subir el alto de la Pela al tran tran, cogiendo a gente hasta llegar a Ayllón. En la bajada de la Pela, carretera muy bacheada, se me rompe un soporte de una de las luces y tengo que parar ayudándome a reincorporarme al grupo Jose Luis. Llegamos al control de Ayllón (pk. 163), sellamos, bebemos, comemos y arreglamos deprisa lo que se podía arreglar y otra vez carretera y bicicleta ya llevábamos algo de adelanto sobre el horario previsto por nosotros, pero no cejamos en el ritmo (bueno) porque si el aire cambiaba nos lo iba a quitar y con creces.
Pasamos Aranda de Duero y nos dirigimos a Tórtoles de Esgueva próximo control (pk. 243). Ya estaba amaneciendo y el frio se hacía notar, nos hincamos un bocata yo con cerveza que me supo a gloria, y nuevamente en marcha para no aglomararse, hacemos una parada técnica a la salida del pueblo ya que en el bar había solo un urinario y claro las colas eran grandes (las filas me refiero) y otra vez encima de la borrica. Empezamos a hacer relevos en cadena y enseguida llegamos a Torquemada coincidente con el camino de Santiago y vamos viendo peregrinos en bicicleta y caminantes que nos alegran un poco la vista de las llanuras y poco vistoso del terreno. Llegamos a Fromista (pk. 320) y sellamos en el control comiendo alguna pieza de fruta y bebiendo zumo que la organización del control nos tenía preparado. Nuevamente carretera y bicicleta ya llevábamos más de hora y media de adelanto cobre el horario previsto.
Decidimos habida cuenta de la hora que era 12:45 y lo que quedaba hasta el próximo pueblo (Guardo) comer en Carrión de los Condes; aquí perdimos casi una hora de las ganadas ya que ni el comedor estaba preparado ni el restaurante tenía la prisa que nosotros, pero la vida es así. Comimos y nuevamente encima de la bicicleta dirección a Guardo y luego a Cistierna que era el próximo control (pk. 432). Este tramo fue mortífero para mi, se andaba muy deprisa, alcanzamos a los de Yecla que tuvieron que soltarse y cuando llegamos a Guardo ya iba molido y dolorido, con un calor impresionante, se me acabó el agua y había que recorrer 30 km. de terreno rompe-piernas que todavía no sé como los pude hacer. Enfín llegamos a Cistierna, comemos fruta y algo de lo que la organización del control nos había preparado, nos duchamos y ya la cosa cambió bastante.
Nuevamente en marcha, formamos un grupito con nosotros 4 mas Enrique (el indio) que al tran tran subimos el alto de la Remolina, pasamos Riaño y nos dirigimos al Pontón.
Al pasar el pantano de Riaño (impresionante tanto de bonito como de grande), deciden parar en una fuente que hay a la salida del pueblo y yo decido ir poco a poco despacio subiendo el puerto, que por cierto no se terminaba nunca y el aire empezó a soplar en contra. Me hundió físicamente; cuando faltaba 1 km. para la cima y me dice Manolo que arriba se terminaba, yo creí que ese km. no iba a ser capaz de hacerlo, me parecía una pendiente de más del 20%, aunque realmente tendrá el 7% o por ahí. No sé cómo pero con los ojos cerrados los subí. Empezamos a bajar y madre mia, eso no se terminaba nunca. Los 45 km. que hay desde el alto del Pontón hasta Cangas de Onis se me hicieron interminables y eso que eran todo cuesta abajo.
Por fin llegamos a Cangas de Onís (pk. 531) punto de control que teníamos como primera parada de dormir, llegamos con más de una hora de adelanto sobre el horario previsto, bajamos el puerto con luz del día, lo que nos daba una ventaja en cuestión de seguridad.
Ni me atrevo a decir en el estado en que llegué, exhausto, cabreado, pero bueno ahí estábamos ya con 531 km. en las patas en menos de 24 horas, era otro record batido, una puesta a prueba al cuerpo más y que este había respondido, ahora tocaba ducha, cena y descanso, las 3 de la madrugada llegaban rápidamente y había que estar nuevamente encima de la bicicleta (pobre bicicleta).
Manolo Morente, Raul y yo decidimos ir al pueblo a una pizzería a machacarnos un buen plato de pasta, Alfredo por el contrario decidió comerse un bocata en el polideportivo. Colchoneta y a dormir (bueno lo de dormir es un decir), entre los que entraban, salian, taconeo, ronquidos a gogo, ventosidades y otros menesteres os podéis imaginar lo que se pudo dormir, pero bueno al menos no estábamos dando pedales y se pudo descansar algo.
Tres y media de la madrugada, me llama Kike, el indio que había quedado para salir con nosotros y me pregunta que a qué hora salíamos, la sorpresa se la lleva cuando le digo que a las tres, siendo ya las tres y media. A última hora se había decidido salir a las 4 y yo no me había enterado.
Desayuno en el polideportivo un cafelito con leche y una tostada y en marcha. Frio, humedad, niebla, cuerpos doloridos, pero otra vez en marcha.
Cuando llevábamos una media hora solicito parar para darme pomada en el vasto interno de la pierna derecha que me dolía mucho y así lo hacemos, Alfredo me deja Radiosalid y nuevamente en marcha, el dolor continúa aunque disminuido un poco, no me podía poner de pié en la bicicleta, la cosa pintaba mal, el grupo va a mi paso aunque yo me esfuerzo por no entorpecer mucho al mismo, pensando llegar a Gijón y desde allí pues abandonar y coger un tren, autobús o lo que sea para volver a Madrid. Quedaba por subir entre otros kilómetros el puerto de la madera que franquea Gijón, podía ser un desastre después del esfuerzo que he tenido que hacer hasta llegar aquí, un año y medio tirado por la borda por un puto dolor en un músculo, en fín una comedura de tarro impresionante.
Llegamos a Gijón, Manolo Morente me da un nolotil que sumado a un paracetamol que llevaba yo me lo meto en el cuerpo y parece que aquello medio empieza a funcionar, no podía forzar mucho pero me permitía pedalear con continuidad y yo me encontraba cada vez con mejores sensaciones. El grupo comandado por Alfredo me llevó en palmito, cuidándome todo lo posible, pues había que llegar nuevamente a Cangas de Onís y desde allí subir el Pontón; 45 km. de subida continuada yendo de menos a mas, del 2% al 8% en continua subida. Donde yo creía que no iba a poder porque el dolor continuaba en cuanto forzaba un poco se pudo, las plantas de los pies no las sentía, llegamos a la fuente del infierno y allí además de cargar agua metí los pies en el chorro que caía helada (seguro que menos de 8º), recuperé y nuevamente en marcha, el puerto era ya agua pasada, ahora tocaba bajar con algún repechillo que otro pero el terreno era favorable.
Hasta llegar a Cistierna (pk. 788) atravesamos nuevamente el pantano de Riaño, precioso, inmenso posiblemente el pantano mas grande de España tanto como Alfredo como Manolo ya que Raul había decidido a mitad de camino entre Gijón y Cangas irse solo y Kile ya en Gijón decidió hacer el camino con los de Asturias, con continuos relevos me llevaron hasta el punto de control. Ducha, comida a gogó, cafetito estiramientos y cuando íbamos a salir Kike que estaba allí nos propone formar un grupo con los de Vitoria que eran dos (Román y su sobrino), él y nosotros tres a fin de sobrellevar mejor el viento que ya hacía y que era en contra como así fue. Aceptamos y nuevamente en marcha.
Cuatro eran los que tiraban del grupo hasta Guardo con esos repechones y calor que se hacían interminables (Román, Enrique, Alfredo y Manolo Morente), tanto el sobrino como yo bastante hacíamos con aguantar como podíamos. Llegamos a Guardo y después de la subida con un repechón del 10% llega lo llano, pero el aire en diagonal y contra, Alfredo también iba tocado un poco y Manolo Morente va con el ganchillo, así que entre Román, Kike y Alfredo en algunos momentos ponen un ritmo de 30 km. hora y nosotros a chupar rueda como condenados, así Fromista (pk. 901) donde nosotros nos quedamos a dormir como teníamos previsto y Román y su sobrino continúan hasta Tortoles de Esgueva creo.
En este tramo que son casi 100 km. (desde Guardo hasta Frómista), posiblemente y a pesar de lo tocado que iba es en el que más he disfrutado de todo el recorrido, y simplemente por esso merece la pena haber sufrido tanto. Como he dicho Alfredo iba tocado un poco y entraba a relevos algunas veces, siendo Román y Kike los que llevaron el mayor peso de los relevos. El rodar de Alfredo lo conozco con lo que no me sorprende nada ya que disfruto de su pedalear y compañía muy a menudo, pero el de Román y Kike con ese pedalear tan suave, continuo, perfecto, que aunque se ponían de pié (especialmente Román) seguía pedaleando con la misma cadencia, el mismo ritmo, sin parar chupándose todos los km. sin rechistar, a 30 km/h. con ese airazo y esa facilidad yo quedé embobado, creo que Manolo Morente también. Ha sido un placer rodar con estos compañeros que independientemente de lo deprisa o despacio (que son detalles nada mas) están pendientes de tu estado y sin decir ni pio aflojan o apretan a tu comodidad, y era la primera vez que nos veíamos, pero este ciclismo es así, aquí somos COMPAÑEROS.
En fin llegamos a Frómista y nos encontramos a Raul que acababa de llegar, nos cuenta lo que ha sufrido y algunos detalles que más o menos habíamos pasado también nosotros. Sellamos en el control, nos machacamos un bocata de tortilla francesa nos vamos a la casa que teníamos contratada, ducha y a dormir. Ahora si que se durmió a pata suelta, poco pero entre sábanas, bien duchados y sin molestias aparte de los ronquidos que cada cual resoplaba.
Llegan las 3 y media y tocan diana (como en la mili), nuevamente en marcha después de un ligero desayuno en el control.
Al pasar por Astudillo noto que la cala derecha está floja, paramos apretó los tornillos y nuevamente en marcha; el ritmo es muy bueno, entre Raul, Alfredo y Manolo dándose relevos pasamos Baltanas y llegamos a Tórtoles de Esgueva (pk. 977), sellamos nos informan de cómo iban las cosas con Fran Vacas, desayunamos y nuevamente en marcha, esto parecía que podía llegara a buen puerto y más o menos con el horario previsto, mas bien antes que después, pero quedaban todavía mas de 250 km. y el cansancio cada vez era mayor y además teníamos ya casi inminente el puerto de la Pela.
castulo Llegamos a Ayllón (pk. 1.058) después de cruzar Aranda de Duero, el terreno desde Fuente Espina ya empezaba a picar para arriba aunque con buena carretera, a partir de aquí la carretera estaba muy bacheada y la pendiente era considerable, había que subir hasta 1400 metros y estábamos a 1000 m. pero eso es lo que había. Al tran tran sin prisa pero sin pausa los km. iban cayendo y por fin estamos en lo alto de la Pela, la carretera cambia y entonces el ritmo aumenta, lo mismo que el calor que ya se hacía insoportable subiendo, nos conformábamos con pensar que los que tuvieran que subirla a las 4 de la tarde lo iban a pasar peor que nosotros.
A 33 km. del alto de la Pela se encuentra Atienza, penúltimo punto de control (pk. 1.155), aunque hay algún repecho el terreno es más bien favorable y nos lanzamos a tumba abierta; En uno de los repechos vemos un ciclista con mallot azul, enseguida lo identificamos por su volumen (+ de 120 kilos), es el espagueti, un italiano que no habla, que va totalmente atranccado en su pedalear, pero que mira ahí está, y además que ha ido casi todo el camino SOLO, es digno de mencionar y elogiar, eso si que es sacrificio, además no ha dicho en ningún momento ni MU. Lo pasamos a buen ritmo y llegamos a Atienza, tomando un bocadillo y unas birras con limón fresquitas nos informan de que en Cogollugo había un control gratis y extraordinario, que nos dirigiéramos hasta allí, así lo decidimos y cuando vamos a salir llega el italiano y José Luis (de la Peña ciclista Albal), lo invitamos a venirse con nosotros pero rehusa con lo que nos ponemos en marcha.
Repecho para arriba, repecho para abajo hasta que al final llegamos a Cogolludo, con 42º que hacía, deshidratados, supercansados y cuando llegamos al polideportivo nos encontramos con que de gratis NATI de NATI, de extraordinario NATI de NATI, muy amables todos los voluntarios, pero lo máximo que había era pincho de tortilla a 1,5€, botellas de agua pequeñitas de ¼ a 50 céntimos calientes, los servicios de un masajista ni quisimos preguntar por el precio, las duchas a 1€ sin toalla, en fin para mí fue una desilusión no por el precio que cada uno pone precio a su labor, sino porque habíamos dejado un avituallamiento de calidad y ya no había solución.
Quedaban para llegar a Algete sólo 62 km. pero que 62 km. continuos toboganes con 44º insoportables, con el líquido enseguida caliente, sin posibilidad de reponer líquido, con un terreno desértico, en fin 62 km. pero bien concentrados en dificultades.
En el Casar de Talamanca paramos en una máquina de refrescos porque ya no podíamos soportar mas y compramos unas coca colas que nos supieron a gloria, con lo que pudimos hacer los 15 km. que nos quedaban y que los repechones continuaban sin cesar.
Al final íbamos tres, bueno iban Alfredo, Manolo Morente y yo que iba como sonámbulo, pedaleaba porque no quedaba más remedio para no caerme, Raul que por Villaseca de Uceda decidió ir a buscar agua se quedó solo y continuó solo hasta el final.
Por fin entramos en Algete, los dolores continuaban pero ya no se sentían, vemos las banderas del polideportivo y allí nos dirigimos, al entrar algunas palmas te levantan el ánimo, por fin el calvario se había terminado, sellamos el carnet de ruta, habíamos hecho nada más y nada menos que 69 horas y media, una barbaridad, un tiempazo y además que éramos los novemos que entrabamos; vamos jamás podía imaginar esto, por supuesto gracias a Alfredo y a Manolo que puedo decir que sin ellos hasta posiblemente ni lo hubiera terminado en 90 horas.
Hombre de poca fe, me decía de vez en cuando Alfredo cuando le decía que no estaba capacitado para hacer la Madrid- Gijón- Madrid en 70 horas programadas, y ahora estaba conseguido, menos tiempo, cansadísimos pero es que el palizón es descomunal, la proeza es sin igual, de momento, porque esto no termina aquí, termina una etapa y se inicia otra.
Fotografía de rigor para el recuerdo, José Mª Campos jefe del cotarro este nos invita a una cerveza, ducha y masaje, después en la terraza del restaurante del polideportivo nos machacamos una cena a cargo de la organización y a esperar a que llegue el grupo de Valencia ya que en un vehículo de apoyo iban nuestras bolsas. Al final llegaron sobre las 2 de la madrugada, por fin pudimos irnos a dormir y descansar a PATA SUELTA.
Los datos se pueden resumir en los siguientes:
Nº de participantes 173
Distancia total: 1.223 km.
Desnivel acumulado: 16.800 metros (datos del GPS).
Tiempo total invertido: 69:30 horas
OBJETIVO CONSEGUIDO




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Madrid-Gijon-Madrid 2009. (Fuente)

si hay más, los incluiremos aquí.




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Paco Santos